Estados Unidos, otra vez contra los paraísos extraterritoriales
Nuevamente, Washington denuncia a las plazas off shore. Ahora, en el senado afirman que le cuestan US$ 50.000 a 70.000 millones anuales al fisco norteamericano. Esto no es nuevo. Tampoco la inacción de Hacienda y otras instancias.
Esta vez le tocó el turno al subcomité de investigaciones permanentes, cámara alta. Sólo que, ahora, se dan algunos nombre de gente, firmas e intermediarios que eluden o facilitan eludir el pago de impuestos vía refugios extraterritoriales.
En rigor, esas cifras pierden valor cuando se las compara con el déficit fiscal federal o el agujero en la cuenta corriente de pagos externos (US$ 790.000 millones a fines de 2005). Entre los “abusadores” aparecen Robert Wood Johnson (magnate de la atención médica privada en Nueva York), Haim Saban –multimillonario de Bel Air- y varios petroleros tejanos, entre ellos amigos del clan Bush.
“Las investigaciones -señala el panel- han puesto en evidencia fidecomisos falsos, sociedades fantasmas y transacciones ficticias para evadir o eludir obligaciones tributarias. El uso de jurisdicciones para lavar ingresos es injusta y debemos cerrar tantos huecos legales”. No obstante, ni esa instancia ni otras ponen el dedo en la llaga: la proliferación de paraísos “off shore”.
Inclusive, algunos que no son pequeñas islas ni tienen costas. En EE.UU. mismo, el estado de Delaware. En la Unión Europea, Luxemburgo, quizás el ejemplo más escandaloso de hipocresía. Superior, inclusive, a los exisxtentes en Gran Bretaña; las islas de Man (mar de Irlanda) y Guernsey (canal de la Mancha).
Tampoco se mencionan la “tradicional” suiza ni su satélite, Liechtenstein, donde corre más dinero negro que el varios países. Entre otros negocios turbios, florece el financiamiento del tráfico bélico ilícito. La política exterior norteamericana tiene parte de la culpa. Por un lado, censura constantemente una “off shore de facto”, la triple frontera Argentina-Brasil-Paraguay. Por el otro, permite que Montevideo y Panamá funcionen como escala para lavar fondos de ese origen.
Esta vez le tocó el turno al subcomité de investigaciones permanentes, cámara alta. Sólo que, ahora, se dan algunos nombre de gente, firmas e intermediarios que eluden o facilitan eludir el pago de impuestos vía refugios extraterritoriales.
En rigor, esas cifras pierden valor cuando se las compara con el déficit fiscal federal o el agujero en la cuenta corriente de pagos externos (US$ 790.000 millones a fines de 2005). Entre los “abusadores” aparecen Robert Wood Johnson (magnate de la atención médica privada en Nueva York), Haim Saban –multimillonario de Bel Air- y varios petroleros tejanos, entre ellos amigos del clan Bush.
“Las investigaciones -señala el panel- han puesto en evidencia fidecomisos falsos, sociedades fantasmas y transacciones ficticias para evadir o eludir obligaciones tributarias. El uso de jurisdicciones para lavar ingresos es injusta y debemos cerrar tantos huecos legales”. No obstante, ni esa instancia ni otras ponen el dedo en la llaga: la proliferación de paraísos “off shore”.
Inclusive, algunos que no son pequeñas islas ni tienen costas. En EE.UU. mismo, el estado de Delaware. En la Unión Europea, Luxemburgo, quizás el ejemplo más escandaloso de hipocresía. Superior, inclusive, a los exisxtentes en Gran Bretaña; las islas de Man (mar de Irlanda) y Guernsey (canal de la Mancha).
Tampoco se mencionan la “tradicional” suiza ni su satélite, Liechtenstein, donde corre más dinero negro que el varios países. Entre otros negocios turbios, florece el financiamiento del tráfico bélico ilícito. La política exterior norteamericana tiene parte de la culpa. Por un lado, censura constantemente una “off shore de facto”, la triple frontera Argentina-Brasil-Paraguay. Por el otro, permite que Montevideo y Panamá funcionen como escala para lavar fondos de ese origen.
