China confirma medidas contra las compras apalancadas

Dalton Colling, presidente de ALC Advisors, sabe ahora que la seguridad jurídica china es relativa. En efecto, una compra apalancada que su firma timoneó meses atrás ha sido virtualmente torpedeada por el gobierno. No el único caso.

12 enero, 2007

La operación, por cuenta de un fondo especializado en esos negocios, choca con un problema industrial: los productos de la empresa adquirida contienen vidrio y pueden clasificarse como materiales estratégicos. Resulta irónico que, semanas antes, Estados Unidos impusiese restricciones parecidas –no tan duras- a la fusión entre la francesa Alcatel y Lucent Technologies.

Desde Shanghai, ALC informó a Bloomberg’s que “probablemente deba obtener aprobación especial o partir de cero. En adelante, será más difícil encarar fusiones o adquisiciones en este país”. Pero –como en diciembre- se negó a identificar las otras partes involucradas en el negocio.

En verdad, nuevas normas chinas traban la actividad de firmas y fondos dedicados a compras apalancadas. Esto es, sin poner dinero propio y emitiendo deuda de la empresa tomada. Dos de los perjudicados son el poderoso Carlyle Group y el menos visible Ewing Management Group (posible socio de ALC): legisladores de Beijing objetaron al gobierno por malvenderles activos estatales.

Sólo en Asia oriental, ese tipo de emprendimientos ha “juntado” US$ 27.300 millones, 16% sobre 2005. “Parece surgir un sentido de nacionalismo local, no distinto del europeo, en aras de la seguridad nacional, que puede limitar inversiones externas”. Eso sostiene James Zimmerman, presidente de la cámara de comercio norteamericana en China, sin notar que se trata de compras apalancadas, no de inversión externa directa ni a riesgo.

.

Casi 70% de F&A chinas que involucran interesados en el exterior, por un total de US$ 19.500 millones anunciadas este año, aún están pendientes de autorización. Antes de regir las nuevas normas, 75% de los US$ 34.400 millones en F&A fue aprobado en 2005.

Pero la proporción de compras apalancadas era menor dentro de ese total. En 2006 aumentó como parte de una nueva “manía” global, iniciada en Estados Unidos y Europa occidental. Ahora, el propio sector local dedicado a compras apalancadas, beneficiado por la nueva legislación, aprovechará para quitarles negocios a sus competidores externos.

Eso teme, verbigracia, JP Morgan Chase, que participa este año en seis F&A. En septiembre, a la sazón, Beijing decretó que los inversores externos precisarán el OK del ministerio de comercio para tomar participaciones controlantes en industrias claves o marcas muy conocidas”. Las transacciones podrán ser supervisadas, reducidas en alcance o directamente vetadas si afectan la seguridad nacional. Más o menos, lo que Washington acaba de hacer con Alcatel-Lucent.

Entre las firmas afectadas figuran aun las de chinos establecidos en otros países. Por ejemplo, EMG (Dallas), cuyo vicepresidente es Guo Pengcheng. En 2005, la sociedad contrató a James Baker (el mismo que encabeza el grupo de estudio sobre Irak) como cabildero pero, ahora, archiva planes para tomar empresas estatales chinas.

El factor que inquieta a Beijing u otros gobiernos de la región –y debiera preocupar a los occidentales- es que esas firmas apelan a una mezcla de fondos propios (los menos posibles) y emisión de deuda nueva por parte de las empresas objetos de sus compras apalancadas. Luego las racionalizan y revenden haciendo buena diferencia. Pero no aportan a las respectivas cadenas de valor agregado.

Por ese motivo, Asia oriental se endurece ante esas operaciones. Así se vio cuando Lone Star Funds –otra estrella del negocio- debió cancelar un acuerdo por US$ 6.800 millones en Surcorea. Hace tres años, la justicia de Seúl detuvo la toma del Exchange Bank porque estaba demasiado “apalancada”. Pero el detonante tal vez haya sido Goldman Sachs Group, al pagar sólo US$ 2.600 millones por 4,9% del Industrial & commercial bank of China, el mayor del país. Tras consumarse la transacción, sus acciones se triplicaron en valor y eso benefició a especuladores.

Algunos expertos –entre ellos Paul Volcker, ex presidente de la Reserva Federal- vinculan la nueva rigidez de Beijing con un fracaso sufrido a raíz de presiones políticas. En 2005, la estatal Cnooc intentó comprar la californiana Unocal, la mayor operadora petrolera y gasífera en el mar de China y el golfo de Siam. Pero el congreso norteamericano amenazó con vetar la transacción y Cnooc se retiró. También ahí se arguyeron “intereses nacionales” (los de Estados Unidos, claro), si bien Unocal operaba al otro lado del Pacífico.

