Comisión Europea: nada de subsidios estatales al fútbol italiano

Mario Monti, comisionado de la Unión Europea pro defensa de la competencia, frenará un decreto de Silvio Berlusconi, cuyo objeto es salvar de la quiebra al fútbol italiano. Bruselas no aceptará rescates pagados con fondos públicos.

12 febrero, 2003

Intereses del negocio y sus nexos con la dirigencia política, financiera
y empresaria de la península forzaron -el jueves 6- el trámite parlamentario
de un “decreto de necesidad y urgencia”. A criterio de Monti y otros
funcionarios de la Comisión Europea (poder ejecutivo de la UE) sostienen
que “ello configuraría un auxilio estatal a sociedades de derecho
privado, en desmedro de la libre concurrencia”.

Al igual que en otras economías avanzadas, los clubes de fútbol
son empresas (en general, sociedades anónimas) e, inclusive, varios cotizan
en bolsa. “Apenas recibí ese decreto -explicaba ayer Monti a la
prensa en Bruselas-, lo remití con urgencia a los expertos para que los
analicen y definan nuestro curso de acción”. Por supuesto, el primer
efecto de este rechazo sería trabar el pasaje de la medida por el senado
italiano.

Monti admite que el tema entraña “factores políticos, sociales,
económicos y hasta psicológicos”. Otros funcionarios, menos
diplomáticos, aludieron directamente a los vínculos del fútbol
con el poder. Además, la existencia de clubes al borde de la quiebra
no parece incidir en la compraventa de jugadores a precios desorbitados, intermediarios
que no pagan impuestos y otras características poco claras.

El promotor del decreto es el primer ministro, Silvio Berlusconi -ligado a
un club-, vía Rocco Buttiglione, ministro de Políticas Comunitarias.
“Monti debe tener en cuenta la grave emergencia que afronta el fútbol
italiano. En 2002, ha acumulado deudas por € 2.500 millones y un déficit
operativo de 700 millones”. Justamente, ese rojo es la piedra del escándalo,
pues Bruselas ve su eventual “financiamiento blando” como un aporte
de dineros públicos, algo inconcebible en la normativa de la UE respecto
de bancas y empresas privadas donde un Estado no sea accionista.

Lógicamente, el nutrido “frente multipartidario” en favor
del auxilio a los clubes no descarta una “solución tipo Colaninno”.
Esto alude a Roberto Colaninno, que lanzó un plan para “mantener
Fiat Auto italiana” mediante aportes e ingreso del Estado en el paquete.
El caso interesa a Alemania -cuyo fútbol también está en
rojo y depende de grupos empresarios tan inestables como Kirch Media-, Gran
Bretaña y Francia. En la periferia se ha optado por cauto silencio, porque
hay países donde abundan clubes importantes en quiebra.

Intereses del negocio y sus nexos con la dirigencia política, financiera
y empresaria de la península forzaron -el jueves 6- el trámite parlamentario
de un “decreto de necesidad y urgencia”. A criterio de Monti y otros
funcionarios de la Comisión Europea (poder ejecutivo de la UE) sostienen
que “ello configuraría un auxilio estatal a sociedades de derecho
privado, en desmedro de la libre concurrencia”.

Al igual que en otras economías avanzadas, los clubes de fútbol
son empresas (en general, sociedades anónimas) e, inclusive, varios cotizan
en bolsa. “Apenas recibí ese decreto -explicaba ayer Monti a la
prensa en Bruselas-, lo remití con urgencia a los expertos para que los
analicen y definan nuestro curso de acción”. Por supuesto, el primer
efecto de este rechazo sería trabar el pasaje de la medida por el senado
italiano.

Monti admite que el tema entraña “factores políticos, sociales,
económicos y hasta psicológicos”. Otros funcionarios, menos
diplomáticos, aludieron directamente a los vínculos del fútbol
con el poder. Además, la existencia de clubes al borde de la quiebra
no parece incidir en la compraventa de jugadores a precios desorbitados, intermediarios
que no pagan impuestos y otras características poco claras.

El promotor del decreto es el primer ministro, Silvio Berlusconi -ligado a
un club-, vía Rocco Buttiglione, ministro de Políticas Comunitarias.
“Monti debe tener en cuenta la grave emergencia que afronta el fútbol
italiano. En 2002, ha acumulado deudas por € 2.500 millones y un déficit
operativo de 700 millones”. Justamente, ese rojo es la piedra del escándalo,
pues Bruselas ve su eventual “financiamiento blando” como un aporte
de dineros públicos, algo inconcebible en la normativa de la UE respecto
de bancas y empresas privadas donde un Estado no sea accionista.

Lógicamente, el nutrido “frente multipartidario” en favor
del auxilio a los clubes no descarta una “solución tipo Colaninno”.
Esto alude a Roberto Colaninno, que lanzó un plan para “mantener
Fiat Auto italiana” mediante aportes e ingreso del Estado en el paquete.
El caso interesa a Alemania -cuyo fútbol también está en
rojo y depende de grupos empresarios tan inestables como Kirch Media-, Gran
Bretaña y Francia. En la periferia se ha optado por cauto silencio, porque
hay países donde abundan clubes importantes en quiebra.

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