<p>A diferencia de los años anteriores, este crecimiento esconde un 2008 ajetreado, donde se presenció una seguidilla de shocks internos y externos cuyas consecuencias se comenzaron a sentir hacia fin de año y que veremos en todo su rigor durante 2009.<br />
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El crecimiento durante el primer trimestre de 2008 fue de 8,3%, muy en línea con los guarismos registrados desde 2003 hasta la fecha. De hecho, la expansión del PIB durante los primeros dos meses del año fue de 9,5%, impulsado por la inercia del gasto público electoral y un consumo e inversión dinámicos oxigenados por las renovadas expectativas fruto de una supuesta renovación política.<br />
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Luego de dos meses prometedores, comienzan a impactar en la economía una serie de shocks que nos depositan en el actual contexto pesimista. El conflicto con el sector agropecuario fue quizá el más importante de estos eventos, principalmente por que sería la muestra del daño (auto-inflingido) que anunciaba lo que vendría a posteriori. La profundización de la crisis financiera global y la estatización del sistema de jubilaciones dieron el golpe de gracia a la confianza y a la producción. <br />
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Cada uno de estos shocks se vieron reflejados por un lado en una intensa fuga de capitales que alcanzó, durante 2008, los US$ 22.000 millones, y en la desaceleración de las tasas de crecimiento desde niveles en torno a 8,8% a 5,8%, cerrando el cuarto trimestre con un registro que apenas alcanzaría 4%. Un freno, indudablemente, muy brusco.</p>
<p><strong>Análisis de la demanda</strong></p>
<p>Durante 2008 se registró una dinámica muy similar a la observada en 2007. La suma del consumo público y el privado mostró un avance de 7,2% anual, sobre todo durante el primer semestre (+9% anual), aunque lógicamente no escaparon a la desaceleración fruto de la erosión en la confianza y una economía fatigada.<br />
Los elementos que impulsaban el consumo privado, suba de salarios y crecimiento del crédito, comenzaron a tambalear durante el segundo semestre de la mano de una inflación en torno a 25% anual y la crisis financiera global. La inversión, luego de un registro prometedor durante el primer trimestre (+20,3% anual), mostró sendas desaceleraciones que podrían terminar con una tasa negativa en el último trimestre y que redondearía un crecimiento anual sectorial en 2008 de alrededor de 9%. <br />
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Aunque su participación en el PIB mostrará una expansión de 0,6 puntos porcentuales ubicándose en 23,2%, debe aclararse que el registro acumulado anual del tercer trimestre había sido de 23,6%, de manera que estamos en presencia de la primera retracción de esta variable luego de 23 trimestres de crecimiento consecutivo.<br />
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La demanda agregada (consumo público, privado e inversión) se incrementó en 2008 a una tasa de 7,6%, muy por encima de 6,4% de la actividad económica. Esta dinámica deterioró aún más la balanza comercial que, medida en cantidades a precios de 1993, registró el primer déficit luego de 8 años. El sector externo fue el gran perdedor dentro de los rubros de la demanda durante el 2008 y restó al crecimiento de la actividad.</p>
<p><strong>Análisis de la oferta</strong></p>
<p>La oferta reflejó fielmente la evolución de los rubros de la demanda y la coyuntura observada desde el mes de marzo en adelante. Un consumo recalentado beneficia a los sectores de servicios (no transables), mientras que los productores de bienes (en su mayoría transables) se perjudican por una influencia mayor de las importaciones. <br />
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No sorprende en este contexto que 80% del crecimiento de 2008 se explique por la producción de servicios (13 puntos más que en 2007) en detrimento de la producción de bienes, que representa el restante 20% (33% en 2007). Estos sectores registraron crecimientos de 7,8% y 3,5% anual respectivamente.<br />
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Puntualmente, los ganadores de 2008 fueron las actividades asociadas al sector inmobiliario y el sector financiero, con crecimientos anuales de 5,7% y 18% anual. El primero de ellos impulsado por una todavía escasa oferta de inversiones para los saldos monetarios ociosos, mientras que el segundo por un crecimiento importante de los créditos al consumo (+32% anual). Ambos explicaron 27% del crecimiento del PIB, casi 10 puntos más que en 2007.<br />
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En la vereda de enfrente no sorprende encontrar a la agricultura y ganadería, cuyos volúmenes producidos registraron una caída de 1,5% anual, configurando un factor negativo para la dinámica de la economía. La industria y la construcción, con crecimientos en torno a 5% anual, registraron caídas en la participación en el crecimiento por segundo año consecutivo. Estas tres actividades, que supieron representar en 2007, 30% del crecimiento de la actividad económica, lo hicieron durante el último año en 18%.</p>
<p><strong>Perspectivas para 2009</strong></p>
<p>Los guarismos de 2008 mostraron un deterioro mayor al esperado hace un año (el crecimiento estimado en el último anuario era de 7,2%). Esto tuvo que ver con dos fenómenos no incluidos en los supuestos en ese entonces: el conflicto agropecuario y la magnitud de la crisis financiera global.<br />
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Argentina mostró entre 2003 y 2007 una tasa de crecimiento anual que en promedio alcanzó 8,8%. El dato relevante es que las tasas del rebote, definido como el crecimiento hasta alcanzar el pico anterior (ubicado temporalmente entre el primer trimestre de 2003 y el primero de 2005), fueron las mismas que en el período de crecimiento. De este modo, el país se encamina a una desaceleración donde, no solo incidirá el ciclo económico global, sino que se acusará recibo del sobrecrecimiento de los últimos 3 años.<br />
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La desaceleración de la demanda privada consecuencia de un deterioro importante de la confianza y la inevitable lentitud en el gasto público, fruto de una merma significativa de los recursos por la caída de los precios de los commodities (los ingresos serán $ 25.000 millones menos de lo presupuestado), aseguran una caída importante de la demanda local. La demanda externa entrará en una dinámica similar de la mano de la crisis global.<br />
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Argentina entrará en 2009 en un período recesivo. Aunque difícil de predecir por lo volátil del contexto y los repentinos cambios en las expectativas, la contracción de la economía será de al menos 0,5% y podría llegar a 1,5%. No puede descartarse una caída mayor en el caso que se sigan tomando medidas que erosionen aún más la confianza y extienda temporalmente la fuga de capitales. Este último escenario no puede descartarse a la luz de los acontecimientos recientes.<br />
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Aunque el gasto desacelerará, sin dudas lo hará menos que la demanda privada. Este último factor, sumado a decisiones recientes de estatizaciones, será el correlato de una economía con una mayor intervención estatal en detrimento del sector privado, con el consecuente impacto sobre la productividad y las tasas de crecimiento de los próximos 2 años.</p>
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Una desaceleración demasiado brusca de las cuentas nacionales
2008 fue nuevamente otro año de crecimiento económico. El producto bruto (PIB) se expandió 6,4%, un guarismo nada despreciable en comparación con el promedio de la región, aunque relativamente bajo cuando se mira la historia reciente. La economía cierra un ciclo de 6 años ininterrumpidos de registros alcistas, el más extenso desde 1964 y el más estable desde 1918.