Frustrado un casamiento, Sibñeft es cortejada por otros

Cortadas quizá para siempre las negociaciones para que Yukos absorba Sibñeft (un paquete de US$ 11.000 millones), ExxonMobil y ChevronTexaco pugnan por la petrolera controlada de Roman Abramóvich. No son las únicas.

15 diciembre, 2003

En realidad, la primera y la cuarta petroleras del globo venían rivalizando por unirse a Yukos, mientras ésta todavía trataba de hacerlo con Sibñeft. Pero la caída en desgracia de Míjail Jodorkovsky (44% de Yukos) y la catastrófica derrota electoral de ambos oligarcas –mejor dicho, la coalición que integraban de hecho- dieron vuelta el tablero.

El proyecto hegemónico de Vladyímir Putin y el grupo ex KGB que controla el poder no hubiera podido contra un eventual conglomerado Yukos-Sibñeft-Mobil (o Chrevron). El motivo es simple: Moscú habría tenido ante sí la mayor empresa mundial de hidrocarburos.

Por de pronto, la francesa Total, en parte estatal, ha renovado su interés por Yukos, aunque no descarte a Sibñeft. En lo atinente a Abramóvich, su alianza política con Jodorkovsky fue tardía y no pudo impedir severas divergencias entre ambos por el control del futuro –hoy frustrado- paquete conjunto. Entretanto, el oficialismo (que manejaba medios y encuestas sin escrúpulos ni el menor respeto por la pluralidad) explotaba esa brecha.

Si la ruptura de tratativas queda firme, Abramóvich perderá plata. Para empezar, deberá restituir US$ 3.000 millones en efectivo más 8.000 millones en acciones de Yukos.

En realidad, la primera y la cuarta petroleras del globo venían rivalizando por unirse a Yukos, mientras ésta todavía trataba de hacerlo con Sibñeft. Pero la caída en desgracia de Míjail Jodorkovsky (44% de Yukos) y la catastrófica derrota electoral de ambos oligarcas –mejor dicho, la coalición que integraban de hecho- dieron vuelta el tablero.

El proyecto hegemónico de Vladyímir Putin y el grupo ex KGB que controla el poder no hubiera podido contra un eventual conglomerado Yukos-Sibñeft-Mobil (o Chrevron). El motivo es simple: Moscú habría tenido ante sí la mayor empresa mundial de hidrocarburos.

Por de pronto, la francesa Total, en parte estatal, ha renovado su interés por Yukos, aunque no descarte a Sibñeft. En lo atinente a Abramóvich, su alianza política con Jodorkovsky fue tardía y no pudo impedir severas divergencias entre ambos por el control del futuro –hoy frustrado- paquete conjunto. Entretanto, el oficialismo (que manejaba medios y encuestas sin escrúpulos ni el menor respeto por la pluralidad) explotaba esa brecha.

Si la ruptura de tratativas queda firme, Abramóvich perderá plata. Para empezar, deberá restituir US$ 3.000 millones en efectivo más 8.000 millones en acciones de Yukos.

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