Bank of America, premiado por perjudicar a Parmalat
Así sostiene un tribunal italiano de alzada. Las supuestas bonificaciones agrega- al manager Luca Sala lo recompensaron por una asociación ilícita a expensas del patrimonio societario y en favor de Bank of America.
Nunca hasta ahora una instancia judicial había puesto en evidencia el grado de complicidad de un banco internacional en el colapso de Parmalat. Sala era gerente de créditos en la filial italiana del BofA. Ahora deberá restituir a la empresa en convocatoria no menos de US$ 800.000 percibidos hace cinco años como remuneración extraordinaria por su papel en el asunto.
Naturalmente, el dictamen del tribunal parmesano de segunda instancia afecta la reputación de un coloso como el BofA. Sus operaciones en perjuicio de Parlamat suman cientos de millones de euros, en particular porque una serie de financiamientos –otorgados cuando ya el grupo italiano se venía abajo- terminaron por transferir pérdidas a ahorristas e inversores.
El monto involucrado en esas transacciones, donde también participaban Deutsche Bank y otras entidades de primera línea, supera de lejos el presunto quebranto sufrido por tenedores de bonos argentinos. Pero la interminable campaña de opinión armada por fondos buitres, sus gestores (estilo Nicola Stock o Charles Dallara) y medios locales nunca ha reparado en esos detalles.
Entre 1996 y 2001, Sala y una banda de gerentes concibieron y organizaron las maniobres ahora reveladas en Parma, Collecchio, Milán, etc. Esta asociación ilícita le redituó al BofA suculentas comisiones. Sólo las operaciones conducidas por Sala en persona significaron US$ 50 millones, carga luego transferida al público, que había adquirido bonos chatarra de buena fe (otra similitud con el caso argentino, como indican varios fallos en Italia y Alemania).
Según explica el tribunal, “todo eso se hizo con conocimiento y consentimiento por parte de las máximas autoridades del Bank of America en Italia y el exterior. Esas actividades ilícitas le evitaron al banco elevadísimas pérdidas y, además, le produjeron ingentes ganancias”.
Nunca hasta ahora una instancia judicial había puesto en evidencia el grado de complicidad de un banco internacional en el colapso de Parmalat. Sala era gerente de créditos en la filial italiana del BofA. Ahora deberá restituir a la empresa en convocatoria no menos de US$ 800.000 percibidos hace cinco años como remuneración extraordinaria por su papel en el asunto.
Naturalmente, el dictamen del tribunal parmesano de segunda instancia afecta la reputación de un coloso como el BofA. Sus operaciones en perjuicio de Parlamat suman cientos de millones de euros, en particular porque una serie de financiamientos –otorgados cuando ya el grupo italiano se venía abajo- terminaron por transferir pérdidas a ahorristas e inversores.
El monto involucrado en esas transacciones, donde también participaban Deutsche Bank y otras entidades de primera línea, supera de lejos el presunto quebranto sufrido por tenedores de bonos argentinos. Pero la interminable campaña de opinión armada por fondos buitres, sus gestores (estilo Nicola Stock o Charles Dallara) y medios locales nunca ha reparado en esos detalles.
Entre 1996 y 2001, Sala y una banda de gerentes concibieron y organizaron las maniobres ahora reveladas en Parma, Collecchio, Milán, etc. Esta asociación ilícita le redituó al BofA suculentas comisiones. Sólo las operaciones conducidas por Sala en persona significaron US$ 50 millones, carga luego transferida al público, que había adquirido bonos chatarra de buena fe (otra similitud con el caso argentino, como indican varios fallos en Italia y Alemania).
Según explica el tribunal, “todo eso se hizo con conocimiento y consentimiento por parte de las máximas autoridades del Bank of America en Italia y el exterior. Esas actividades ilícitas le evitaron al banco elevadísimas pérdidas y, además, le produjeron ingentes ganancias”.
