Buscan evitar el fotocopiado de libros

Las editoriales argentinas iniciarán una campaña para erradicar las reproducción ilegal de su publicaciones. Afirman que cada año tienen pérdidas por $ 120 millones. Para los estudiantes, el problema es que los textos son caros.

17 abril, 2001

La Cámara Argentina del Libro (CAL), entidad que nuclea a las mayores editoriales del país, anunció que tratarán de reducir la cantidad de fotocopias de libros que circulan en escuelas y universidades porque cada año pierden entre $120 y $140 millones a raíz de este fenómeno.

De las estimaciones realizadas por la Comisión de Reprografía de la CAL y por la empresa Xerox, se desprende que la cantidad de hojas de libros fotocopiadas por año oscila entre 3.400 y 3.600 millones al año, y aunque no hay estadísticas acerca de cuanto se factura, los empresarios editoriales descuentan que se trata de cifras muy dañinas para su actividad, según una nota publicada hoy (martes 17) por el diario La Nación.

Con el fin de forzar un cambio en esta tendencia, la Cámara Argentina del Libro planea instrumentar una campaña mediante la cual inspectores designados por la entidad recorrerán los centros de estudios de Buenos Aires, el Conourbano, Rosario y Córdoba, advirtiendo a directivos y docentes acerca de la ilegalidad del fotocopiado de textos.

El fotocopiado de libros sin autorización está prohibida por la Ley 11.723, y las editoriales ya han radicado más de 100 denuncias contra fotocopiadoras que en general operan en los alrededores de las universidades y constituyen un negocio más que rentable; 16 de estas denuncias ya están en juicio oral y otras 40 en trámite de instrucción.

Según un consejero estudiantil de la Facultad de Ingeniería de la UBA los ingresos que percibe el centro de copiados ascienden a $ 75.000 por año, y los alumnos por su parte, consideran que intentar censurar está actividad las generará un perjuicio enorme, puesto que el precio de los libros hace que para una cursada de un cuatrimestre un estudiante pueda llegar a gastar hasta $ 200.

Para la CAL esta cifra no es exacta. Ellos aseguran que la costumbre, culturalmente arraigada de fotocopiar los textos, hace que ellos tengan que reducir el volumen de las tiradas ya que venden menos, y eso hace que cada unidad tenga un precio mas alto.

Como en toda actividad no regulada, no faltan los abusos, según la CAL, ya que por ejemplo existen librerías que fotocopian libros y los venden a 50 centavos menos que los que cuestan originalmente, y en algunas otras, directamente los venden más caros ya que los alumnos desconocen los precios.

De todos modos, conformar a ambas partes no parece una tarea sencilla. Para los docentes y estudiantes las fotocopias facilitan y reducen sensiblemente el acceso y los costos de los textos, mientras que para las editoriales representan un costo que ya no están dispuestas a asumir y acudirán a la letra de la ley para resolverlo.

Los voceros estudiantiles proponen una solución salomónica -aunque naturalmente provisoria-: cobrar una arancel por cada copia, el cual sería destinado a las editoriales en aquellos casos en los que la actividad del fotocopiado se realice puertas adentro de las instituciones educativas.

Aunque también recalcaron que el gran negocio lo siguen asciendo las editoriales y que la mejor manera de defender los derechos de autor es “bajar los precios, porque son muy altos”.

Las principales editoriales afectadas son Amorrortu, Paidós, Eudeba, Alianza, Fondo de Cultura Económica, Siglo XXI y Nueva Visión, ya que 90% de las fotocopias se realiza en el ámbito universitario y sobre textos escritos por Freud, Marx, Lacan, Guiddens, Foucault y el argentino Guillermo O’Donnell.

La Cámara Argentina del Libro (CAL), entidad que nuclea a las mayores editoriales del país, anunció que tratarán de reducir la cantidad de fotocopias de libros que circulan en escuelas y universidades porque cada año pierden entre $120 y $140 millones a raíz de este fenómeno.

De las estimaciones realizadas por la Comisión de Reprografía de la CAL y por la empresa Xerox, se desprende que la cantidad de hojas de libros fotocopiadas por año oscila entre 3.400 y 3.600 millones al año, y aunque no hay estadísticas acerca de cuanto se factura, los empresarios editoriales descuentan que se trata de cifras muy dañinas para su actividad, según una nota publicada hoy (martes 17) por el diario La Nación.

Con el fin de forzar un cambio en esta tendencia, la Cámara Argentina del Libro planea instrumentar una campaña mediante la cual inspectores designados por la entidad recorrerán los centros de estudios de Buenos Aires, el Conourbano, Rosario y Córdoba, advirtiendo a directivos y docentes acerca de la ilegalidad del fotocopiado de textos.

El fotocopiado de libros sin autorización está prohibida por la Ley 11.723, y las editoriales ya han radicado más de 100 denuncias contra fotocopiadoras que en general operan en los alrededores de las universidades y constituyen un negocio más que rentable; 16 de estas denuncias ya están en juicio oral y otras 40 en trámite de instrucción.

Según un consejero estudiantil de la Facultad de Ingeniería de la UBA los ingresos que percibe el centro de copiados ascienden a $ 75.000 por año, y los alumnos por su parte, consideran que intentar censurar está actividad las generará un perjuicio enorme, puesto que el precio de los libros hace que para una cursada de un cuatrimestre un estudiante pueda llegar a gastar hasta $ 200.

Para la CAL esta cifra no es exacta. Ellos aseguran que la costumbre, culturalmente arraigada de fotocopiar los textos, hace que ellos tengan que reducir el volumen de las tiradas ya que venden menos, y eso hace que cada unidad tenga un precio mas alto.

Como en toda actividad no regulada, no faltan los abusos, según la CAL, ya que por ejemplo existen librerías que fotocopian libros y los venden a 50 centavos menos que los que cuestan originalmente, y en algunas otras, directamente los venden más caros ya que los alumnos desconocen los precios.

De todos modos, conformar a ambas partes no parece una tarea sencilla. Para los docentes y estudiantes las fotocopias facilitan y reducen sensiblemente el acceso y los costos de los textos, mientras que para las editoriales representan un costo que ya no están dispuestas a asumir y acudirán a la letra de la ley para resolverlo.

Los voceros estudiantiles proponen una solución salomónica -aunque naturalmente provisoria-: cobrar una arancel por cada copia, el cual sería destinado a las editoriales en aquellos casos en los que la actividad del fotocopiado se realice puertas adentro de las instituciones educativas.

Aunque también recalcaron que el gran negocio lo siguen asciendo las editoriales y que la mejor manera de defender los derechos de autor es “bajar los precios, porque son muy altos”.

Las principales editoriales afectadas son Amorrortu, Paidós, Eudeba, Alianza, Fondo de Cultura Económica, Siglo XXI y Nueva Visión, ya que 90% de las fotocopias se realiza en el ámbito universitario y sobre textos escritos por Freud, Marx, Lacan, Guiddens, Foucault y el argentino Guillermo O’Donnell.

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