Contamino… pero compenso
Es una forma de acallar la conciencia. Los viajes aéreos contaminan la atmósfera, pero no importa tanto si los viajeros reparan el daño causado participando en proyectos ecológicos. Se repite la famosa limpieza de pecados por dinero del siglo 16.
Hay en Estados Unidos y Europa empresas y muchas ONG que ofrecen a la gente formas de hacer aportes económicos a proyectos que desaceleran el cambio climático. El incentivo es compensar las emisiones de gases de invernadero que se derivan de los viajes que realizan en avión. La iniciativa climática de la Tufts University en Estados Unidos, que señala que el transporte aéreo es un sector altamente contaminante, analizó las diferentes propuestas y sus argumentos.
Según el panel intergubernamental sobre cambio climático (IPCC según sus siglas en inglés) estima que el transporte aéreo continuará creciendo y que en 2050 el nivel de sus emisiones será 10 veces superior al de 1992 (cuando ya producía 2% del total de las emisiones contaminantes por actividad humana).
De modo que así como en el siglo 16 el libertinaje curial católico permitía el pago de indulgencias en efectivo como medio para obtener la absolución de los pecados, hoy hay personas preocupadas por el cambio climático pero no lo suficiente como para dejar de volar; pueden, entonces, neutralizar la contaminación de los aviones haciendo aportes a proyectos para fomentar energías renovables o aumentar la eficiencia energética.
Ya hay agencias de viaje, empresas varias y ONG que han empezado a ofrecer la opción de comprar compensaciones de este tipo por sus viajes; por ejemplo, Expedia y Travelocity.
La evaluación que hace la Tufts University Climate Iniciative incluye indicadores como calidad de proyecto, tipo de proyecto, financiación, calidad de calculador de emisiones y los precios de los certificados.
Por su parte, los ecologistas argumentan que estos mecanismos compensatorios no se traducirán en una reducción real de las emisiones de CO2, y que la única solución eficiente se encuentra en la regulación de emisiones impuesta por ley.
Hay en Estados Unidos y Europa empresas y muchas ONG que ofrecen a la gente formas de hacer aportes económicos a proyectos que desaceleran el cambio climático. El incentivo es compensar las emisiones de gases de invernadero que se derivan de los viajes que realizan en avión. La iniciativa climática de la Tufts University en Estados Unidos, que señala que el transporte aéreo es un sector altamente contaminante, analizó las diferentes propuestas y sus argumentos.
Según el panel intergubernamental sobre cambio climático (IPCC según sus siglas en inglés) estima que el transporte aéreo continuará creciendo y que en 2050 el nivel de sus emisiones será 10 veces superior al de 1992 (cuando ya producía 2% del total de las emisiones contaminantes por actividad humana).
De modo que así como en el siglo 16 el libertinaje curial católico permitía el pago de indulgencias en efectivo como medio para obtener la absolución de los pecados, hoy hay personas preocupadas por el cambio climático pero no lo suficiente como para dejar de volar; pueden, entonces, neutralizar la contaminación de los aviones haciendo aportes a proyectos para fomentar energías renovables o aumentar la eficiencia energética.
Ya hay agencias de viaje, empresas varias y ONG que han empezado a ofrecer la opción de comprar compensaciones de este tipo por sus viajes; por ejemplo, Expedia y Travelocity.
La evaluación que hace la Tufts University Climate Iniciative incluye indicadores como calidad de proyecto, tipo de proyecto, financiación, calidad de calculador de emisiones y los precios de los certificados.
Por su parte, los ecologistas argumentan que estos mecanismos compensatorios no se traducirán en una reducción real de las emisiones de CO2, y que la única solución eficiente se encuentra en la regulación de emisiones impuesta por ley.
