Boeing aprovecha la crisis del A380 y se lanza con el 747-8

El primer negocio es con Lufthansa, línea casi tan alemana como los irritados socios de Airbus. El nuevo avión en un “jumbo” que tendrá al parecer e más innovaciones tecnológicas que el mediano 787, “Dreamliner”.

11 diciembre, 2006

El primer 747 data de 1969 y el nuevo entrará en servicio hacia fines de 2008, casi cuarenta años más tarde. Por aquel entonces, una sociedad francobritánica produjo el “Concorde”, un aparato que alcanzaba velocidad mach 2. Pero nunca remontó vuelo en términos comerciales, falleció en los años 90 y hoy queda uno solo, en el museo.

Algunos expertos, inclusive dentro de European aeronautics, defence & space (Eads, matriz de Airbus), temen que elA389 no llegue siquiera a eso. En teoría, el megajumbo francogermano es más grande que el futuro 747-8 -hasta 600 pasajeros, contra 470- y ambos afrontan la misma incógnita: ¿no se habrá agotado la era de los aviones mastodónticos?

Debe señalarse, al respecto, que ambos rivales sospechan algo así y eso explican sus apuestas a máquinas medianas. En verdad, tanto el 787 más sus colegas 767 o 777, como el A350 parecen modelos mucho más compatibles con las nuevas tendencia en el negocio aerocomercial de pasajeros. Boeing ha admitido que el público prefiere aviones más chicos y multiplicidad de rutas. Dicho de otro modo, no ya vuelos Nueva York-Fráncfort con combinaciones a otros destinos, sino vuelos desde Nueva York –siguiendo con el ejemplo- a Fráncfort, Múnich, Berlìn, Estocolmo, Copenague, etc.

Si eso es cierto ¿para qué desarrollar el 747-8? Simple: para captar lo que queda del segmento largo mientras el A380 no logre debutar en sociedad. Puesto que Airbus ha sufrido ya dos demoras y podría afrontar una tercera
-si Louis Gallois no consigue superar una interna sin fín-, Boeing interviene con un “jumbo” que incorpora la mayor cantidad posible de tecnologías que han hecho del 787 un éxito.

El eventual 747-8, a juzgar por el acuerdo con Lufthansa, tendrá chiches como un casino estilo James Bond, sólo que será “Royal”, no el incorrecto “Royale” del filme (“casino” en francés es masculino). El contrato es también de película: veinte aviones más otros veinte opcionales y un paquete de US$ 5.000 millones.

El primer 747 data de 1969 y el nuevo entrará en servicio hacia fines de 2008, casi cuarenta años más tarde. Por aquel entonces, una sociedad francobritánica produjo el “Concorde”, un aparato que alcanzaba velocidad mach 2. Pero nunca remontó vuelo en términos comerciales, falleció en los años 90 y hoy queda uno solo, en el museo.

Algunos expertos, inclusive dentro de European aeronautics, defence & space (Eads, matriz de Airbus), temen que elA389 no llegue siquiera a eso. En teoría, el megajumbo francogermano es más grande que el futuro 747-8 -hasta 600 pasajeros, contra 470- y ambos afrontan la misma incógnita: ¿no se habrá agotado la era de los aviones mastodónticos?

Debe señalarse, al respecto, que ambos rivales sospechan algo así y eso explican sus apuestas a máquinas medianas. En verdad, tanto el 787 más sus colegas 767 o 777, como el A350 parecen modelos mucho más compatibles con las nuevas tendencia en el negocio aerocomercial de pasajeros. Boeing ha admitido que el público prefiere aviones más chicos y multiplicidad de rutas. Dicho de otro modo, no ya vuelos Nueva York-Fráncfort con combinaciones a otros destinos, sino vuelos desde Nueva York –siguiendo con el ejemplo- a Fráncfort, Múnich, Berlìn, Estocolmo, Copenague, etc.

Si eso es cierto ¿para qué desarrollar el 747-8? Simple: para captar lo que queda del segmento largo mientras el A380 no logre debutar en sociedad. Puesto que Airbus ha sufrido ya dos demoras y podría afrontar una tercera
-si Louis Gallois no consigue superar una interna sin fín-, Boeing interviene con un “jumbo” que incorpora la mayor cantidad posible de tecnologías que han hecho del 787 un éxito.

El eventual 747-8, a juzgar por el acuerdo con Lufthansa, tendrá chiches como un casino estilo James Bond, sólo que será “Royal”, no el incorrecto “Royale” del filme (“casino” en francés es masculino). El contrato es también de película: veinte aviones más otros veinte opcionales y un paquete de US$ 5.000 millones.

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