Yukos: Kukes reemplaza a Jodorkovsky como CEO

En lo que los observadores definen como un “compromiso forzoso”, Míjail Jodorkovsy dejó la presidencia de Yukos-Síbneft a Simon Kukes. Pero aún tiene 44% del paquete. Se espera que Vladyímir Putin lo suelte.

4 noviembre, 2003

Preso por presunto fraude, corrupción y apropiación indebida de activos estatales, el magnate anunció su dimisión. “Me voy para liberar a la empresa del acoso contra mí y mis socios. Estoy seguro de que el equipo ejecutivo profesional y la junta directiva llevarán adelante las delicadas negociaciones en curso”.

Obviamente, aludía a los contactos a tres puntas entre su firma, cuarta en el mundo, ExxonMobil (primera) y ChevronTexaco (quinta). Su detención -25 de octubre- y el congelamiento –no aún el embargo-, dictado el 30 generaron una crisis bursátil, frenaron las negociaciones de fusión o alianza y alarmaron a varios gobiernos.

En particular, al de Estados Unidos, que le pidió a Rusia respetar la seguridad jurídica. A su vez, esto provocó una airada reacción de Moscú. Entretanto, Putin echaba a Alyexandr Voloshin (jefe de gabinete, vinculado a Jodorkovsky), pero sin poder hacer lo mismo con el primer ministro Míjail Kasyánov –que censuró las presiones del Kremlin-, cuyo cargo es constitucional.

Dueño de una fortuna estimada en alrededor de € 7.000 millones, Jodorkovsky es virtual dueño del principal partido opositor. Ahora, varios analistas en Varsovia y Fráncfort creen que ha habido una transacción entre el multimillonario y el presidente. Algunos suponen que Jodorkovsky se marchará al exterior.

Si fuese así, Putin habría logrado sacar de Rusia a los cinco mayores miembros de la oligarquía económica. Sucesora de la “nomyenklatura” soviética –altos burócratas y tecnócratas del Partido Comunista-, aprovechó sus contactos para apoderarse de grandes empresas y servicios privatizados en los 90.

Simultáneo al de Argentina, ese proceso fue mucho más abusivo y venal. En rigor, mientras una parte de la “nomyenklatura” y sus testaferros –hoy los oligarcas, palabra típica durante el auge del peronismo-, otra parte se combinaba con elementos de la KGB y niveles intermedios del PC para formar grandes mafias, ya globalizadas.

En cuanto a Putin y su entorno personal (también ex KGB), su objetivo es frustrar las aspiraciones políticas de los oligarcas y mantenerse en el poder por tiempo indefinido. Pero hay un factor común a los dos sectores: necesitan confianza externa, por lo cual deben preservar un grado aceptable de seguridad jurídica en el campo económico.

Ese motivo y los contactos Putin-Jodorkovsky y Moscú-Washington desembocaron en el nombramiento del norteamericano Simon Kukes –ex jefe de TNK, otra petrolera rusa- como nuevo CEO de Yukos-Síbneft.

Esto sucedió mientras Putin, de visita en Italia, declaraba: “el asunto Jodorkovsky actuó como catalizador de cambios. También en la cúpula de mi gobierno”. En Moscú, Dmitri Medvyédev –hombre del presidente- reemplazó a Voloshin al frente del gabinete. En cuanto a Kukes, proseguirá negociaciones con ExxonMobil (no ya con ChevronTexaco) para que ésta “tome una participación estratégica en el paquete Yukos-Síbneft”.

La experiencia del nuevo CEO fue decisiva. Estando al frente de TNK, timoneó la fusión con British Petroleum. Ademán, en Y-S ya hay dos ejecutivos estadounidenses: Stephen Theede (ex ConocoPhillips) y Bruce Misamore.

Preso por presunto fraude, corrupción y apropiación indebida de activos estatales, el magnate anunció su dimisión. “Me voy para liberar a la empresa del acoso contra mí y mis socios. Estoy seguro de que el equipo ejecutivo profesional y la junta directiva llevarán adelante las delicadas negociaciones en curso”.

Obviamente, aludía a los contactos a tres puntas entre su firma, cuarta en el mundo, ExxonMobil (primera) y ChevronTexaco (quinta). Su detención -25 de octubre- y el congelamiento –no aún el embargo-, dictado el 30 generaron una crisis bursátil, frenaron las negociaciones de fusión o alianza y alarmaron a varios gobiernos.

En particular, al de Estados Unidos, que le pidió a Rusia respetar la seguridad jurídica. A su vez, esto provocó una airada reacción de Moscú. Entretanto, Putin echaba a Alyexandr Voloshin (jefe de gabinete, vinculado a Jodorkovsky), pero sin poder hacer lo mismo con el primer ministro Míjail Kasyánov –que censuró las presiones del Kremlin-, cuyo cargo es constitucional.

Dueño de una fortuna estimada en alrededor de € 7.000 millones, Jodorkovsky es virtual dueño del principal partido opositor. Ahora, varios analistas en Varsovia y Fráncfort creen que ha habido una transacción entre el multimillonario y el presidente. Algunos suponen que Jodorkovsky se marchará al exterior.

Si fuese así, Putin habría logrado sacar de Rusia a los cinco mayores miembros de la oligarquía económica. Sucesora de la “nomyenklatura” soviética –altos burócratas y tecnócratas del Partido Comunista-, aprovechó sus contactos para apoderarse de grandes empresas y servicios privatizados en los 90.

Simultáneo al de Argentina, ese proceso fue mucho más abusivo y venal. En rigor, mientras una parte de la “nomyenklatura” y sus testaferros –hoy los oligarcas, palabra típica durante el auge del peronismo-, otra parte se combinaba con elementos de la KGB y niveles intermedios del PC para formar grandes mafias, ya globalizadas.

En cuanto a Putin y su entorno personal (también ex KGB), su objetivo es frustrar las aspiraciones políticas de los oligarcas y mantenerse en el poder por tiempo indefinido. Pero hay un factor común a los dos sectores: necesitan confianza externa, por lo cual deben preservar un grado aceptable de seguridad jurídica en el campo económico.

Ese motivo y los contactos Putin-Jodorkovsky y Moscú-Washington desembocaron en el nombramiento del norteamericano Simon Kukes –ex jefe de TNK, otra petrolera rusa- como nuevo CEO de Yukos-Síbneft.

Esto sucedió mientras Putin, de visita en Italia, declaraba: “el asunto Jodorkovsky actuó como catalizador de cambios. También en la cúpula de mi gobierno”. En Moscú, Dmitri Medvyédev –hombre del presidente- reemplazó a Voloshin al frente del gabinete. En cuanto a Kukes, proseguirá negociaciones con ExxonMobil (no ya con ChevronTexaco) para que ésta “tome una participación estratégica en el paquete Yukos-Síbneft”.

La experiencia del nuevo CEO fue decisiva. Estando al frente de TNK, timoneó la fusión con British Petroleum. Ademán, en Y-S ya hay dos ejecutivos estadounidenses: Stephen Theede (ex ConocoPhillips) y Bruce Misamore.

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