Abramóvich: ¿vende, compra, se queda o se va?

Según la prensa londinense, Roman Abramóvich vende activos. Según medios europeos –moscovitas inclusive-, retiene el más importante y quiere volver a la arena política en Rusia. Contra Putin, claro.

1 diciembre, 2003

A juicio de medios británicos, el multimillonario ruso, dueño del
club de fútbol Chelsea, planea vender activos en Gran Bretaña. Ello
se relaciona con las inminentes elecciones parlamentarias y presidenciales en
su país. Un empresario líder reveló al “Financial Times”
que Abramóvich le había propuesto “firmar un compromiso confidencial,
con vistas a comprar divisiones de Planeta Group”.

La empresa maneja supermercados, plantas lácteas -le interesan a la
francesa Danone- y frigoríficos. A su vez, es propiedad de Millhouse
Capital; o sea, Abramóvich. El fondo desmintió la versión,
diciendo que se trataba “sólo de una eventual transferencia del
management”.

Casi al mismo tiempo, un conocido banquero indicó que MC contempla vender
las operaciones en Rusia de ICN, una cadena farmacéutica que Abramóvich
compró recién a fines de junio, pagando US$ 55 millones por 96
locales, cinco plantas, 6.000 empleados y US$ 100 millones en ventas anuales.

En tono diferente, medios en Moscú, Petersburgo y Milán sostienen
que el objetivo real del magnate no es vender activos, sino asumir la conducción
de Yukos. Desplazado su amigo y rival, Míjail Jodorkovsky, por presiones
del presidente Vladyímir Putin -que lo ve como traba para perpetuarse
en el poder-, el ex dueño de otra petrolera, Síbñeft, intenta
volver a actuar en Rusia.

Todo esto es algo confuso, en particular porque Abramóvich fue quien
iniciara la liquidación de negocios en su país. De hecho, le vendió
Síbñeft a Yukos porque Putin virtualmente lo conminó a
abandonar la política y el país. El empresario se había
largado a competir con el presidente antes que Jodorkovsky

Sea como fuere, Abramóvich obtuvo buenas ganancias con la venta de su
petrolera. Pero impuso una cláusula gatillo: una vez cristalizada la
fusión Yukos-Síbñeft, le corresponderán 25% del
nuevo paquete accionario y cargos en el directorio. En cambio, el 44% de Yukos
propiedad de Jodorkovsky fue embargado preventivamente tras el arresto del multimillonario,
jefe del mayor partido opositor a Putin. Dicho de otro modo, ahora el mayor
accionista individual del grupo es Abramóvich.

Después de Síbñeft, Abramóvich vendió la
mitad de la aluminera RusAl y 37% de la automotriz RuspromAvto a su socio Ólyeg
Deripaska. Esta transacción le redituó más de US$ 2.000
millones. Al lado de todo eso, Planeta pesa apenas un poco más que la
extravagante adquisición del Chelsea.

A juicio de medios británicos, el multimillonario ruso, dueño del
club de fútbol Chelsea, planea vender activos en Gran Bretaña. Ello
se relaciona con las inminentes elecciones parlamentarias y presidenciales en
su país. Un empresario líder reveló al “Financial Times”
que Abramóvich le había propuesto “firmar un compromiso confidencial,
con vistas a comprar divisiones de Planeta Group”.

La empresa maneja supermercados, plantas lácteas -le interesan a la
francesa Danone- y frigoríficos. A su vez, es propiedad de Millhouse
Capital; o sea, Abramóvich. El fondo desmintió la versión,
diciendo que se trataba “sólo de una eventual transferencia del
management”.

Casi al mismo tiempo, un conocido banquero indicó que MC contempla vender
las operaciones en Rusia de ICN, una cadena farmacéutica que Abramóvich
compró recién a fines de junio, pagando US$ 55 millones por 96
locales, cinco plantas, 6.000 empleados y US$ 100 millones en ventas anuales.

En tono diferente, medios en Moscú, Petersburgo y Milán sostienen
que el objetivo real del magnate no es vender activos, sino asumir la conducción
de Yukos. Desplazado su amigo y rival, Míjail Jodorkovsky, por presiones
del presidente Vladyímir Putin -que lo ve como traba para perpetuarse
en el poder-, el ex dueño de otra petrolera, Síbñeft, intenta
volver a actuar en Rusia.

Todo esto es algo confuso, en particular porque Abramóvich fue quien
iniciara la liquidación de negocios en su país. De hecho, le vendió
Síbñeft a Yukos porque Putin virtualmente lo conminó a
abandonar la política y el país. El empresario se había
largado a competir con el presidente antes que Jodorkovsky

Sea como fuere, Abramóvich obtuvo buenas ganancias con la venta de su
petrolera. Pero impuso una cláusula gatillo: una vez cristalizada la
fusión Yukos-Síbñeft, le corresponderán 25% del
nuevo paquete accionario y cargos en el directorio. En cambio, el 44% de Yukos
propiedad de Jodorkovsky fue embargado preventivamente tras el arresto del multimillonario,
jefe del mayor partido opositor a Putin. Dicho de otro modo, ahora el mayor
accionista individual del grupo es Abramóvich.

Después de Síbñeft, Abramóvich vendió la
mitad de la aluminera RusAl y 37% de la automotriz RuspromAvto a su socio Ólyeg
Deripaska. Esta transacción le redituó más de US$ 2.000
millones. Al lado de todo eso, Planeta pesa apenas un poco más que la
extravagante adquisición del Chelsea.

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