Angola: vana campaña contra los diamantes sangrientos

A primera vista, la ex África occidental portuguesa encabeza acciones internacionales contra la minería diamantífera como fuente de violencia, explotación y hasta esclavitud infantil. Todo en un marco de guerrillas que dura ya diez años.

19 julio, 2010

<p>En realidad, Angola es un pa&iacute;s que rezuma &ndash;como Nigeria- petr&oacute;leo, violencia y corrupci&oacute;n. Mucha corrupci&oacute;n. Esta campa&ntilde;a, espec&iacute;ficamente, deriva del protocolo de Kimberley (Sud&aacute;frica, 2008), cuyo fin es frenar el canje de armas por diamantes en bruto, fuente de ingresos de los rebeldes que controlan un tercio del territorio angole&ntilde;o y parte de la costa.<br />
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La geograf&iacute;a de las piedras preciosas incluye grandes econom&iacute;as como Rusia (US$ 2.510 millones, segunda del planeta en 2008), Canad&aacute; (tercera con 2.250 millones) y Sud&aacute;frica (cuarta con 1.240 millones). Botswana es la l&iacute;der, con US$ 3.270 millones. Angola aporta 1.210 millones, pero su problema se agudiza por los nexos entre guerra civil y tr&aacute;fico de diamantes. Siguen en la lista Namibia (US$ 920 millones), Congo (430 millones, tambi&eacute;n con guerrillas, Australia (330 millones), Lesotho (220 millones) y la vol&aacute;til Sierra Leona (100 millones). <br />
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Aparte de quinto exportador mundial, Angola ofrece piedras muy bien cotizadas por los cortadores de Amsterdam, debido a tama&ntilde;o y pureza. Pero este comercio derrama sangre y genera violencia, dos factores t&iacute;picos del &Aacute;frica subsahariana. En las junglas del noreste y el este, millares de campesinos emplean medios primitivos para explotar minas a cielo abierto.<br />
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Trabajan en negro desde la infancia y soportan todo tipo de abusos, desde esclavitud o violaciones hasta la confiscaci&oacute;n de las piedras extra&iacute;das. Su &uacute;nico remedio es unirse a grupos protegidas por rebeldes o por la soldadesca del r&eacute;gimen. Como en Nigeria, Camer&uacute;n o ambos Congos, esa mano de obra vive en aldeas controladas por bandas, que funcionan como semilleros de futuros delincuentes. Por ejemplo, en Angola un var&oacute;n de once a&ntilde;os ya porta fusil Kal&aacute;shnikov.<br />
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Esta violencia estructural suele ser puesta al descubierto por medios y redes sociales de las vecinas Zambia, Botswana, Namibia y, naturalmente, Sud&aacute;frica. Pero varios pa&iacute;ses exportadores de diamantes, otras piedras, oro o cobre, se muestran reacios a garantizar los derechos civiles de su poblaci&oacute;n. As&iacute; se&ntilde;ala el protocolo de Kimberley, que subscriben 75 pa&iacute;ses. Como sucede con el narcotr&aacute;fico en M&eacute;xico o Colombia, quienes denuncian o resisten esos abusos suelen vivir poco.</p>
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