British Petroleum, criticada por legisladores norteamericanos

La tercera petrolera privada del mundo “descuidó los poliductos de bahía Prudhoe durante años, ignorando denuncias de operarios y técnicos”. Así sostiene el subcomité de energía y combustibles, cámara de diputados.

8 septiembre, 2006

“Filtraciones y el parcial cierre resultante perjudican la economía de Estados Unidos frenando la baja de precios o aumentándolos”. Eso sostiene un informe firmado por Joseph Barton, representante republicano y jefe de esa comisión. “Sorprende el silencio del vicepresidente Richard Cheney, viejo cabildero del negocio”, agrega John Dingell, miembro demócrata.

En presencia de directivos de BP, Dingell calificó de “escandalosa” la indiferencia de la empresa ante problemas concretos. “Se precisa mayor regulación y supervisión sobre poliductos”, añadió Barton.

Robert Malone, presidente de BP America, confesó en la audiencia parlamentaria que la compañía “había cometido errores y omisiones en los últimos doce meses. Además, no cumplió con metas ambientales y de seguridad”. Anunció que se reactivará un panel de expertos en corrosión para definir mejores prácticas en materia de poliductos.

“No hemos estado a altura de los nuestros propios cánones y las expectativas del sector”, admitió leyendo una palinodia. El subcomité investiga por qué BP no detuvo la corrosión que llevó al mayor derrame de crudos en la cuenca norte de Alaska y la suspensión –desde principios de agosto- de casi la mitad de la producción normal. Se trata del mayor yacimiento en territorio norteamericano. La firma también afronta críticas y acciones por un estallido en su refinería de Tejas, donde perecieron quince trabajadores, y cargos por manipular el mercado de futuros y opciones petroleras (una masa de US$ 40 billones en derivados).

Existe un riesgo: “BP puede convertirse en chivo emisario para tapar culpas y errores de las grandes petroleras y los especuladores del mercado a término”, advierte David Pursell, experto de Pickering Energy Partners, Houston. Esta audiencia permite “pegarle a BP para disimular pecados ajenos”. Además, la empresa no firma parte del “lobby” norteamericano que representa Cheney.

En materia laboral, “BP dificultaba al personal informar sobre sus inquietudes en torno de los poliductos y la refinería”. Eso afirmó otro miembro del subcomité, Barton Stupak, demócrata por Michigan. Pero –aclaró- “eso es común en el negocio petrolero. La compañía hostigaba a operarios o técnicos que denunciaban problemas ambientales, de salud o seguridad. Era una política fomentada por Malone. Sus necesidades presupuestarias habían recortado funciones del mismo grupo monitor que, ahora, dice promover”. Obviamente, la posición del ejecutivo tambalea.

Richard Woolan, ex jefe de inspecciones técnicas en Alaska, fue llamado a dar testimonio. Pero se negó, amparándose en la quinta enmienda constitucional, que permite negarse a declarar contra uno mismo. “Más claro, imposible”, comentó el subcomité, donde ahora se sospecha que el ex gerente y otros “pueden haber recibido bonificaciones secretas para callarse la boca”, señalaba Clifford Stears, republicano por Florida y vocal de la comisión.

Steve Marshall, jefe de la divisiòn Alaska de BP America, declaró ante los diputados que, ya en 2002, había recibido denuncias anónimas sobre informes falsos atinentes a la corrosión en Prudhoe. Una auditoría independiente confirmó entonces que “parte de los resultados de inspecciones había sido falsificada”. La verdad es que “BP apostaba a que el yacimniento, en decadencia desde años atrás, se agotase antes de producirse daños mayores”, subraya Barton (un tejano).

“Filtraciones y el parcial cierre resultante perjudican la economía de Estados Unidos frenando la baja de precios o aumentándolos”. Eso sostiene un informe firmado por Joseph Barton, representante republicano y jefe de esa comisión. “Sorprende el silencio del vicepresidente Richard Cheney, viejo cabildero del negocio”, agrega John Dingell, miembro demócrata.

En presencia de directivos de BP, Dingell calificó de “escandalosa” la indiferencia de la empresa ante problemas concretos. “Se precisa mayor regulación y supervisión sobre poliductos”, añadió Barton.

Robert Malone, presidente de BP America, confesó en la audiencia parlamentaria que la compañía “había cometido errores y omisiones en los últimos doce meses. Además, no cumplió con metas ambientales y de seguridad”. Anunció que se reactivará un panel de expertos en corrosión para definir mejores prácticas en materia de poliductos.

“No hemos estado a altura de los nuestros propios cánones y las expectativas del sector”, admitió leyendo una palinodia. El subcomité investiga por qué BP no detuvo la corrosión que llevó al mayor derrame de crudos en la cuenca norte de Alaska y la suspensión –desde principios de agosto- de casi la mitad de la producción normal. Se trata del mayor yacimiento en territorio norteamericano. La firma también afronta críticas y acciones por un estallido en su refinería de Tejas, donde perecieron quince trabajadores, y cargos por manipular el mercado de futuros y opciones petroleras (una masa de US$ 40 billones en derivados).

Existe un riesgo: “BP puede convertirse en chivo emisario para tapar culpas y errores de las grandes petroleras y los especuladores del mercado a término”, advierte David Pursell, experto de Pickering Energy Partners, Houston. Esta audiencia permite “pegarle a BP para disimular pecados ajenos”. Además, la empresa no firma parte del “lobby” norteamericano que representa Cheney.

En materia laboral, “BP dificultaba al personal informar sobre sus inquietudes en torno de los poliductos y la refinería”. Eso afirmó otro miembro del subcomité, Barton Stupak, demócrata por Michigan. Pero –aclaró- “eso es común en el negocio petrolero. La compañía hostigaba a operarios o técnicos que denunciaban problemas ambientales, de salud o seguridad. Era una política fomentada por Malone. Sus necesidades presupuestarias habían recortado funciones del mismo grupo monitor que, ahora, dice promover”. Obviamente, la posición del ejecutivo tambalea.

Richard Woolan, ex jefe de inspecciones técnicas en Alaska, fue llamado a dar testimonio. Pero se negó, amparándose en la quinta enmienda constitucional, que permite negarse a declarar contra uno mismo. “Más claro, imposible”, comentó el subcomité, donde ahora se sospecha que el ex gerente y otros “pueden haber recibido bonificaciones secretas para callarse la boca”, señalaba Clifford Stears, republicano por Florida y vocal de la comisión.

Steve Marshall, jefe de la divisiòn Alaska de BP America, declaró ante los diputados que, ya en 2002, había recibido denuncias anónimas sobre informes falsos atinentes a la corrosión en Prudhoe. Una auditoría independiente confirmó entonces que “parte de los resultados de inspecciones había sido falsificada”. La verdad es que “BP apostaba a que el yacimniento, en decadencia desde años atrás, se agotase antes de producirse daños mayores”, subraya Barton (un tejano).

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