Andersen: una historia de cosas raras

Ya en 1988, pasaban cosas raras en Arthur Andersen. Según le contó a Bloomberg Duane Kullberg, entonces CEO, inclusive había conspiraciones.

25 abril, 2002

El jefe de la división Andersen Consulting –Gresham Brebach- se reunía secretamente con sus principales consultores para forzar reformas.

El grupo estaba furioso por una cláusula de incompatibilidad, incluida en sus contratos, que les prohibía trabajar en otras firmas hasta un año después de dejar Andersen. Su propuesta: separar Andersen Consulting del estudio AA.

Kullberg despidió a Brebach.

Pero la guerra había comenzado y, en 2000, Andersen Consulting se separó y se convirtió en Accenture.

Eso dejó a AA sin su fuente clave de ingresos y, de paso, hizo que los socios auditores fuesen dependiendo cada vez más de la consultoría o la gestoría y sus lucrativos honorarios.

A su vez, eso los indujo a dejar pasar serios maquillajes en las cuentas de clientes importantes.

Eso es fácil de verificar: sólo en los últimos cinco años, AA se ha visto involucrada en 146 casos federales, 50 de los cuales por Enron. El doble de los afrontados por PricewaterhouseCoopers, el primer estudio contable de EE.UU.

Por ejemplo, en julio de 1997, AA pagó US$ 90 millones a accionistas perjudicados por Colonial Realty, que había quebrado en 1990. Esa firma había usado estimados financieros preparados por AA para obtener fondos y recolocarlos vía plazas offshore. El fiscal general de Connecticut descubrió que un ejecutivo de AA había sido sobornado con US$ 200.000, alojamiento en hoteles de lujo, cruceros, coches y gestión de créditos inmobiliarios.

El jefe de la división Andersen Consulting –Gresham Brebach- se reunía secretamente con sus principales consultores para forzar reformas.

El grupo estaba furioso por una cláusula de incompatibilidad, incluida en sus contratos, que les prohibía trabajar en otras firmas hasta un año después de dejar Andersen. Su propuesta: separar Andersen Consulting del estudio AA.

Kullberg despidió a Brebach.

Pero la guerra había comenzado y, en 2000, Andersen Consulting se separó y se convirtió en Accenture.

Eso dejó a AA sin su fuente clave de ingresos y, de paso, hizo que los socios auditores fuesen dependiendo cada vez más de la consultoría o la gestoría y sus lucrativos honorarios.

A su vez, eso los indujo a dejar pasar serios maquillajes en las cuentas de clientes importantes.

Eso es fácil de verificar: sólo en los últimos cinco años, AA se ha visto involucrada en 146 casos federales, 50 de los cuales por Enron. El doble de los afrontados por PricewaterhouseCoopers, el primer estudio contable de EE.UU.

Por ejemplo, en julio de 1997, AA pagó US$ 90 millones a accionistas perjudicados por Colonial Realty, que había quebrado en 1990. Esa firma había usado estimados financieros preparados por AA para obtener fondos y recolocarlos vía plazas offshore. El fiscal general de Connecticut descubrió que un ejecutivo de AA había sido sobornado con US$ 200.000, alojamiento en hoteles de lujo, cruceros, coches y gestión de créditos inmobiliarios.

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