Claves del año 5: Aceros en auge, por el momento

La demanda china de acero provoca un raro repunte mundial. Eso estimula una ola de compras que varios expertos califican de apresurada, pues Beijing está produciendo más y puede saturar los mercados.

10 enero, 2006

Ejemplo típico de euforia es la oferta de compra hostil lanzada por Arcelor sobre Dofasco. Justamente, mientras los excedentes chinos amenazan con atosigar la plaza global y poner a prueda la solidez de los grandes conglomerados siderúrgicos.

A fines de 2000, mientras los inversores seguían inflando la burbuja puntocom, el acero se consideraba uno de los últimos bastiones de la “vieja economía”. Muchas siderúrgicas eran de propiedad estatal o vivían de subsidios, pues los gobiernos las veían como activos de interés nacional (y tenían razón).

Hoy, con aquella burbuja –cifrada en empresas sin valor en libros- es historia, el acero vuelve a crear interés. Así lo señala el caso Arcelor.

En diciembre, la compañía –creada en 2001 por una fusión de siderúrgicas de Francia, España y Luxemburgo-, puso sobre la mesa una oferta hostil (US$ 3.800 millones en efectivo) por Dofasco. Se trata de la mayor empresa de su tipo en Canadá.

Hay otros síntomas de cambio. Sin ir más lejos, la iniciativa de de Arcelor –segunda acería del mundo- ha generado rumores sobre la otros interesados en Dofasco: uno alemán, el otro norteamericano. En cuanto al carácter hostil de la oferta Arcelor, tiene una significativa explicación: meses atrás, Mittal (la mayor siderúrgica del planeta) le ganó de mano y se quedó con Kryvórizhstal –US$ 4-800 millones-, ex propiedad del estado ucraniano.

No paraba ahí la fiebre de fusiones y adquisiciones. Poco antes, Arcelor y Mittan habían perdido ante un rival local la puja por una parte en el paquete de Erdemir, la acería estatal turca. Días atrás, Mittal se consoló tomando algunos activos de StelCo, una usina canadiense en quiebra.

Esta ola de F&A ha contribuido a mejorar las perspectivas de la siderurgia mundial, reduciendo la capacidad ociosa crónica que castigaba a la actividad desde hacía decenios. De paso, aporta nuevos y más eficaces elencos ejecutivos a un negocio que era sinónimo de management pobre, burocrático. La privatización de plantas y otros activos en el ex bloque soviético –Europa oriental, sobre todo- crear oportunidades consolidatorias.

No obstante, el factor clave es China. Su creciente demanda siderúrgica ha estado elevando precios hasta no hace mucho: los perfiles en caliente, que no subían de US$ 200 la tonelada métrica en 2001, quebraron la barrera de US$ 600 a fin de 2004. Más tarde, mostraban algunas bajas.

Este síntoma significa, sostienen los expertos, que la industria todavía afronta dos problemas. El primero es que su repunte no ha pasado inadvertido para quienes comercian insumos siderúrgicos. Así, los proveedores de mineral de hierro se han cartelizado y exigen aumnentos de hasta 70% este años, tras haber logrado 10%en 2004.

El segundo problema, potencialmente más peligroso, es que la firme demanda china (representa 30% del consumo mundial) comience a flaquear. Eso será especialmente riesgoso si la producción de ese país sigue subiendo. En 2003, sus acerían entrearon 273 millones de productos pero, en enero-octubre de 2005, ese monto sumaba 287 millones.

A todo esto, las grandes siderúrgicas esperan que, hacipendo todavía más grandes, puean sacar mejor provecho en las buenas coyunturas y aislarse cuando las cosas se pongan mal. Ejecutivos y analistas vislumbran un futuro dominado por un puñado de acerías cuya producción unitaria no sea inferior a los cien millones de toneladas por año.

Ejemplo típico de euforia es la oferta de compra hostil lanzada por Arcelor sobre Dofasco. Justamente, mientras los excedentes chinos amenazan con atosigar la plaza global y poner a prueda la solidez de los grandes conglomerados siderúrgicos.

A fines de 2000, mientras los inversores seguían inflando la burbuja puntocom, el acero se consideraba uno de los últimos bastiones de la “vieja economía”. Muchas siderúrgicas eran de propiedad estatal o vivían de subsidios, pues los gobiernos las veían como activos de interés nacional (y tenían razón).

Hoy, con aquella burbuja –cifrada en empresas sin valor en libros- es historia, el acero vuelve a crear interés. Así lo señala el caso Arcelor.

En diciembre, la compañía –creada en 2001 por una fusión de siderúrgicas de Francia, España y Luxemburgo-, puso sobre la mesa una oferta hostil (US$ 3.800 millones en efectivo) por Dofasco. Se trata de la mayor empresa de su tipo en Canadá.

Hay otros síntomas de cambio. Sin ir más lejos, la iniciativa de de Arcelor –segunda acería del mundo- ha generado rumores sobre la otros interesados en Dofasco: uno alemán, el otro norteamericano. En cuanto al carácter hostil de la oferta Arcelor, tiene una significativa explicación: meses atrás, Mittal (la mayor siderúrgica del planeta) le ganó de mano y se quedó con Kryvórizhstal –US$ 4-800 millones-, ex propiedad del estado ucraniano.

No paraba ahí la fiebre de fusiones y adquisiciones. Poco antes, Arcelor y Mittan habían perdido ante un rival local la puja por una parte en el paquete de Erdemir, la acería estatal turca. Días atrás, Mittal se consoló tomando algunos activos de StelCo, una usina canadiense en quiebra.

Esta ola de F&A ha contribuido a mejorar las perspectivas de la siderurgia mundial, reduciendo la capacidad ociosa crónica que castigaba a la actividad desde hacía decenios. De paso, aporta nuevos y más eficaces elencos ejecutivos a un negocio que era sinónimo de management pobre, burocrático. La privatización de plantas y otros activos en el ex bloque soviético –Europa oriental, sobre todo- crear oportunidades consolidatorias.

No obstante, el factor clave es China. Su creciente demanda siderúrgica ha estado elevando precios hasta no hace mucho: los perfiles en caliente, que no subían de US$ 200 la tonelada métrica en 2001, quebraron la barrera de US$ 600 a fin de 2004. Más tarde, mostraban algunas bajas.

Este síntoma significa, sostienen los expertos, que la industria todavía afronta dos problemas. El primero es que su repunte no ha pasado inadvertido para quienes comercian insumos siderúrgicos. Así, los proveedores de mineral de hierro se han cartelizado y exigen aumnentos de hasta 70% este años, tras haber logrado 10%en 2004.

El segundo problema, potencialmente más peligroso, es que la firme demanda china (representa 30% del consumo mundial) comience a flaquear. Eso será especialmente riesgoso si la producción de ese país sigue subiendo. En 2003, sus acerían entrearon 273 millones de productos pero, en enero-octubre de 2005, ese monto sumaba 287 millones.

A todo esto, las grandes siderúrgicas esperan que, hacipendo todavía más grandes, puean sacar mejor provecho en las buenas coyunturas y aislarse cuando las cosas se pongan mal. Ejecutivos y analistas vislumbran un futuro dominado por un puñado de acerías cuya producción unitaria no sea inferior a los cien millones de toneladas por año.

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