¿Hacia una ruptura entre Carlos Ghosn y Richard Wagoner?
Ahora, se habla de duras exigencias pecuniarias de General Motors a Nissan-Renault. Arguyendo que la alianza francojaponesa será principal beneficiaria de un acuerdo, Wagoner pedirá una alta suma por dar el sí.
La conducción ejecutiva de GM planteará un “aporte nivelador”, o sea un pago en efectivo por miles de millones, como condición “sine qua non” de cualquier arreglo. Teóricamente, esta exigencia debiera figurar en el veredicto sobre las negociaciones que se presentará a mediados de octubre. En ese momento, Ghosn someterá el suyo a la junta directiva de N-R.
Pero la versión sobre ese aporte indica que las tratativas afrontan nuevos y difíciles obstáculos, creados por Wagoner y su entorno, que temen quedarse en la calle si cristaliza la alianza. Por su parte, allegados al financista a Kirk Kerkorian (su controlada Tracinda tiene 9,9%, la mayor porción individual en el paquete GM), promotor de las negociaciones con Nissan-Renault, analiza un ataque directo contra Wagoner, si fracasan las conversaciones.
Por supuesto, la clave reside en la tenaz resistencia de Wagoner y sus amigos, pero no está claro qué temperamento prevale en el directorio de la compañía. El principal argumento del grupo es que, por fin, las restructuraciones empiezan a dar resultados y se recobran las cuentas de GM. Kerkorian y los suyos no niegan eso, pero sostienen que el problema de fondo es un modelo de negocios anacrónico, como denuestran los problemas de Ford Motor y Chrysler.
Por supuesto, Wagoner arrastra ya un enorme error de gestión: el fracaso en absorber Fiat Auto y los US$ 2.000 millones que le costó retirar la oferta en 2004. Ignorando ese antecedente, el equipo en torno del CEO sostiene que N-S no tiene alcances globales comparables con los de GM. Pero, según gente de Kerkorian, olvidan dos cosas. Una, que el objeto del eventual acuerdo es defender el liderazgo mundial de GM contra el embate de Toyota, que está arrebatándole el primer puesto.
La otra cuestión es que -en todo caso- la red internacional de GM es una prueba en contra de Wagoner. En efecto, sus marcas marchan bien en Asia oriental, Europa occidental y Latinoamérica, justamente porque esos modelos de gestión son más flexibles y efectivos que los de la división norteamericana (Estados Unidos-Canadá). En rigor, hasta se barajaba el nombre de quien conduce la surcoreana Daewoo (subsidiaria de GM) para reemplazar a Wagoner.
La semana pasada, un irritado Ghosn se reunía con el equipo Nissan en Tokio y, por Internet, con el de Renault en París. “Existen amplias sinergias, pero GM no parece interesarse realmente en el asunto”, sostuvo ante periodistas. Este miércoles se prevé un contacto directo con Wagoner, donde se planteará ese aporte compensatorio. Hasta el martes, empero, nadie sabía a cuánto debiera ascender.
Jerome York, el director que representa a Tracinda (Kerkorian), prepara desde el lunes una estrategia ofensiva contra el CEO de GM y se dice en Wall Street que el magnate está buscando acciones para elevar su participación en el paquete. Obviamente, el eventual choque se produciría en la asamblea de directorio, prevista para el martes 3.
La conducción ejecutiva de GM planteará un “aporte nivelador”, o sea un pago en efectivo por miles de millones, como condición “sine qua non” de cualquier arreglo. Teóricamente, esta exigencia debiera figurar en el veredicto sobre las negociaciones que se presentará a mediados de octubre. En ese momento, Ghosn someterá el suyo a la junta directiva de N-R.
Pero la versión sobre ese aporte indica que las tratativas afrontan nuevos y difíciles obstáculos, creados por Wagoner y su entorno, que temen quedarse en la calle si cristaliza la alianza. Por su parte, allegados al financista a Kirk Kerkorian (su controlada Tracinda tiene 9,9%, la mayor porción individual en el paquete GM), promotor de las negociaciones con Nissan-Renault, analiza un ataque directo contra Wagoner, si fracasan las conversaciones.
Por supuesto, la clave reside en la tenaz resistencia de Wagoner y sus amigos, pero no está claro qué temperamento prevale en el directorio de la compañía. El principal argumento del grupo es que, por fin, las restructuraciones empiezan a dar resultados y se recobran las cuentas de GM. Kerkorian y los suyos no niegan eso, pero sostienen que el problema de fondo es un modelo de negocios anacrónico, como denuestran los problemas de Ford Motor y Chrysler.
Por supuesto, Wagoner arrastra ya un enorme error de gestión: el fracaso en absorber Fiat Auto y los US$ 2.000 millones que le costó retirar la oferta en 2004. Ignorando ese antecedente, el equipo en torno del CEO sostiene que N-S no tiene alcances globales comparables con los de GM. Pero, según gente de Kerkorian, olvidan dos cosas. Una, que el objeto del eventual acuerdo es defender el liderazgo mundial de GM contra el embate de Toyota, que está arrebatándole el primer puesto.
La otra cuestión es que -en todo caso- la red internacional de GM es una prueba en contra de Wagoner. En efecto, sus marcas marchan bien en Asia oriental, Europa occidental y Latinoamérica, justamente porque esos modelos de gestión son más flexibles y efectivos que los de la división norteamericana (Estados Unidos-Canadá). En rigor, hasta se barajaba el nombre de quien conduce la surcoreana Daewoo (subsidiaria de GM) para reemplazar a Wagoner.
La semana pasada, un irritado Ghosn se reunía con el equipo Nissan en Tokio y, por Internet, con el de Renault en París. “Existen amplias sinergias, pero GM no parece interesarse realmente en el asunto”, sostuvo ante periodistas. Este miércoles se prevé un contacto directo con Wagoner, donde se planteará ese aporte compensatorio. Hasta el martes, empero, nadie sabía a cuánto debiera ascender.
Jerome York, el director que representa a Tracinda (Kerkorian), prepara desde el lunes una estrategia ofensiva contra el CEO de GM y se dice en Wall Street que el magnate está buscando acciones para elevar su participación en el paquete. Obviamente, el eventual choque se produciría en la asamblea de directorio, prevista para el martes 3.
