Ford: Si es preciso, le dejo el cargo a Ghosn. Pero puso a Mulally

“Estoy dispuesto a abandonar la presidencia de Ford Motor para salvar la compañía”. El biznieto por línea materna de Henry Ford sorprendió al clan, que retiene 40% del paquete. Pero luego designó a Alan Mulally como presidente ejecutivo..

8 septiembre, 2006

Admitiendo que la restructuración no da resultados concretos, William Clay Ford resolvió dejar de ocupar todos los cargos superiores: presidente de directorio, presidente ejecutivo, director de operaciones en Estados Unidos-Canadá y embajador itinerante. Era demasiado. Desde ahora, Mulally será presidente ejecutivo. Proviene de Boeing, pero es un poco viejo para la misión: 62 años.

Si bien los US$ 1.440 millones en pérdidas sufridas durante el primer semestre no se comparan con el déficit de 10.600 millones mostrado en 2005 por Genereal Motors, William Clay –cuarta generaciòn del apellido- cree que sólo medidas drásticas podrían frenar el deterioro. Pero sucede que su preferido, Carlos Ghosn, exitoso presidente ejecutivo de Nissan-Renault, está negociando una alianza con GM y el asunto recién se resuelve a mediados de octubre. Ford no podía esperar tanto.

Clay Ford formuló las declaraciones anteriores en el último número de “Newsweek”. A su criterio, el brasileño de origen libanés “es un manager de enorme talento y puede asistir a nuestra empresa”. Pero hay otro obstáculo: Ford tentó a Ghosn ya dos veces y éste se negó porque estima que “las compañías grandes de propiedad o control familiar son anacronismos”.

Cabía la posibilidad, sospechan analistas en Detroit, de que Clay Ford tratase de emplear su amenaza de renuncia para quebrar un viejo acuerdo. Según sus términos, los tenedores del 40% del paquete (el clan) sólo pueden venderse acciones entre sí. Ahora, parece haber cambiado de idea.

Por otro lado, el jefe de Ford Motor ofrecía algo que Richard Wagoner, tozudo CEO de GM, se niega a aceptar: la renuncia. En este caso, no se la plantea Ghosn sino, en realidad, el financista Kirk Kerkorian, máximo accionista individual de GM (9,9%). Bien vista, es una situación casi opuesta a la de Ford. En ambas crisis, la clave reside en pérdidas de participación en el mercado norteamericano (Estados Unidos-Canadá), a manos de Toyota (que ahora tiene problemas de calidad).

Por supuesto, recurrir a alguien ajeno al clan y la compañía presupone que Clay Ford quiere distanciarse de la familia. En cuanto a la restructuración, tal vez Mulally le dé el impulso que está faltándole, particularmente a la división norteamericana (US$ 1.600 millones de pérdidas en 2005). También debe activar la venta de la línea de alto precio Premier –Volvo, Land Rover, Jaguar y marcas propias- y de la británica Aston Martin.

Admitiendo que la restructuración no da resultados concretos, William Clay Ford resolvió dejar de ocupar todos los cargos superiores: presidente de directorio, presidente ejecutivo, director de operaciones en Estados Unidos-Canadá y embajador itinerante. Era demasiado. Desde ahora, Mulally será presidente ejecutivo. Proviene de Boeing, pero es un poco viejo para la misión: 62 años.

Si bien los US$ 1.440 millones en pérdidas sufridas durante el primer semestre no se comparan con el déficit de 10.600 millones mostrado en 2005 por Genereal Motors, William Clay –cuarta generaciòn del apellido- cree que sólo medidas drásticas podrían frenar el deterioro. Pero sucede que su preferido, Carlos Ghosn, exitoso presidente ejecutivo de Nissan-Renault, está negociando una alianza con GM y el asunto recién se resuelve a mediados de octubre. Ford no podía esperar tanto.

Clay Ford formuló las declaraciones anteriores en el último número de “Newsweek”. A su criterio, el brasileño de origen libanés “es un manager de enorme talento y puede asistir a nuestra empresa”. Pero hay otro obstáculo: Ford tentó a Ghosn ya dos veces y éste se negó porque estima que “las compañías grandes de propiedad o control familiar son anacronismos”.

Cabía la posibilidad, sospechan analistas en Detroit, de que Clay Ford tratase de emplear su amenaza de renuncia para quebrar un viejo acuerdo. Según sus términos, los tenedores del 40% del paquete (el clan) sólo pueden venderse acciones entre sí. Ahora, parece haber cambiado de idea.

Por otro lado, el jefe de Ford Motor ofrecía algo que Richard Wagoner, tozudo CEO de GM, se niega a aceptar: la renuncia. En este caso, no se la plantea Ghosn sino, en realidad, el financista Kirk Kerkorian, máximo accionista individual de GM (9,9%). Bien vista, es una situación casi opuesta a la de Ford. En ambas crisis, la clave reside en pérdidas de participación en el mercado norteamericano (Estados Unidos-Canadá), a manos de Toyota (que ahora tiene problemas de calidad).

Por supuesto, recurrir a alguien ajeno al clan y la compañía presupone que Clay Ford quiere distanciarse de la familia. En cuanto a la restructuración, tal vez Mulally le dé el impulso que está faltándole, particularmente a la división norteamericana (US$ 1.600 millones de pérdidas en 2005). También debe activar la venta de la línea de alto precio Premier –Volvo, Land Rover, Jaguar y marcas propias- y de la británica Aston Martin.

Compartir:
Notas Relacionadas

Suscripción Digital

Suscríbase a Mercado y reciba todos los meses la mas completa información sobre Economía, Negocios, Tecnología, Managment y más.

Suscribirse Archivo Ver todos los planes

Newsletter


Reciba todas las novedades de la Revista Mercado en su email.

Reciba todas las novedades