Aún en problemas, Royal Dutch/Shell se reorganiza

El grupo angloholandés informó que las dos matrices se unificarán. Habrá un solo directorio y un presidente ejecutivo, al estilo norteamericano. Pero, de paso, advirtió que quizá deba reducir otra vez las estimaciones de reservas.

29 octubre, 2004

Por supuesto, la decisión llevó varias semanas de secretos debates y responde al escándalo contable protagonizado este mismo año, que acabó con buena parte de la conducción británica. Por eso, ahora la dirige un holandés, Jeroen van der Veer.

La fusión “hacia dentro” implica que los accionistas de Royal Dutch Petroleum (RDP, La Haya) cambien los títulos en circulación por lo de la futura empresa. Ésta se llamará Royal Dutch Shell PLC (RDS), lo cual indica que será formalmente británica, no holandesa (NV o NA). Luego del canje, RDS adquirirá Shell Transport & Trading, con sede en Londres. También esta operación presupone canje de acciones.

En síntesis, el proceso no entraña efectivo. La futura RDS tendría un valor en mercado –capitalización bursátil- próximo a US$ 185.000 millones. Curiosamente, la sede estará en La Haya -reflejando el predominio holandés en el futuro elenco superior-, pero la firma cotizará en Londres y Nueva York.

Entretanto, Shell estima que las utilidades del III trimestre llegaron a US$ 5.400 millones, debido al desmedido aumento de los hidrocarburos y sus refinados. “Alguien debiera proponer una retención sobre las extraordinarias ganancias del negocio petrolero, manejado por compañías que ni siquiera reinvierten en exploración desde hace años”, opina al respecto el periódico “The independent”.

Las antiguas firmas británica y holandesa se unieron en 1907, subrayando por entonces la virtual subsidiariedad de Amsterdam en relación con Londres. Era una característica del tercer macrociclo global (1873-1944, según definiciones de Nikolái Kondrát’yev y Josef Schumpeter), dominado por el Imperio Británico. Fueron, de paso, los tiempos más prósperos de Argentina, aunque los ingleses no le prestaran inicialmente atención al petróleo local.

Tras la caída de la conducción previa, la doble empresa está dirigida por van der Veer y un comité de directores gerentes, con predominio holandés. En el futuro, el conglomerado tendrá una junta directiva independiente –ya funciona, presidida por Aad Jacobs-, que incluirá cinco vocales ejecutivos: van der Veer, Peter Voser (director financiero), Malcolm Brinded (exploración y explotación), Linda Cook (gas y combustibles) y Robert Routs (crudos y petroquímicos).

Por supuesto, la decisión llevó varias semanas de secretos debates y responde al escándalo contable protagonizado este mismo año, que acabó con buena parte de la conducción británica. Por eso, ahora la dirige un holandés, Jeroen van der Veer.

La fusión “hacia dentro” implica que los accionistas de Royal Dutch Petroleum (RDP, La Haya) cambien los títulos en circulación por lo de la futura empresa. Ésta se llamará Royal Dutch Shell PLC (RDS), lo cual indica que será formalmente británica, no holandesa (NV o NA). Luego del canje, RDS adquirirá Shell Transport & Trading, con sede en Londres. También esta operación presupone canje de acciones.

En síntesis, el proceso no entraña efectivo. La futura RDS tendría un valor en mercado –capitalización bursátil- próximo a US$ 185.000 millones. Curiosamente, la sede estará en La Haya -reflejando el predominio holandés en el futuro elenco superior-, pero la firma cotizará en Londres y Nueva York.

Entretanto, Shell estima que las utilidades del III trimestre llegaron a US$ 5.400 millones, debido al desmedido aumento de los hidrocarburos y sus refinados. “Alguien debiera proponer una retención sobre las extraordinarias ganancias del negocio petrolero, manejado por compañías que ni siquiera reinvierten en exploración desde hace años”, opina al respecto el periódico “The independent”.

Las antiguas firmas británica y holandesa se unieron en 1907, subrayando por entonces la virtual subsidiariedad de Amsterdam en relación con Londres. Era una característica del tercer macrociclo global (1873-1944, según definiciones de Nikolái Kondrát’yev y Josef Schumpeter), dominado por el Imperio Británico. Fueron, de paso, los tiempos más prósperos de Argentina, aunque los ingleses no le prestaran inicialmente atención al petróleo local.

Tras la caída de la conducción previa, la doble empresa está dirigida por van der Veer y un comité de directores gerentes, con predominio holandés. En el futuro, el conglomerado tendrá una junta directiva independiente –ya funciona, presidida por Aad Jacobs-, que incluirá cinco vocales ejecutivos: van der Veer, Peter Voser (director financiero), Malcolm Brinded (exploración y explotación), Linda Cook (gas y combustibles) y Robert Routs (crudos y petroquímicos).

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