Citigroup: la SEC investiga sus negocios en Argentina

A diferencia de jueces y reguladores locales, la Comisión Federal de Valores inició sumario sobre actividades del primer grupo financiero mundial en Argentina. Se investigan operaciones y registros contables de 2001-2.

6 mayo, 2004

En realidad, la Securities & Exchange Commission (SEC) examina actividades de la filial en Buenos Aires, Citibank (vieja denominación del banco en Estados Unidos). Los alcances de las investigaciones van desde fines de 2000 –cuando ya se sabía que la convertibilidad se vendría abajo, pese al maquillaje de cuentas y la complicidad del FMI- hasta mediados de 2002. Para entonces, el país había declarado un cese unilateral de pagos, que sigue impune.

Hasta el momento, la SEC no ha abierto la boca. Los pocos datos llegados a los medios provienen del propio Citigroup. Esto tiene una explicación “política”: la antigua rivalidad entre el entonces CEO de Citicorp, John Reed, y su colega de Travelers’ Group, Sandford Weill. Tras la fusión que generó Citigroup, Weill aprovechó vulnerabilidades de Reed –amiguismo, negocios poco diáfanos en Latinoamérica- para desplazarlo.

En Nueva York, creen que el sumario se origina en el tratamiento contable de inversiones, negocios y cartera de morosos e incobrables. Además, la autoridad reguladora analiza fechas, asientos y ajustes contables derivados de conversiones entre monedas o cálculos de pérdidas. En 2002, el grupo asumió cargos brutos por US$ 1.700 millones en Argentina, inclusive 1.000 millones en quebrantos crediticios y 595 millones por pérdidas asociadas a la devaluación.

Como en el resto del sector financiero privado, sucesivos gobiernos, el Banco Central, el Congreso y casi toda la dirigencia política aceptaron a libro cerrado los números presentados por los bancos. Por su parte, la prensa soslayaba este tipo de asuntos hasta que el escándalo Enron abrió las compuertas. Aun así, hasta el II trimestre de 2002, sólo este medio se ocupaba del tema en el país.

Por supuesto, durante 2001 Citigroup hizo cambios en la conducción de sus operaciones argentinas. Al respecto, la entidad ya había sido investigada por autoridades norteamericanas en el asunto Citicorp Equity Investments (CEI, un negocio donde participaban Reed, Richard Handley, Guillermno Stanley y Juan C.Moneta). En cuanto a operaciones relacionadas con el colapso de la convertibilidad –que, de paso, terminó con la “actividad académica” de Domingo F.Cavallo en el exterior-, el 2002 el Senado estadounidense citó a Carlos Fedrigotti, CEO de Citibank.

Éste fue velozmente reemplazado por Peter Baumann, que volvió a Nueva York en 2003, por “razones personales”. Entretanto, una estrella del banco, Víctor Menezes –experto en la entelequia llamada “mercados emergentes”- pasó a un puesto simbólico en EE.UU., que abandonará a fin de año (si no antes).

En realidad, la Securities & Exchange Commission (SEC) examina actividades de la filial en Buenos Aires, Citibank (vieja denominación del banco en Estados Unidos). Los alcances de las investigaciones van desde fines de 2000 –cuando ya se sabía que la convertibilidad se vendría abajo, pese al maquillaje de cuentas y la complicidad del FMI- hasta mediados de 2002. Para entonces, el país había declarado un cese unilateral de pagos, que sigue impune.

Hasta el momento, la SEC no ha abierto la boca. Los pocos datos llegados a los medios provienen del propio Citigroup. Esto tiene una explicación “política”: la antigua rivalidad entre el entonces CEO de Citicorp, John Reed, y su colega de Travelers’ Group, Sandford Weill. Tras la fusión que generó Citigroup, Weill aprovechó vulnerabilidades de Reed –amiguismo, negocios poco diáfanos en Latinoamérica- para desplazarlo.

En Nueva York, creen que el sumario se origina en el tratamiento contable de inversiones, negocios y cartera de morosos e incobrables. Además, la autoridad reguladora analiza fechas, asientos y ajustes contables derivados de conversiones entre monedas o cálculos de pérdidas. En 2002, el grupo asumió cargos brutos por US$ 1.700 millones en Argentina, inclusive 1.000 millones en quebrantos crediticios y 595 millones por pérdidas asociadas a la devaluación.

Como en el resto del sector financiero privado, sucesivos gobiernos, el Banco Central, el Congreso y casi toda la dirigencia política aceptaron a libro cerrado los números presentados por los bancos. Por su parte, la prensa soslayaba este tipo de asuntos hasta que el escándalo Enron abrió las compuertas. Aun así, hasta el II trimestre de 2002, sólo este medio se ocupaba del tema en el país.

Por supuesto, durante 2001 Citigroup hizo cambios en la conducción de sus operaciones argentinas. Al respecto, la entidad ya había sido investigada por autoridades norteamericanas en el asunto Citicorp Equity Investments (CEI, un negocio donde participaban Reed, Richard Handley, Guillermno Stanley y Juan C.Moneta). En cuanto a operaciones relacionadas con el colapso de la convertibilidad –que, de paso, terminó con la “actividad académica” de Domingo F.Cavallo en el exterior-, el 2002 el Senado estadounidense citó a Carlos Fedrigotti, CEO de Citibank.

Éste fue velozmente reemplazado por Peter Baumann, que volvió a Nueva York en 2003, por “razones personales”. Entretanto, una estrella del banco, Víctor Menezes –experto en la entelequia llamada “mercados emergentes”- pasó a un puesto simbólico en EE.UU., que abandonará a fin de año (si no antes).

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