Cáncer: ¿cuánto estamos dispuestos a pagar para seguir vivos?

Desde el domingo pasado no se habla de otro cosa en Estados Unidos que del escandaloso precio de los medicamentos oncológicos. Es que ese día se reunió la sociedad Americana de Oncología Clínica, en la que el famoso oncólogo Leonard Saltz dijo que "estas drogas cuestan demasiado".

4 junio, 2015

Saltz, director del Memorial Sloan Kettering Cancer Center, aprovechó  la reunión de colegas para reclamar que se pongan límites  al costo de los tratamientos oncológicos. Ya en el año 2012 había publicado una columna de opinión en el New York times  defendiendo la decisión de dejar de recetar medicamentos nuevos que son “fenomenalmente caros”. En su última andanada mencionó el costo de una combinación de drogas para tratar del melanoma, del laboratorio Bristol- Myers Squibb, a días nomás de que otro médico de su hospital presentara datos que muestran que la combinación sólo puede demorar la presión  del avance del melanoma por unos meses.  El cóctel que combina dos drogas ya existentes, Opdivo y Yervoy, costaría al paciente, según sus cálculos, US$ 295.566.

 

Gleevec, de Novartis: la llaman la droga milagrosa porque ha logrado convertir a la leucemia de una sentencia a muerte en una enfermedad crónica. O sea que se debe tomar de por vida pero en Estados Unidos  la dosis puede llegar a costar unos US$ 2.000 mensuales.

 

Gleevec le significa a Novartis ingresos anuales de casi US$ 5.000 millones. La compañía dice que invierte sus ganancias en investigación y en las pruebas clínicas que dieron como resultado  que Gleevec fuera aprobada para tratar cinco tipos raros de cáncer.

 

La verdad es que los medicamentos para atacar los tumores han avanzado mucho, pero sus precios son descomunalmente altos.

Keytruda, una droga de Merck, que fortalece el sistema inmunológico,  es prometedora para el tratamiento del cáncer de colon, gástrico y del esófago. Pero si los médicos adoptaran una dosis de 10 miligramos costaría US$ 1 millón tratar un paciente de 84 kilos.

 

La Food and Drug Administration no considera costos cuando aprueba una droga  y a los centros de Medicare y Medicaid no se les permite considerar costos cuando deciden qué medicamentos cubrir. Según Saltz, para solucionar esto el país va a tener que tener un serio debate acerca de cuánto está dispuesta la gente a gastar para seguir viva.

 

Aun cuando un paciente pertenezca a Medicare o Medicaid, el sistema nacional de salud para los mayores de 65  estipula que tiene que pagar 30.000 a modo de co-pago  por unos pocos meses más de vida.

 

Las compañías admiten tácitamente, dice el Financial Times, que están aprovechando la ventaja de una demanda  altamente inflexible por parte de los consumidores, a causa de la cual pueden elevar los precios y la gente va a seguir comprando el producto. Lo hacen, además, para tratar de recuperar las montañas de plata que gastan en investigación y costos de desarrollo, y también los miles de millones que gastan para comprar compañías biofarmacéuticas con una o dos drogas milagrosas.

 

 

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