El negocio de la moda — exclusiva o popular — hoy.

Durante el transcurso de la Penn Fashion Week, que celebró su quinto aniversario la última semana de marzo, hubo un interesante debate sobre las consecuencias de la globalización para el mundo de la moda.

15 abril, 2011

<p>El debate &ndash; que se constituy&oacute; en el acontecimiento m&aacute;s importante de la semana &ndash; tuvo como protagonistas a Vera Wang, famosa por su marca de vestidos de novia de gran exclusividad y William Fung, director gerente de Li &amp; Fung, una sociedad mercantil que alimenta y coordina las cadenas de suministro de alrededor de 20% de las marcas que se encuentran en cualquier centro comercial de Estados Unidos. <br /><br />Vera Wang es una marca de fama mundial pero comprada por muy pocos. William Fung es un ilustre desconocido, pero las prendas que distribuye cuelgan en una inmensa mayor&iacute;a de placares. <br /><br />Ambos coincidieron en que el negocio de la moda es totalmente diferente del que conocieron cuando entraron en el sector. Pertenecen a familias amigas. Sus padres se conoc&iacute;an y ambas familias dejaron China para escapar de la Revoluci&oacute;n Comunista a fines de los a&ntilde;os 40. <br /><br />Si bien Wang entr&oacute; al mercado de las novias porque vio una oportunidad de negocios, no tard&oacute; en darse cuenta de que era una perspectiva con retornos limitados. Con sus creaciones se casaron Chelsea Clinton, Alicia Keys y Jennifer Garner. &ldquo;Cuando uno recibe un encargo de alguien muy famoso, hay mucha prensa y eso genera mucho conocimiento de la marca&rdquo;, dice Wang. Pero nadie se hace rico de ese modo. Cuando ella entr&oacute; al mercado de la moda hace 22 a&ntilde;os &ldquo;Solamente se pod&iacute;a entrar por la cima&rdquo;. Pero lo que muchas marcas de dise&ntilde;o exclusivo todav&iacute;a no han averiguado es c&oacute;mo traducir reconocimiento de marca en ventas que sostengan el negocio. A ese problema se le suma otro: las celebridades no s&oacute;lo usan ropa de dise&ntilde;o, tambi&eacute;n se largan a dise&ntilde;ar. &ldquo;Entonces nosotros, los verdaderos dise&ntilde;adores, nos encontramos peleando contra la cultura de la celebridad&rdquo;, agrega Wang. &quot;Yo estoy compitiendo contra mi amiga Gwen Stefani en perfumes; una l&iacute;nea de ropa de Jennifer Lopez va a estar en Kohl&rsquo;s conmigo. Todo el mundo ha cambiado en cuanto a identidad de marca, en cuanto a qu&eacute; constituye un dise&ntilde;ador y en cuanto a c&oacute;mo mantener el nombre en el candelero.&quot; <br /><br />En a&ntilde;os anteriores, s&oacute;lo los que lograban asistir a los desfiles o las semanas de la moda pod&iacute;an vislumbrar lo que iba a ser tendencia en la siguiente temporada. Hoy para ver un desfile no hay m&aacute;s que visitar YouTube y ver la pasarela en acci&oacute;n. &quot;La realidad era que si me quedaba en el mercado de las bodas no hab&iacute;a mucho futuro para m&iacute;,&quot; explic&oacute; Wang. Una vez que ella decidi&oacute;, hace ocho a&ntilde;os, crear una l&iacute;nea de difusi&oacute;n, el tema era c&oacute;mo traducir el estilo y la est&eacute;tica del dise&ntilde;o de un vestido de US$10.000 a un top de US$ 24. &quot;He tratado de dar valor en todos los niveles de precios. Si usted me compra un vestido de novia de US$ 10.000, est&aacute; hecho a mano por tres mujeres que trabajan el encaje a mano durante dos d&iacute;as. Por otro lado, si fabricamos una remera estampada para Kohl&rsquo; hacemos todo lo que hay que hacer para que una prenda de ese precio tenga la mejor calidad posible. Aunque el precio sea&nbsp;US$ 19, quiero que la gente piense que est&aacute; obteniendo una remera de US$ 90 en t&eacute;rminos de dise&ntilde;o, cuidado, cari&ntilde;o y actitud. <br /><br />&nbsp;</p>

<p>A medida que India, China y otros pa&iacute;ses en desarrollo surgen como grandes mercados consumidores, tanto Wang como Fung predicen que el problema no se va a limitar a qu&eacute; estilos funcionar&aacute;n en las grandes ciudades de Estados Unidos o Europa. Las crecientes clases medias en los mercados emergentes comenzar&aacute;n a buscar moda de lujo, y las principales marcas los buscar&aacute;n como&nbsp;nueva base de clientes — Prada, Louis Vuitton, Chanel &ndash; todos est&aacute;n usando modelos asi&aacute;ticas. Sorprende que lo haga, por ejemplo, una casa italiana como Prada. &ldquo;El mundo va a ser m&aacute;s chico, y todas esas diferencias se est&aacute;n volviendo menos notables. All&iacute; tendremos nosotros otro gran desaf&iacute;o.&rdquo;<br />
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Fung predice que la era de cosas baratas que llegan desde Asia se acab&oacute;. El punto de quiebre fue el suicidio en 2010 de 14 trabajadores en China en una planta de productos electr&oacute;nicos que hace componentes para Dell, Hewlett-Packard y Apple, entre otras. La compa&ntilde;&iacute;a respondi&oacute; a las muertes prometiendo mejores sueldos, pero Fung dice que los incidentes tambi&eacute;n marcaron un cambio de direcci&oacute;n para los l&iacute;deres chinos. <br />
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&quot;El gobierno chino est&aacute; planeando un aumento anual de 13% durante cinco a&ntilde;os. Eso significa que los sueldos casi se duplicar&aacute;n. Marca un cambio, y yo creo que un gran aumento en los precios al consumidor,&quot; dice Fung. <br />
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&quot;Hay quienes dicen que China es s&oacute;lo un pa&iacute;s, pero es un pa&iacute;s grande en t&eacute;rminos de producci&oacute;n. China manten&iacute;a una tapa puesta sobre los costos laborales en otras partes del mundo, como India y Camboya. A medida que los precios en China suban, tambi&eacute;n subir&aacute;n los precios en otros pa&iacute;ses productivos&rdquo;.</p>
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