British Petroleum desoyó advertencias previas a una explosión

La conducción superior del gigante británico echó en saco roto tres años de preavisos sobre riesgos en la refinería tejana que saltó por el aire en 2005. Eso costó quince vidas, revelaron eata semana investigadores federales.

22 marzo, 2007

En realidad, los ejecutivos hicieron lo contrario: dispusieron drásticas rebajas –hasta 25% cada vez- de gastos en seguridad. Ello sucedió en 1999 y 2004 pero, en la segunda oportunidad, hubo dos factores. Primero, las advertencias de los reguladores no fueron escuchadas. Segundo, se produjeron tres accidentes fatales en la planta de Texas City en 2004.

Finalmente, el 23 de marzo de 2005 –hace exactamente dos años- ocurrió la explosión mayor. Así recuerda un comunicado de la junta federal de seguridad química (CFS), al cual adhieren los supervisores del gobierno tejano.

“Las decisiones de recortar gastos en seguridad, para mejorar dividendos, fueron adoptadas por los máximos niveles de la compañía. Tanto en 1999 como en 2004”, señala la CFS. “Por ende, la refinería de Texas City quedó expuesta a una catástrofe”.

El desastre aconteció, dejando quince muertos y cientos de heridos. La firma debió afrontar un “récord” de US$ 21 millones en multas. Considerando la cantidad de víctimas y las espectaculares utilidades anuales de BP, esa suma parece una broma de mal gusto. Más serias son las 1.750 demandas judiciales –ahora sostenidas por el dictamen técnico federal- y los US$ 1.600 millones apartados por la empresa para hacerles frente. En vez de pedir disculpas (no lo han hecho desde la explosión), los voceros de BP objetan varios puntos de la resolución emitida por la CFS.

En realidad, los ejecutivos hicieron lo contrario: dispusieron drásticas rebajas –hasta 25% cada vez- de gastos en seguridad. Ello sucedió en 1999 y 2004 pero, en la segunda oportunidad, hubo dos factores. Primero, las advertencias de los reguladores no fueron escuchadas. Segundo, se produjeron tres accidentes fatales en la planta de Texas City en 2004.

Finalmente, el 23 de marzo de 2005 –hace exactamente dos años- ocurrió la explosión mayor. Así recuerda un comunicado de la junta federal de seguridad química (CFS), al cual adhieren los supervisores del gobierno tejano.

“Las decisiones de recortar gastos en seguridad, para mejorar dividendos, fueron adoptadas por los máximos niveles de la compañía. Tanto en 1999 como en 2004”, señala la CFS. “Por ende, la refinería de Texas City quedó expuesta a una catástrofe”.

El desastre aconteció, dejando quince muertos y cientos de heridos. La firma debió afrontar un “récord” de US$ 21 millones en multas. Considerando la cantidad de víctimas y las espectaculares utilidades anuales de BP, esa suma parece una broma de mal gusto. Más serias son las 1.750 demandas judiciales –ahora sostenidas por el dictamen técnico federal- y los US$ 1.600 millones apartados por la empresa para hacerles frente. En vez de pedir disculpas (no lo han hecho desde la explosión), los voceros de BP objetan varios puntos de la resolución emitida por la CFS.

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