Autoridades tributarias revisan libros de PriceWaterhouseCoopers

PwC es ya objeto de una auditoria por parte del servicio de impuestos internos norteamericanos (IRS). Pero también hay sospechas en torno de los otros tres grandes estudios contables del mundo.

10 septiembre, 2006

Según señalan algunos medios de Gran Bretaña, existen preocupaciones de instancias reguladoras sobre la reputación y el futuro del negocio. Cabe recordar que, a raíz de Enron y una larga serie de escándalos desde 2002, ya desapareció el otrora primer estudio mundial, Arthur Andersen.

Las nuevas revelaciones sobre PwC, hoy el mayor en su categoría –papel que también reivindica el alemán KPMG-, hacen temer que la investigación del IRS lleve a sanciones. Algunos no descartan que la firma afronte problemas similares a los de AA y los “cuatro grandes” pasen a tres.

.

Normalmente, estos estudios no están sujetos a auditorias del IRS. Aparte, PwC no ha tenido una desde que se generó vía fusión entre Price, Waterhouse & Peat y Coopers & Lybrand (1998). El viernes, un vocero de la empresa confirmó las acciones de la entidad, pero aclaró que “nuestros asuntos impositivos son confidenciales y no se ventilan en público”; una actitud poco sagaz.

No obstante, la misma fuente admitió que PwC está sujeto al escrutinio del IRS y otras instancias. Se supone que la auditoría se relaciona con la venta de algunos negocios. Por ejemplo, el estudio cedió a IBM su división de consultoría empresaria, en 2003, por US$ 3.500 millones. También se desprendió de la evaluación de activos y la práctica actuaria.

En noviembre de 2004, hace casi dos años, el IRS adelantó a PwC que había dispuesto realizarle una auditoría. La notificación formal data de junio de 2005, en carta a Samuel Starr, uno de los socios principales. Éste esperó hasta hace algunas semanas para informar a los dos mil asociados en EE.UU. La inspección cubre desde octubre de 2002 a septiembre de 2003, o sea el ejercicio contable 2002/3.

Eventualmente, socios y asociados deberían pagar en forma individual impuestos y multas exigibles por parte del IRS. A criterio de un analista de Lehman Brothers, “la factura podría sumar docenas de millones de dólares”. El año pasado, KPMG aceptó abonar US$ 456 millones para que no la acusasen de fraude en la venta de mecanismos para eludir impuestos. Después se supo que Tony Blair y su canciller, Gordon Brown –hoy peleados a muerte- habían hecho gestiones ante la Casa Blanca sobre implicancias del asunto en Gran Bretaña.

Luego del arreglo con KPMG y con PwC en la mira, Samuele DiPiazza (ejecutivo del segundo) reconoció que “ningún estudio contable o auditor es demasiado grande como para caer”. Los efectos de cualquier problema en PwC se entienden al advertir que, sólo en Londres, audita cuarenta de las sociedades registradas en el panel líder (FTSE100) de la bolsa local y emplea 15.000 personas. En todo el globo, tiene 770 oficinas en 148 countries –algunos, simples colores en el mapa- y 130,000 empleados.

Según señalan algunos medios de Gran Bretaña, existen preocupaciones de instancias reguladoras sobre la reputación y el futuro del negocio. Cabe recordar que, a raíz de Enron y una larga serie de escándalos desde 2002, ya desapareció el otrora primer estudio mundial, Arthur Andersen.

Las nuevas revelaciones sobre PwC, hoy el mayor en su categoría –papel que también reivindica el alemán KPMG-, hacen temer que la investigación del IRS lleve a sanciones. Algunos no descartan que la firma afronte problemas similares a los de AA y los “cuatro grandes” pasen a tres.

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Normalmente, estos estudios no están sujetos a auditorias del IRS. Aparte, PwC no ha tenido una desde que se generó vía fusión entre Price, Waterhouse & Peat y Coopers & Lybrand (1998). El viernes, un vocero de la empresa confirmó las acciones de la entidad, pero aclaró que “nuestros asuntos impositivos son confidenciales y no se ventilan en público”; una actitud poco sagaz.

No obstante, la misma fuente admitió que PwC está sujeto al escrutinio del IRS y otras instancias. Se supone que la auditoría se relaciona con la venta de algunos negocios. Por ejemplo, el estudio cedió a IBM su división de consultoría empresaria, en 2003, por US$ 3.500 millones. También se desprendió de la evaluación de activos y la práctica actuaria.

En noviembre de 2004, hace casi dos años, el IRS adelantó a PwC que había dispuesto realizarle una auditoría. La notificación formal data de junio de 2005, en carta a Samuel Starr, uno de los socios principales. Éste esperó hasta hace algunas semanas para informar a los dos mil asociados en EE.UU. La inspección cubre desde octubre de 2002 a septiembre de 2003, o sea el ejercicio contable 2002/3.

Eventualmente, socios y asociados deberían pagar en forma individual impuestos y multas exigibles por parte del IRS. A criterio de un analista de Lehman Brothers, “la factura podría sumar docenas de millones de dólares”. El año pasado, KPMG aceptó abonar US$ 456 millones para que no la acusasen de fraude en la venta de mecanismos para eludir impuestos. Después se supo que Tony Blair y su canciller, Gordon Brown –hoy peleados a muerte- habían hecho gestiones ante la Casa Blanca sobre implicancias del asunto en Gran Bretaña.

Luego del arreglo con KPMG y con PwC en la mira, Samuele DiPiazza (ejecutivo del segundo) reconoció que “ningún estudio contable o auditor es demasiado grande como para caer”. Los efectos de cualquier problema en PwC se entienden al advertir que, sólo en Londres, audita cuarenta de las sociedades registradas en el panel líder (FTSE100) de la bolsa local y emplea 15.000 personas. En todo el globo, tiene 770 oficinas en 148 countries –algunos, simples colores en el mapa- y 130,000 empleados.

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