Etanol: genera problemas agrícolas en Estados Unidos

Por un lado, la demanda del cereal como insumo para etanol ha elevado la superficie sembrada, lo cual baja precios. Por otro, antes había alcanzado 16 centavos por m3 (cuatro dólares el “bushel”, una medida anacrónica e impráctica).

3 abril, 2007

Si bien las noticias sobre incremento de cultivos frenaron el alza y hasta la revirtieron, los agricultores viven entre dos tendencias opuestas: seguir usufructuando subsidios –como sus equivalentes de la Unión Europea- o aceptar la nueva realidad, vale decir el papel del grano como insumo (no el único) para producir etanol.

La curiosa reacción de Fidel Castro, advirtiendo que el uso de maíz para combustible puede causar hambre en el mundo, ubica al dictador en el campo de los países centrales, aferrados a subsidios. Por el contrario, los cultivadores norteamericanos han alcanzado un volumen de siembra no visto desde hace decenios. Esto fomenta demanda de semillas, fertilizantes, maquinaria y hasta seguros contra el mal tiempo.

En realidad, el propio George W.Bush, hasta entonces incondicional de las grandes petroleras, inició el auge del etanol el año pasado. Días atrás, por otra parte, formó con el brasileño Luiz Inácio da Silva una especie de “megaeje” del etanol. Si bien los medios conservadores argentinos y uruguayos lo silencian, hay planes para incluir Argentina en ese proyecto. Eso quizás explique la reacción de Castro, virtual operador de Hugo Chávez. En Venezuela, por cierto, ni siquiera la oposición quiere saber nada con combustibles alternativos.

Pero, volviendo a EE.UU., este auge de siembre está disminuyendo valores a término. Dicho de otra manera, amenaza desarmar posiciones y derivados sobre maíz en Chicago, nodo de la especulación cerealera global. En ese plano, coinciden los intereses del mercado, Castro, Chávez, el “lobby” petrolero tejano y los agricultores adictos a subsidios en ambas orillas del Atlántico norte.

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Obviamente, un desplome de precios internacionales perjudicaría también a Latinoamérica. Pero, si el incremento de cultivos obedece a futura demanda para etanol, sus valores eventualmente rebotarán y alcanzaran puntos de equilibrio. Debe recordarse que el maíz es insumo de alimentos humanos y animales, por lo cual es factible que haya precios inestables hasta que las tres aplicaciones (la tercera es el etanol) se equilibren. Hasta ahora, este cereal no parece tener los graves efectos ecológicos de la soya y su siembra directa.

Por el contrario, en EE.UU. la expansión del maíz se opera a expensas de la soya, fenómeno que beneficia a Brasil, Argentina, Bolivia y Paraguay. Al menos, mientras no se agoten las tierras. Naturalmente, el uso histórico de cereal como alimento humano se resiente: en México –origen del maíz, de paso-, donde siguen subiendo de precio las tortillas, base de la dieta popular.

Estimaciones difundidas a principios de marzo indican que, para esta temporada se cultivarán en EE.UU. 35 millones de hectáreas, contra 31.500.000 en 2006. Es el máximo desde los años 40. En lo atinente a la cosecha se espera, la parte dominante se dividirá entre 70% de maíz y 30% de soya, contra 55-45% en 2006.

Si bien las noticias sobre incremento de cultivos frenaron el alza y hasta la revirtieron, los agricultores viven entre dos tendencias opuestas: seguir usufructuando subsidios –como sus equivalentes de la Unión Europea- o aceptar la nueva realidad, vale decir el papel del grano como insumo (no el único) para producir etanol.

La curiosa reacción de Fidel Castro, advirtiendo que el uso de maíz para combustible puede causar hambre en el mundo, ubica al dictador en el campo de los países centrales, aferrados a subsidios. Por el contrario, los cultivadores norteamericanos han alcanzado un volumen de siembra no visto desde hace decenios. Esto fomenta demanda de semillas, fertilizantes, maquinaria y hasta seguros contra el mal tiempo.

En realidad, el propio George W.Bush, hasta entonces incondicional de las grandes petroleras, inició el auge del etanol el año pasado. Días atrás, por otra parte, formó con el brasileño Luiz Inácio da Silva una especie de “megaeje” del etanol. Si bien los medios conservadores argentinos y uruguayos lo silencian, hay planes para incluir Argentina en ese proyecto. Eso quizás explique la reacción de Castro, virtual operador de Hugo Chávez. En Venezuela, por cierto, ni siquiera la oposición quiere saber nada con combustibles alternativos.

Pero, volviendo a EE.UU., este auge de siembre está disminuyendo valores a término. Dicho de otra manera, amenaza desarmar posiciones y derivados sobre maíz en Chicago, nodo de la especulación cerealera global. En ese plano, coinciden los intereses del mercado, Castro, Chávez, el “lobby” petrolero tejano y los agricultores adictos a subsidios en ambas orillas del Atlántico norte.

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Obviamente, un desplome de precios internacionales perjudicaría también a Latinoamérica. Pero, si el incremento de cultivos obedece a futura demanda para etanol, sus valores eventualmente rebotarán y alcanzaran puntos de equilibrio. Debe recordarse que el maíz es insumo de alimentos humanos y animales, por lo cual es factible que haya precios inestables hasta que las tres aplicaciones (la tercera es el etanol) se equilibren. Hasta ahora, este cereal no parece tener los graves efectos ecológicos de la soya y su siembra directa.

Por el contrario, en EE.UU. la expansión del maíz se opera a expensas de la soya, fenómeno que beneficia a Brasil, Argentina, Bolivia y Paraguay. Al menos, mientras no se agoten las tierras. Naturalmente, el uso histórico de cereal como alimento humano se resiente: en México –origen del maíz, de paso-, donde siguen subiendo de precio las tortillas, base de la dieta popular.

Estimaciones difundidas a principios de marzo indican que, para esta temporada se cultivarán en EE.UU. 35 millones de hectáreas, contra 31.500.000 en 2006. Es el máximo desde los años 40. En lo atinente a la cosecha se espera, la parte dominante se dividirá entre 70% de maíz y 30% de soya, contra 55-45% en 2006.

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