Capellas: un futuro con varias incógnitas

En algunas horas, Michael Capellas posiblemente se haga cargo de la WorldCom residual. Pero el futuro de ambos no carece de incógnitas. Entre ellas, cómo se replanteará una estructura mientras sigue en concurso.

13 noviembre, 2002

El ex CEO de Compaq Computer ha renunciado inesperadamente como presidente
de directorio, un cargo más bien ceremonial. Su partida involucra una
"indemnización" de US$ 14.400.000. Así estipula un contrato
que, en pocos días, tal vez impugnen accionistas y acreedores por "abusivo".
Especialmente, porque Capellas se ha marchado por su cuenta, aunque arguyendo
"falta de incentivos financieros".
En otro plano, su abrupta partida deja a Carleton Fiorina en posición
desairada: la CEO se había jugado el puesto a que podría "soldar"
rápidamente su compañía y Compaq. La renuncia de Capellas
indica lo contrario, por lo cual el lunes el valor bursátil de H-P perdió
unos US$ 5.000 millones. "Este adiós será negativo para H-P
y Fiorina. También puede reactivar la ofensiva de Walter Hewlett contra
la fusión. Algunos inversores, accionistas y operadores empiezan a temer
que la tarea le quede grande a la CEO". Así señalaba Steve
Milunovich, analista de Merrill Lynch.

Y ahora ¿qué?

En cuanto a WorldCom, gente allegada a la interna advertía anoche
que, si bien Capellas es el candidato favorito, la junta directiva y el comité
de acreedores aún no habían aprobado el nombramiento. Tampoco
lo había examinado Richard Breeden, supervisor judicial de la convocatoria.

Sea como fuere, Capellas se hallará con los retos más duros del
momento en cuanto a management. Para empezar, heredará una compañía
erizada de escándalos, donde todavía no se conoce bien el monto
total involucrado en fraudes contables de 1997 a 2001. La última estimación
lo acercaba a US$ 10.000 millones, contra los 3.850 millones "iniciales"
que detonaron el pedido de quiebra tras un violento despido de Bernard Ebbers
y sus cómplices.

Además de la descapitalización bursátil -quizá 75%
respecto del valor en libros hace un año- y la no integración
de los cuantiosos activos comprados por Ebbers, los niveles ejecutivos se han
desacreditado y el personal está desmoralizado. La propia marca está
en crisis, lo cual explica la idea de rebautizar como MCI 2 (Mobile Communications
International II
) la red por donde todavía pasa la mitad del tráfico
mundial en Internet.

Los problemas no acaban ahí. Rivales como AT&T o Level
3
ya estaban sacándole abonados antes del pedido de quiebra en julio.
Además, presionan a los reguladores para que sean más duros con
WorldCom. Todo esto mientras se afrontan complicaciones y tiempos burocráticos
típicos de una convocatoria federal.

No obstante, hay factores favorables en cuanto a detener el drenaje de clientes,
ya que no todavía recobrar los arrebatados por la competencia. Pese a
la maltrecha imagen y aunque su facturación no alcance los US$ 30.000
anuales que calcula la firma, ésta sigue siendo un gigante. Aparte, es
una de las pocas que pueden ofrecerles una alternativa a abonados que quieran
abandonar las Bell regionales. Sin hablar de su capacidad de manejar
complejos servicios de voz y datos para grupos multinacionales. Pero la misión
de Capellas no será fácil ni grata.

El ex CEO de Compaq Computer ha renunciado inesperadamente como presidente
de directorio, un cargo más bien ceremonial. Su partida involucra una
"indemnización" de US$ 14.400.000. Así estipula un contrato
que, en pocos días, tal vez impugnen accionistas y acreedores por "abusivo".
Especialmente, porque Capellas se ha marchado por su cuenta, aunque arguyendo
"falta de incentivos financieros".
En otro plano, su abrupta partida deja a Carleton Fiorina en posición
desairada: la CEO se había jugado el puesto a que podría "soldar"
rápidamente su compañía y Compaq. La renuncia de Capellas
indica lo contrario, por lo cual el lunes el valor bursátil de H-P perdió
unos US$ 5.000 millones. "Este adiós será negativo para H-P
y Fiorina. También puede reactivar la ofensiva de Walter Hewlett contra
la fusión. Algunos inversores, accionistas y operadores empiezan a temer
que la tarea le quede grande a la CEO". Así señalaba Steve
Milunovich, analista de Merrill Lynch.

Y ahora ¿qué?

En cuanto a WorldCom, gente allegada a la interna advertía anoche
que, si bien Capellas es el candidato favorito, la junta directiva y el comité
de acreedores aún no habían aprobado el nombramiento. Tampoco
lo había examinado Richard Breeden, supervisor judicial de la convocatoria.

Sea como fuere, Capellas se hallará con los retos más duros del
momento en cuanto a management. Para empezar, heredará una compañía
erizada de escándalos, donde todavía no se conoce bien el monto
total involucrado en fraudes contables de 1997 a 2001. La última estimación
lo acercaba a US$ 10.000 millones, contra los 3.850 millones "iniciales"
que detonaron el pedido de quiebra tras un violento despido de Bernard Ebbers
y sus cómplices.

Además de la descapitalización bursátil -quizá 75%
respecto del valor en libros hace un año- y la no integración
de los cuantiosos activos comprados por Ebbers, los niveles ejecutivos se han
desacreditado y el personal está desmoralizado. La propia marca está
en crisis, lo cual explica la idea de rebautizar como MCI 2 (Mobile Communications
International II
) la red por donde todavía pasa la mitad del tráfico
mundial en Internet.

Los problemas no acaban ahí. Rivales como AT&T o Level
3
ya estaban sacándole abonados antes del pedido de quiebra en julio.
Además, presionan a los reguladores para que sean más duros con
WorldCom. Todo esto mientras se afrontan complicaciones y tiempos burocráticos
típicos de una convocatoria federal.

No obstante, hay factores favorables en cuanto a detener el drenaje de clientes,
ya que no todavía recobrar los arrebatados por la competencia. Pese a
la maltrecha imagen y aunque su facturación no alcance los US$ 30.000
anuales que calcula la firma, ésta sigue siendo un gigante. Aparte, es
una de las pocas que pueden ofrecerles una alternativa a abonados que quieran
abandonar las Bell regionales. Sin hablar de su capacidad de manejar
complejos servicios de voz y datos para grupos multinacionales. Pero la misión
de Capellas no será fácil ni grata.

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