Ford vende Volvo, Jaguar, etc., para salvar la restructuración

Alan Mulally, ex Boeing hoy CEO de FM, busca interesados para las tres marcas de alto precio. Finalmente, la compañía deberá desprenderse de ellas para salvar el programa de reformas en Estados Unidos-Canadá.

13 junio, 2007

La segunda automotriz norteamericana y sexta mundial –no tercera, como imagina Bloomberg’s- se resigna a cambiar de estrategia, a la sombra de los US$ 12.600 millones perdidos en 2006 (el máximo rojo nominal en la historia de Ford y del negocio), que sacaron a William Clay Ford de la presidencia ejecutiva.

Ahora se resquebraja la unidad familiar, pues miembros del clan barajan la idea de enajenar acciones y retirarse a vivir de rentas. En realidad, los descendientes de Henry Ford –no queda ninguno por línea paterna- apenas controlan unos US$ 500 millones en títulos y, en este momento, casi la mitad quisiera abandonar el barco. Hay una distorsión anacrónica: con 5% de acciones, retienen 40% del voto, por la magia de la “clase B”.

Lo cierto es que la empresa ya ha contratado dos bancas, Goldman Sachs y Morgan Stanley, para timonear la venta de las marcas europeas que, en verdad, nunca pudieron adaptarse al estilo de Ford Motor. La escisión se llama puertas adentro “proyecto veloz”, debido al apuro de la compañía. También se lo conoce como “gaganta profunda”, porque el secreto duró menos que en Watergate.

Por supuesto, las tratativas siguen siendo confidenciales. Eso significa que los involucrados hablan, pero pidiendo anonimato. Desprenderse de Volvo, Jaguar y Land Rover (Aston Martin las precedió) equivale a admitir veinte años de fracasos en el segmento de lujo y semilujo. Tampoco Lincoln, la marca cara local, anda bien: cayó de primera a séptima en su categoría. En relidad, como tampoco Cadillac (General Motors) brilla, puede decirse que los coches de julo norteamericanos pasaron a la historia.>

A criterio de varios especialiustas, Ford necesita con urgencia preservar capital y concentrar la gestión de recursos, eufermismo que significa afrontar una serie de fracasos en management. Por supuesto, la clave son los quebrantos en la división norteamericana que, como sucede en GM o Chrysler Group, ya no encuentra compradores para sus productos.

También al igual que sus devaluadas rivales de Detroit, el problema reside en la menor demanda de camionetas y todoterreno. Estos traganaftas, paradójicamente, debieran ser las mayores fuentes de utilidades para Ford, CG y GM. Para colmo, Volvo y Land Rover se mantienen rentables, en tanto el grupo guarda el déficit de Jaguar bajo siete llaves. Pero esta marca y Lincoln explican que la división de lujo (pomposamente conocida por “premium automotive group”) haya perdido US$ 2.320 millones en 2006.

Los números no ayudan. En el primer trimestre de 2007, las ventas norteamericanas –que debían haber recobrado 15% según el plan restructurador- cedieron de US$ 19.800 millones en enero-marzo de 2006 a 18.200 millones. Vale decir, casi 8,1%. Los últimos años han sido cruelen para Ford: la ventas bajaron de US$ 100.000 millones en 1999 a 69.000 millones en 2006 (-31%) y pueden ceder a 62.000 millones este año, por lo cual el lapso 1999-2007 deparará un retroceso de 38%.

La segunda automotriz norteamericana y sexta mundial –no tercera, como imagina Bloomberg’s- se resigna a cambiar de estrategia, a la sombra de los US$ 12.600 millones perdidos en 2006 (el máximo rojo nominal en la historia de Ford y del negocio), que sacaron a William Clay Ford de la presidencia ejecutiva.

Ahora se resquebraja la unidad familiar, pues miembros del clan barajan la idea de enajenar acciones y retirarse a vivir de rentas. En realidad, los descendientes de Henry Ford –no queda ninguno por línea paterna- apenas controlan unos US$ 500 millones en títulos y, en este momento, casi la mitad quisiera abandonar el barco. Hay una distorsión anacrónica: con 5% de acciones, retienen 40% del voto, por la magia de la “clase B”.

Lo cierto es que la empresa ya ha contratado dos bancas, Goldman Sachs y Morgan Stanley, para timonear la venta de las marcas europeas que, en verdad, nunca pudieron adaptarse al estilo de Ford Motor. La escisión se llama puertas adentro “proyecto veloz”, debido al apuro de la compañía. También se lo conoce como “gaganta profunda”, porque el secreto duró menos que en Watergate.

Por supuesto, las tratativas siguen siendo confidenciales. Eso significa que los involucrados hablan, pero pidiendo anonimato. Desprenderse de Volvo, Jaguar y Land Rover (Aston Martin las precedió) equivale a admitir veinte años de fracasos en el segmento de lujo y semilujo. Tampoco Lincoln, la marca cara local, anda bien: cayó de primera a séptima en su categoría. En relidad, como tampoco Cadillac (General Motors) brilla, puede decirse que los coches de julo norteamericanos pasaron a la historia.>

A criterio de varios especialiustas, Ford necesita con urgencia preservar capital y concentrar la gestión de recursos, eufermismo que significa afrontar una serie de fracasos en management. Por supuesto, la clave son los quebrantos en la división norteamericana que, como sucede en GM o Chrysler Group, ya no encuentra compradores para sus productos.

También al igual que sus devaluadas rivales de Detroit, el problema reside en la menor demanda de camionetas y todoterreno. Estos traganaftas, paradójicamente, debieran ser las mayores fuentes de utilidades para Ford, CG y GM. Para colmo, Volvo y Land Rover se mantienen rentables, en tanto el grupo guarda el déficit de Jaguar bajo siete llaves. Pero esta marca y Lincoln explican que la división de lujo (pomposamente conocida por “premium automotive group”) haya perdido US$ 2.320 millones en 2006.

Los números no ayudan. En el primer trimestre de 2007, las ventas norteamericanas –que debían haber recobrado 15% según el plan restructurador- cedieron de US$ 19.800 millones en enero-marzo de 2006 a 18.200 millones. Vale decir, casi 8,1%. Los últimos años han sido cruelen para Ford: la ventas bajaron de US$ 100.000 millones en 1999 a 69.000 millones en 2006 (-31%) y pueden ceder a 62.000 millones este año, por lo cual el lapso 1999-2007 deparará un retroceso de 38%.

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