Vatileaks: la rebelión de los cardenales

La transparentización del Vaticano no es un proceso fácil. Los cardenales se rebelan y pelean por el manejo del poder. Hay una poderosa alianza contra George Pell, el australiano que Bergoglio puso al frente de las finanzas.

12 marzo, 2015

El Vaticano se ha comprometido con las autoridades italianas a poner fin a décadas de operaciones secretas bancarias y a transparentar las operaciones. Ya ha avanzado mucho en ese sentido. Se han cerrado 3.000 cuentas del banco y reformado muchas prácticas. Pero falta mucho por hacer, pues la presión de las autoridades no cesará hasta que haya una total transparencia e intercambio de información entre el gobierno de Italia y el Vaticano.

 

Mientras tanto, la vida dentro de la Santa Sede no es fácil. L’Espresso revela en un informe exclusivo que hay un fuerte enfrentamiento entre los cardenales que Francisco nombró en la cima. Una de las facciones tiene al mando al australiano George Pell (jefe de la nueva – y poderosa- Secretaría de Economía) y la otra por Pietro Parolin, el Secretario de Estado que ha tomado el lugar de Tarcisio Bertone. Ambos tironean desde hace meses por el control de las finanzas del Vaticano, por el destino del IOR (Instituto de Obras Religiosas) , del APSA y de empresas estratégicas.

 

En lo que ya se está llamando un verdadero “Vatileaks” un memorando, por ejemplo, relata un encuentro entre miembros del colegio cardenalicio del Apsa realizado el 12 de septiembre del año pasado, donde los purpurados del grupo de Parolin atacan a Pell sin pelos en la lengua. “Hay uno que hace todo y l os demás nada”, dice el memo del nuevo camarlengo Jean Luis Taura, cuando el presidente del Apsa hubo explicado que el australiano quiere “meter mano” también en el ente que se ocupa del patrimonio inmobiliario del Vaticano. “Estamos en una fase de “sovietización”, es muy preocupante. El cardenal Giovanni Battista Re coincide y ataca también él al brazo derecho de Bergoglio: “Es peligroso que la Secretaria de Economía se haga cargo de todo. Así el Apsa deja de tener sentido”.

 

Los cardenales se rebelan contra lo que llaman el nuevo dios de las finanzas. Les indigna, por ejemplo, que a finales de agosto Pell y su número dos, Jean Baptista de Franssu, nuevo presidente del IOR, decidieron dejar de prestar dinero (50 millones de euros había prometido el anterior director del Instituto) para rescatar el IDI, el hospital dermatológico más grande Europa, en concurso de acreedores desde hace dos años.

 

Insultos, lucha fratricida y ataques personales. La tensión en el Vaticano es altísima. Muchos acusan al moralizador Pell – el campeón de la revisión de los gastos desde hace unos pocos meses — de haber gasta más de medio millón de euros en su propia secretaría. L’Espresso publica las compras realizadas por el nuevo ente, entre las cuales figuran mobiliario de lujo, vuelos en clase ejecutiva y sueldos de 15.000 euros al mes para los preferidos del cardenal australiano.

 

El prestigioso semanario italiano termina su informe diciendo que en el Vaticano, a pesar de los esfuerzos enormes de Francisco, la música no parece haber cambiado.

 

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