Como tantos otros, Wal-Mart se rindió ante Beijing

Dos células del partido Comunista y participación gremial en la empresa. Fue el precio para mantener sesenta supermercados en China. El gigante minorista sigue los pasos de Google, Yahoo, Microsoft, Motorola, etc.

4 septiembre, 2006

Visto desde Beijing, es un triunfo. Vista desde Bentonville, Arkansas, es otra derrota. Finalmente, Wal-Mart Stores debió abandonar su política laboral autoritaria –tratar con individuos, no con sindicatos- y aceptar presencia gremial, junto con la del propio partido Comunista.

Pero no ha sido una victoria de la democracia. En primer término, porque China es una economía de mercado ligada a un régimen totalitario, lo cual demuestra que los negocios no exigen libertades civiles (algo que los latinoamericanos saben desde hace decenios). En segundo lugar, porque el PC exige a los trabajadores rendir al máximo y no perturbar con “reclamos “inoportunos”.

Sea como fuere, la “rendición” de Wal-Mart es un símbolo poco grato a la compañía, que ya tenía problemas sindicales o sociales (discriminación) en Estados Unidos, Méjico, Brasil, Gran Bretaña y, hasta que se fue, Alemania. En la primera etapa, habrá delegados gremiales en un tercio de los supermercados, Hongkong inclusive. Por las dudas, días atrás el PC chino instaló las dos primeras células internas en Shengyang.

Según la tradición leninista, las células controlan tanto a empresas como a trabajadores. Por ahora, la presencia de la cadena en ese país es escasa. Apenas sesenta supermercados sobre un total mundial de 6.600 en quince países y ventas por US$ 300.000 millones (2005). Naturalmente, la inmensa mayoría de comercios opera en EE.UU.

Resulta irónico que, hace pocos meses, un alto ejecutivo de la empresa exaltase el “modelo basado en tratar con personas, no con sindicatos”, disertando en la universidad Tsinghua (Beijing). Por supuesto, es imposible para los individuos negociar en serio con compañías de ese tamaño, máxime si éstas estiman “superflua la intermediación gremial”. Justamente, la primera delegación laboral se abrió en Qanzhou, cerca de la capital china.

Tal es la dureza gremial de Wal-Mart que, en casos donde hay delegados, es porque ya estaban al ser compradas las bocas de expendio. En cuanto a Beijing, le ha dado a la firma diez años para ajustarse a las condiciones locales, pues el primer supermercado data de 1996. En lo formal, los chinos cumplieron con un requisito básico: reunieron treinta formas por cada boca de expendio, pidiendo representación sindical. Ha sido un mal trago para Wal-Mart, que este año ha abandonado Surcorea y Alemania. Además, le costó evitar una huelga en Asda, su subsidiaria británica.

Visto desde Beijing, es un triunfo. Vista desde Bentonville, Arkansas, es otra derrota. Finalmente, Wal-Mart Stores debió abandonar su política laboral autoritaria –tratar con individuos, no con sindicatos- y aceptar presencia gremial, junto con la del propio partido Comunista.

Pero no ha sido una victoria de la democracia. En primer término, porque China es una economía de mercado ligada a un régimen totalitario, lo cual demuestra que los negocios no exigen libertades civiles (algo que los latinoamericanos saben desde hace decenios). En segundo lugar, porque el PC exige a los trabajadores rendir al máximo y no perturbar con “reclamos “inoportunos”.

Sea como fuere, la “rendición” de Wal-Mart es un símbolo poco grato a la compañía, que ya tenía problemas sindicales o sociales (discriminación) en Estados Unidos, Méjico, Brasil, Gran Bretaña y, hasta que se fue, Alemania. En la primera etapa, habrá delegados gremiales en un tercio de los supermercados, Hongkong inclusive. Por las dudas, días atrás el PC chino instaló las dos primeras células internas en Shengyang.

Según la tradición leninista, las células controlan tanto a empresas como a trabajadores. Por ahora, la presencia de la cadena en ese país es escasa. Apenas sesenta supermercados sobre un total mundial de 6.600 en quince países y ventas por US$ 300.000 millones (2005). Naturalmente, la inmensa mayoría de comercios opera en EE.UU.

Resulta irónico que, hace pocos meses, un alto ejecutivo de la empresa exaltase el “modelo basado en tratar con personas, no con sindicatos”, disertando en la universidad Tsinghua (Beijing). Por supuesto, es imposible para los individuos negociar en serio con compañías de ese tamaño, máxime si éstas estiman “superflua la intermediación gremial”. Justamente, la primera delegación laboral se abrió en Qanzhou, cerca de la capital china.

Tal es la dureza gremial de Wal-Mart que, en casos donde hay delegados, es porque ya estaban al ser compradas las bocas de expendio. En cuanto a Beijing, le ha dado a la firma diez años para ajustarse a las condiciones locales, pues el primer supermercado data de 1996. En lo formal, los chinos cumplieron con un requisito básico: reunieron treinta formas por cada boca de expendio, pidiendo representación sindical. Ha sido un mal trago para Wal-Mart, que este año ha abandonado Surcorea y Alemania. Además, le costó evitar una huelga en Asda, su subsidiaria británica.

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