Venezuela toma el Orinoco, mientras deja el FMI y el Banco Mundial

Mientras Bolivia renacionaliza los hidrocarburos, Hugo Chávez por hoy se limita a la faja central del Orinoco. Pero quizá más importante sea que Caracas abandone el Fondo Monetario y el BIRF, a los cuales varios países ya cuestionan.

2 mayo, 2007

Tal como señala el comunicado oficial del gobierno venezolano, pasan a su completo control tres áreas de la faja orinoca, hasta el momento en manos de Sincor (Petrovén, Total, Statoil), Amerivén (Petrovén, ConocoPhillips, ChevronTexaco) y Cerro negro (Petrovén, Exxon Mobil, British Petroleum).

Pese a estruendosos titulares en la prensa rioplatense, entonces, ya había un grado de presencia estatal. Por otra parte, el “statu quo” se mantiene en las cuencas Maracaibo (noroeste), Falcón, Tuy-Cariaco (centro norte) oriental y Barinas-Apure (sudoeste).

En suma, el estado controla cerca de 60% de empresas mixtas formadas con compañías transnacionales. Nada para rasgarse las vestiduras, habida cuenta de la situación similar en México o Brasil, donde no se oye objetar tanto a Pemex ni a Petrobrás, dos empresas testigos. Así lo era Yacimientos petrolíferos fiscales en Argentina.

En cuanto a Evo Morales, completa su política de renacionalización. O sea, el regreso de Yacimientos petrolíferos fiscales bolivianos (YPFB, vástago del antiguo modelo argentino). Al respecto, cabe señalar que otra economía sudamericana de “monocultivo”, Chile, jamás privatizó el control sobre el cobre. Este detalle suele ser silenciados por los tantos analistas y gurúes que exaltan el modelo trasandino.

Más relevante es el otro anuncio de Chávez. Vale decir, el abandono del Fondo Monetario Internacional y el Banco internacional de reconstrucción y fomento (BIRF o Banco mundial). Dejando de lado la desaforada verborragia del presidente venezolano, la iniciativa sólo sincera una situación que ya licuó los acuerdos de Bretton Woods (1944).

Según han señalado economistas como Joseph Stiglitz, Paul Krugman y Jeffrey Sachs o analistas como Michael Mussa, el FMI parece hoy más un cobrador por cuenta de bancos privados, fondos buitres y otros operadores financieros. Aunque el interesado prefiera no tocar hoy el tema, el canje parcial de deuda argentina, conducido por Roberto Lavagna –y armado por Guillermo Nielsen-, puso en evidencia esa tergiversación del papel originalmente desempeñado por el Fondo. En lo tocante al Banco Mundial, bastan el interminable derrumbe de Paul Wolfowitz o la fulminante caída de Randall Tobias para medir el deterioro de la entidad.

Tal como señala el comunicado oficial del gobierno venezolano, pasan a su completo control tres áreas de la faja orinoca, hasta el momento en manos de Sincor (Petrovén, Total, Statoil), Amerivén (Petrovén, ConocoPhillips, ChevronTexaco) y Cerro negro (Petrovén, Exxon Mobil, British Petroleum).

Pese a estruendosos titulares en la prensa rioplatense, entonces, ya había un grado de presencia estatal. Por otra parte, el “statu quo” se mantiene en las cuencas Maracaibo (noroeste), Falcón, Tuy-Cariaco (centro norte) oriental y Barinas-Apure (sudoeste).

En suma, el estado controla cerca de 60% de empresas mixtas formadas con compañías transnacionales. Nada para rasgarse las vestiduras, habida cuenta de la situación similar en México o Brasil, donde no se oye objetar tanto a Pemex ni a Petrobrás, dos empresas testigos. Así lo era Yacimientos petrolíferos fiscales en Argentina.

En cuanto a Evo Morales, completa su política de renacionalización. O sea, el regreso de Yacimientos petrolíferos fiscales bolivianos (YPFB, vástago del antiguo modelo argentino). Al respecto, cabe señalar que otra economía sudamericana de “monocultivo”, Chile, jamás privatizó el control sobre el cobre. Este detalle suele ser silenciados por los tantos analistas y gurúes que exaltan el modelo trasandino.

Más relevante es el otro anuncio de Chávez. Vale decir, el abandono del Fondo Monetario Internacional y el Banco internacional de reconstrucción y fomento (BIRF o Banco mundial). Dejando de lado la desaforada verborragia del presidente venezolano, la iniciativa sólo sincera una situación que ya licuó los acuerdos de Bretton Woods (1944).

Según han señalado economistas como Joseph Stiglitz, Paul Krugman y Jeffrey Sachs o analistas como Michael Mussa, el FMI parece hoy más un cobrador por cuenta de bancos privados, fondos buitres y otros operadores financieros. Aunque el interesado prefiera no tocar hoy el tema, el canje parcial de deuda argentina, conducido por Roberto Lavagna –y armado por Guillermo Nielsen-, puso en evidencia esa tergiversación del papel originalmente desempeñado por el Fondo. En lo tocante al Banco Mundial, bastan el interminable derrumbe de Paul Wolfowitz o la fulminante caída de Randall Tobias para medir el deterioro de la entidad.

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