Cada vez se sacan menos crudos, pero crece la burbuja especulativa

Entre 1998 y 2005, las reservas petroleras mundiales cedieron más de 20%. Pero, en los últimos tiempos, un creciente grupo de fondos de cubertura (derivativos) del sector hacen apuestas cada vez más peligrosas.

7 agosto, 2006

Así, Colombia y Argentina van agotando reservas y extraen a menor ritmo, especialmente desde 2001. En el segundo caso, el volumen anual era en 2005 apenas 30% superior al registrado en 1994. El año pasado, la producción colombiana bajó 0,4% en Colombia y 3,9% en Argentina, sostiene la consultoría Economía y regiones (algunas le niegan seriedad).

No son ejemplos aislados. También en 2005 y por motivos diversos, bajaron Irak (0,5%), Irán (0,8%), Siria (11,4%), Estados Unidos (5,5%), Canadá (1,3%), Méjico (1,6%) y Gran Bretaña (11%). Como puede verse, aquellos dos países sudamericanos no fueron los máximos perdedores.

No obstante, existe un síntoma de peor cariz y aparece en economías centrales; en especial, la norteamericana: cada año surgen más fondos especulativos; es decir, de futuros y opciones sobre hidrocarburos, o sea derivativos. Dada su influencia en los dos grandes mercados a término –Nueva York, Londres-, son en gran parte responsables de los desorbitados precios registrados desde fines de 2004.

Al parecer, en este segmento sobran codicia, liquidez y audacia. Verbigracia, un aventurero tejano sin experiencia en hidrocarburos fundó Platimun Energy Resources (no se dedica a energía, sino a especulaciones petroleras) y, en apenas dos meses (2005), consiguió US$ 115 millones para jugar. En un plano más amplio, Carlyle Group y su controlada, Riverstone, precisaron apenas seis semanas –ya este año- para juntar US$ 4.500 millones.

Su objeto era comprar o crear empresas petroleras y afines. La nueva manía es fácil de medir: para similares propósitos, Carlyle necesitó treinta meses (2004/5) en reunir 1.100 millones. Aparte, esta fiebre es promovida asimismo por firmas cotizantes en bolsas, lo cual explica en parte las frecuentes “burbujitas” en Wall Street y la City londinense. El mecanismo data del siglo XVIIl: los fondos especulativos inflan los valores petroleros y éstos, a su vez, crean mayor especulación. Los gobiernos de las principales economías miran hacia otro lado.

No hace mucho, Anadarko Petroleum pagó US$ 21.000 millones para tomar sus rivales Western Gas Resources y Kerr-McGee. Meses antes, la noruega Norsk Hydro abonaba US$ 2.500 millones por Spinnaker Exploration, establecida en 1996 por Warburg Pincus –un fondo especulativo- colocando sólo 75 millones. En otras palabras, también se sobreprecian activos y sociedades. A tal punto que, en recientes transacciones, los inversores llegaron a quintuplicar los valores iniciales en menos de dos años.

Ese tipo de inflación suele acabar en catástrofe. Basta que a unos pocos se les ocurra tomar ganancias o deshacer posiciones. Así se pincharon la burbuja puntocom y su criatura, la “nueva economía virtual”, en 2000/1. En la capital petrolera por excelencia, Houston, demasiada gente está dejando empleos de toda la vida para meterse en compañías recién inventadas. “Hoy los hidrocarburos están tan en boga como la tecnología informática poco antes de derrumbarse sus papeles”, apunta un informe de la consultoría Sanford C.Bernstein & Co.

Por supuesto, en el sector especulativo señalan que, a diferencia de las puntocom –que ni libros llevaban-, los hidrocarburos existen y cunde por el mundo una voraz demanda. Exactamente lo mismo sucedía con los tulipanes holandeses. La clave es otra. Reside en equipos de management veteranos que se tiran a la pileta sin otros activos que sus atractivas y costosas ideas.

Así, Colombia y Argentina van agotando reservas y extraen a menor ritmo, especialmente desde 2001. En el segundo caso, el volumen anual era en 2005 apenas 30% superior al registrado en 1994. El año pasado, la producción colombiana bajó 0,4% en Colombia y 3,9% en Argentina, sostiene la consultoría Economía y regiones (algunas le niegan seriedad).

No son ejemplos aislados. También en 2005 y por motivos diversos, bajaron Irak (0,5%), Irán (0,8%), Siria (11,4%), Estados Unidos (5,5%), Canadá (1,3%), Méjico (1,6%) y Gran Bretaña (11%). Como puede verse, aquellos dos países sudamericanos no fueron los máximos perdedores.

No obstante, existe un síntoma de peor cariz y aparece en economías centrales; en especial, la norteamericana: cada año surgen más fondos especulativos; es decir, de futuros y opciones sobre hidrocarburos, o sea derivativos. Dada su influencia en los dos grandes mercados a término –Nueva York, Londres-, son en gran parte responsables de los desorbitados precios registrados desde fines de 2004.

Al parecer, en este segmento sobran codicia, liquidez y audacia. Verbigracia, un aventurero tejano sin experiencia en hidrocarburos fundó Platimun Energy Resources (no se dedica a energía, sino a especulaciones petroleras) y, en apenas dos meses (2005), consiguió US$ 115 millones para jugar. En un plano más amplio, Carlyle Group y su controlada, Riverstone, precisaron apenas seis semanas –ya este año- para juntar US$ 4.500 millones.

Su objeto era comprar o crear empresas petroleras y afines. La nueva manía es fácil de medir: para similares propósitos, Carlyle necesitó treinta meses (2004/5) en reunir 1.100 millones. Aparte, esta fiebre es promovida asimismo por firmas cotizantes en bolsas, lo cual explica en parte las frecuentes “burbujitas” en Wall Street y la City londinense. El mecanismo data del siglo XVIIl: los fondos especulativos inflan los valores petroleros y éstos, a su vez, crean mayor especulación. Los gobiernos de las principales economías miran hacia otro lado.

No hace mucho, Anadarko Petroleum pagó US$ 21.000 millones para tomar sus rivales Western Gas Resources y Kerr-McGee. Meses antes, la noruega Norsk Hydro abonaba US$ 2.500 millones por Spinnaker Exploration, establecida en 1996 por Warburg Pincus –un fondo especulativo- colocando sólo 75 millones. En otras palabras, también se sobreprecian activos y sociedades. A tal punto que, en recientes transacciones, los inversores llegaron a quintuplicar los valores iniciales en menos de dos años.

Ese tipo de inflación suele acabar en catástrofe. Basta que a unos pocos se les ocurra tomar ganancias o deshacer posiciones. Así se pincharon la burbuja puntocom y su criatura, la “nueva economía virtual”, en 2000/1. En la capital petrolera por excelencia, Houston, demasiada gente está dejando empleos de toda la vida para meterse en compañías recién inventadas. “Hoy los hidrocarburos están tan en boga como la tecnología informática poco antes de derrumbarse sus papeles”, apunta un informe de la consultoría Sanford C.Bernstein & Co.

Por supuesto, en el sector especulativo señalan que, a diferencia de las puntocom –que ni libros llevaban-, los hidrocarburos existen y cunde por el mundo una voraz demanda. Exactamente lo mismo sucedía con los tulipanes holandeses. La clave es otra. Reside en equipos de management veteranos que se tiran a la pileta sin otros activos que sus atractivas y costosas ideas.

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