Finalmente, Bronfman se queda con Warner Music

Como se esperaba, el retiro de EMI puso WMG en manos de Edgar Bronfman, tras un acuerdo preliminar con Time Warner. Algunos expertos temen que la compra entrañe ciertos riesgos. Uno, que el consorcio vaya ahora por el grupo británico.

25 noviembre, 2003

A horas de apartarse Electric & Musical Industries (antiguamente Odeon) de la puja por Warner Music Group, se abrieron negociaciones entre el consorcio dirigido por Bronfman (h) y Thomas Lee Partners y Time Warner. Pero los reguladores estadounidenses y británicos sigue inquietos, pues existes serias posibilidades de que el adquirente de WMG intente copar el propio EMI, para dejar atrás a Sony-BMG.

La oferta por WMG es de US$ 2.600 millones. De aceptarla tal como fuera formulada, TW obtendría esa suma en efectivo más la opción de recomprar hasta 20% del paquete accionarios resultante. A diferencia de EMI, Bronfman tomará el negocio editor junto con Warner Music Group y no proyecta cambiar nombres.

Aun antes de desistir EMI, Richard Parsons, CEO de lo que antes era AOL Time Warner, prefería al consorcio Bronfman-Partners. La razón es simple: esta compra probablemente no sea cuestionada por las autoridades reguladoras estadounidenses. Además, el componente líquido de la oferta le facilitará al grupo cumplir con una meta financiera crucial: bajar el endeudamiento de US$ 24.100 a 20.000 millones durante 2004. Roger Ames, presidente de WMG, formará parte de la futura conducción.

Ahora bien, varios observadores independientes abrigan dudas. “Para TW está claro: tiene que achicar deudas. Pero ¿qué obtendrá Bronfman? Dejando de lado rehacerse del fracaso con UMG –señala Paul Kim, de Tradition Asiel Securities- comprándose otra grabadora grande, esta operación presupone tener datos muy positivos sobre la rentabilidad futura del negocio”.

Tanto Kim como Ethan Smith (“Wall Street Journal”) y Michael Nathanson –analista de medios- sostienen sin ambages que “esta actividad es una suma de riesgos. Nadie sabe bien si la banda ancha seguirá expandiéndose, si una futura Megainternet –según la vislumbra el proyecto PlanetLab- liquidará la piratería o si las tarifas en línea harán polvo la rentabilidad de la música”.

Por cierto, la venta de WMG coincide con un drástico bajón en ventas mundiales de música. Esto ha forzado una ola de F&A sin precedentes, que incluye el reciente acuerdo Sony-Bertelsmann (BMG). Pero, al revés de ellas, el consorcio Bronfman no cuenta con una ventaja típica de la fusión entre firmas del mismo sector: el recorte de costos operativos y fijos.

No obstante, se espera una amplia poda en la estructura de WMG. Para empezar, quizá se eliminen las filiales en Sudamérica, Europa oriental y el sudeste asiático. Además, existe la idea de juntar los tres sellos Warner en dos. Ambas medidas acercarán la estrategia del consorcio a la de EMI: catálogos reducidos, artistas y géneros con continuidad en el tiempo; no ya solistas ni grupos de moda que –merced a clips y dispositivos individuales orientados a adolescentes- nacen y mueren continuamente.

Sony-BMG hace exactamente lo contrario. Basta ver los innumerables “miniseparadores” que ofrece el canal homónimo. Uno de ellos es emblemático: un grupo “pop” exhibe, como mérito especial, haber cambiado varias veces de género… sólo este año. En términos estéticos, tiene la trascendencia de un tatuaje removible con agua.

A horas de apartarse Electric & Musical Industries (antiguamente Odeon) de la puja por Warner Music Group, se abrieron negociaciones entre el consorcio dirigido por Bronfman (h) y Thomas Lee Partners y Time Warner. Pero los reguladores estadounidenses y británicos sigue inquietos, pues existes serias posibilidades de que el adquirente de WMG intente copar el propio EMI, para dejar atrás a Sony-BMG.

La oferta por WMG es de US$ 2.600 millones. De aceptarla tal como fuera formulada, TW obtendría esa suma en efectivo más la opción de recomprar hasta 20% del paquete accionarios resultante. A diferencia de EMI, Bronfman tomará el negocio editor junto con Warner Music Group y no proyecta cambiar nombres.

Aun antes de desistir EMI, Richard Parsons, CEO de lo que antes era AOL Time Warner, prefería al consorcio Bronfman-Partners. La razón es simple: esta compra probablemente no sea cuestionada por las autoridades reguladoras estadounidenses. Además, el componente líquido de la oferta le facilitará al grupo cumplir con una meta financiera crucial: bajar el endeudamiento de US$ 24.100 a 20.000 millones durante 2004. Roger Ames, presidente de WMG, formará parte de la futura conducción.

Ahora bien, varios observadores independientes abrigan dudas. “Para TW está claro: tiene que achicar deudas. Pero ¿qué obtendrá Bronfman? Dejando de lado rehacerse del fracaso con UMG –señala Paul Kim, de Tradition Asiel Securities- comprándose otra grabadora grande, esta operación presupone tener datos muy positivos sobre la rentabilidad futura del negocio”.

Tanto Kim como Ethan Smith (“Wall Street Journal”) y Michael Nathanson –analista de medios- sostienen sin ambages que “esta actividad es una suma de riesgos. Nadie sabe bien si la banda ancha seguirá expandiéndose, si una futura Megainternet –según la vislumbra el proyecto PlanetLab- liquidará la piratería o si las tarifas en línea harán polvo la rentabilidad de la música”.

Por cierto, la venta de WMG coincide con un drástico bajón en ventas mundiales de música. Esto ha forzado una ola de F&A sin precedentes, que incluye el reciente acuerdo Sony-Bertelsmann (BMG). Pero, al revés de ellas, el consorcio Bronfman no cuenta con una ventaja típica de la fusión entre firmas del mismo sector: el recorte de costos operativos y fijos.

No obstante, se espera una amplia poda en la estructura de WMG. Para empezar, quizá se eliminen las filiales en Sudamérica, Europa oriental y el sudeste asiático. Además, existe la idea de juntar los tres sellos Warner en dos. Ambas medidas acercarán la estrategia del consorcio a la de EMI: catálogos reducidos, artistas y géneros con continuidad en el tiempo; no ya solistas ni grupos de moda que –merced a clips y dispositivos individuales orientados a adolescentes- nacen y mueren continuamente.

Sony-BMG hace exactamente lo contrario. Basta ver los innumerables “miniseparadores” que ofrece el canal homónimo. Uno de ellos es emblemático: un grupo “pop” exhibe, como mérito especial, haber cambiado varias veces de género… sólo este año. En términos estéticos, tiene la trascendencia de un tatuaje removible con agua.

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