En oro sector, Mittal Steel –la mayor siderúrgica mundial- está por perder la china Laiwu Steel, por la cual ofrecipo US$ 266 millones. En este caso, la transacción no cuenta con respaldo en algunas área de gobierno, como lo ha reconocido Zhang Shengsheng, subgerente general de la firma.

La operación, por cuenta de un fondo especializado en esos negocios, choca con un problema industrial: los productos de la empresa adquirida contienen vidrio y pueden clasificarse como materiales estratégicos. Resulta irónico que, semanas antes, Estados Unidos impusiese restricciones parecidas –no tan duras- a la fusión entre la francesa Alcatel y Lucent Technologies.

Desde Shanghai, ALC informó a Bloomberg’s que “probablemente deba obtener aprobación especial o partir de cero. En adelante, será más difícil encarar fusiones o adquisiciones en este país”. Pero –como en diciembre- se negó a identificar las otras partes involucradas en el negocio.

En verdad, nuevas normas chinas traban la actividad de firmas y fondos dedicados a compras apalancadas. Esto es, sin poner dinero propio y emitiendo deuda de la empresa tomada. Dos de los perjudicados son el poderoso Carlyle Group y el menos visible Ewing Management Group (posible socio de ALC): legisladores de Beijing objetaron al gobierno por malvenderles activos estatales.

Sólo en Asia oriental, ese tipo de emprendimientos ha “juntado” US$ 27.300 millones, 16% sobre 2005. “Parece surgir un sentido de nacionalismo local, no distinto del europeo, en aras de la seguridad nacional, que puede limitar inversiones externas”. Eso sostiene James Zimmerman, presidente de la cámara de comercio norteamericana en China, sin notar que se trata de compras apalancadas, no de inversión externa directa ni a riesgo.

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Casi 70% de F&A chinas que involucran interesados en el exterior, por un total de US$ 19.500 millones anunciadas este año, aún están pendientes de autorización. Antes de regir las nuevas normas, 75% de los US$ 34.400 millones en F&A fue aprobado en 2005.

Pero la proporción de compras apalancadas era menor dentro de ese total. En 2006 aumentó como parte de una nueva “manía” global, iniciada en Estados Unidos y Europa occidental. Ahora, el propio sector local dedicado a compras apalancadas, beneficiado por la nueva legislación, aprovechará para quitarles negocios a sus competidores externos.

Eso teme, verbigracia, JP Morgan Chase, que participa este año en seis F&A. En septiembre, a la sazón, Beijing decretó que los inversores externos precisarán el OK del ministerio de comercio para tomar participaciones controlantes en industrias claves o marcas muy conocidas”. Las transacciones podrán ser supervisadas, reducidas en alcance o directamente vetadas si afectan la seguridad nacional. Más o menos, lo que Washington acaba de hacer con Alcatel-Lucent.

Entre las firmas afectadas figuran aun las de chinos establecidos en otros países. Por ejemplo, EMG (Dallas), cuyo vicepresidente es Guo Pengcheng. En 2005, la sociedad contrató a James Baker (el mismo que encabeza el grupo de estudio sobre Irak) como cabildero pero, ahora, archiva planes para tomar empresas estatales chinas.

El factor que inquieta a Beijing u otros gobiernos de la región –y debiera preocupar a los occidentales- es que esas firmas apelan a una mezcla de fondos propios (los menos posibles) y emisión de deuda nueva por parte de las empresas objetos de sus compras apalancadas. Luego las racionalizan y revenden haciendo buena diferencia. Pero no aportan a las respectivas cadenas de valor agregado.

Por ese motivo, Asia oriental se endurece ante esas operaciones. Así se vio cuando Lone Star Funds –otra estrella del negocio- debió cancelar un acuerdo por US$ 6.800 millones en Surcorea. Hace tres años, la justicia de Seúl detuvo la toma del Exchange Bank porque estaba demasiado “apalancada”. Pero el detonante tal vez haya sido Goldman Sachs Group, al pagar sólo US$ 2.600 millones por 4,9% del Industrial & commercial bank of China, el mayor del país. Tras consumarse la transacción, sus acciones se triplicaron en valor y eso benefició a especuladores.

Algunos expertos –entre ellos Paul Volcker, ex presidente de la Reserva Federal- vinculan la nueva rigidez de Beijing con un fracaso sufrido a raíz de presiones políticas. En 2005, la estatal Cnooc intentó comprar la californiana Unocal, la mayor operadora petrolera y gasífera en el mar de China y el golfo de Siam. Pero el congreso norteamericano amenazó con vetar la transacción y Cnooc se retiró. También ahí se arguyeron “intereses nacionales” (los de Estados Unidos, claro), si bien Unocal operaba al otro lado del Pacífico.

En oro sector, Mittal Steel –la mayor siderúrgica mundial- está por perder la china Laiwu Steel, por la cual ofrecipo US$ 266 millones. En este caso, la transacción no cuenta con respaldo en algunas área de gobierno, como lo ha reconocido Zhang Shengsheng, subgerente general de la firma.

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