Halliburton: adiós a un megacontrato obtenido vía Cheney

El ejército norteamericano dio por terminado un suculento negocio a favor de una división del grupo Halliburton. En algunos meses, los servicios de apoyo logístico en Irak serán vueltos a licitar.

13 julio, 2006

Justo mientras Donald Rumsfeld, secretario de Defensa y aliado del vicepresidente Richard Cheney como gestor de negocios, peroraba en Bagdad, en Washington el ejército le quitaba un contrato multimillario a KBR. La firma está controlada por Halliburton y Cheney fue CEO del conglomerado hasta asumir su actual cargo.

Para salvar la cara, las autoridades castrenses indicaron que KBR -cuya situación financiera es poco estable- podrá participar en la nueva licitación. Pero en pie de igualdad, no apelando a la influencia de Cheney. Curiosamente, la prensa conservadora casi no tocó al tema al norte o al sur del río Bravo. David Foster, portavoz del ejército en el Pentágono, confirmó el cese del contrato señalando que “la conducciòn del arma simplemente restructurará el sistema para tercerizar necesidades logísticas”. Un eufemismo típico, para no hostigar al poderoso cabildeo empresario alrededor de los militares.

Durante algunos años, Halliburton venía llamando la atención de legisladores, auditores y fiscales, por la mala calidad de servicios en Irak y los precios excesivos cobrados al Pentágono. Las prestaciones incluyen agua potable, comidas, gaseosas y lavandería para las tropas en la zona ocupada por Estados Unidos. “Basta comparar con los mismos servicios en la zona británica o en la kurda”, señalaba un comité bicameral ya en 2004.

Basada en Tejas y muy allegada a la familia Bush, Halliburton sigue siendo la segunda compañía mundial dedicada a servicios petroleros y, hasta ahora, era la mayor contratista –directa o indirecta- en Irak. El contrato caído le significó al ejército costos por US$ 7.000 millones, sólo en 2005. La empresa admitió que la decisión no la sorprendía y, por su parte, la oficina vicepresidencial no quiso abrir la boca.

Justo mientras Donald Rumsfeld, secretario de Defensa y aliado del vicepresidente Richard Cheney como gestor de negocios, peroraba en Bagdad, en Washington el ejército le quitaba un contrato multimillario a KBR. La firma está controlada por Halliburton y Cheney fue CEO del conglomerado hasta asumir su actual cargo.

Para salvar la cara, las autoridades castrenses indicaron que KBR -cuya situación financiera es poco estable- podrá participar en la nueva licitación. Pero en pie de igualdad, no apelando a la influencia de Cheney. Curiosamente, la prensa conservadora casi no tocó al tema al norte o al sur del río Bravo. David Foster, portavoz del ejército en el Pentágono, confirmó el cese del contrato señalando que “la conducciòn del arma simplemente restructurará el sistema para tercerizar necesidades logísticas”. Un eufemismo típico, para no hostigar al poderoso cabildeo empresario alrededor de los militares.

Durante algunos años, Halliburton venía llamando la atención de legisladores, auditores y fiscales, por la mala calidad de servicios en Irak y los precios excesivos cobrados al Pentágono. Las prestaciones incluyen agua potable, comidas, gaseosas y lavandería para las tropas en la zona ocupada por Estados Unidos. “Basta comparar con los mismos servicios en la zona británica o en la kurda”, señalaba un comité bicameral ya en 2004.

Basada en Tejas y muy allegada a la familia Bush, Halliburton sigue siendo la segunda compañía mundial dedicada a servicios petroleros y, hasta ahora, era la mayor contratista –directa o indirecta- en Irak. El contrato caído le significó al ejército costos por US$ 7.000 millones, sólo en 2005. La empresa admitió que la decisión no la sorprendía y, por su parte, la oficina vicepresidencial no quiso abrir la boca.

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