Un retoque del dólar financiará anuncios electorales vía retenciones

La señal que dará en breve la administración Kirchner no será recortar los gastos para recuperar superávit primario, sino aumentar los ingresos subiendo la paridad para engrosar los pesos recibidos por la comercialización externa de granos y combustibles.

11 septiembre, 2007

Otro toque a la paridad cambiaria antes de que rijan los aumentos de salario mínimo y jubilaciones anunciados por Néstor Kirchner está en la carpeta oficial de medidas preelectorales.

La propuesta del equipo económico está siendo evaluada por el primer mandatario, quien mediante ese retoque dispondrá de los fondos fiscales equivalentes a la diferencia de retención a percibir.

En números gruesos, el aumento de 5 centavos en la cotización del dólar significaría un ingreso neto en Tesorería de 30 millones de pesos, teniendo en cuenta las previsiones comerciales de granos y combustibles para octubre.

El refuerzo se repetiría en los dos últimos meses del año, aunque con otros 5 centavos adicionales de retoque cambiario.

El propio presidente se asumió como “gastador” en una de sus recientes apariciones públicas, confesión que se demuestra en el aumento del 42 % en el gasto fiscal durante este año.

En el mismo período, los ingresos crecieron 30 %. Fueron dos rubros emparentados con la campaña electoral los que recibieron mayores transfusiones. Las prestaciones a la seguridad social subieron 76,5% y los subsidios por las tarifas, un 62,2%.

El superávit primario es de 3,4 % del PIB, pero se llega a este número con la transferencia de las jubilaciones que antes estaban en las AFJP al régimen estatal.

De no haberse realizado ese pase, el país regresaría a los umbrales del déficit fiscal.

Los economistas Nicolás Bridge y Osvaldo Cado, de la consultora Prefinex, afirman en su informe correspondiente al mes en curso que, desde la salida de la Convertibilidad, el cuidado de la caja ha sido una de las prioridades del gobierno.

En 2004 el superávit primario nacional alcanzó 3,9% del PIB y, si bien observó un descenso en los dos años subsiguientes, se ubicó en niveles casi inéditos en la historia argentina.

Sin embargo el 2007 marcó un quiebre. El crecimiento del gasto primario se estima será de 42%, muy por encima del sólido 30% que registraría la recaudación.

Así, el año estaría cerrando con un superávit primario de 2,5% del PIB, 1 punto menos que en 2006. Este último guarismo no incluye el “maquillaje contable” utilizado por el gobierno en relación a los aportes de las jubilaciones.

De acuerdo al esquema ahorro-inversión publicado por el Ministerio de Economía las partidas que registraron mayores subas fueron:

* Prestaciones de seguridad social (+77%). Explica más de la mitad del aumento del gasto primario. Responde a las consecuencias de las reformas al sistema provisional impuesto por las leyes 24.476 (moratoria provisional), 25.944 (jubilación anticipada) y 26.222 (reforma previsional) que implicaron una suba tanto en los receptores (1 millón adicional de jubilados y pensionados) como en el haber promedio (25% de aumento) respecto a 2006.

* Transferencias al sector privado (+62%). Explica 25% de la suba del total del gasto primario. En este caso la expansión responde a los subsidios crecientes fruto del mantenimiento de las tarifas de los servicios públicos (energía residencial y transporte). Un ejemplo fue la importación de gas para paliar la crisis energética a un precio de US$ 5 por BTU, cuando el precio local es de US$ 1 por BTU.

* Remuneraciones (+33%). Consecuencia de una suba en la remuneración promedio (+19%) y un aumento de la cantidad de empleados (+11%).

Escenarios poselectorales

Suponiendo una leve desaceleración en la recaudación impositiva hacia niveles del 25% interanual, recuperar una mayor solidez fiscal en 2008 (superávit primario por encima de 3% del PIB) exigiría que la tasa de crecimiento del gasto primario se reduzca a un ritmo de 21% interanual.

¿Cuál es la factibilidad de este ajuste? En términos generales, no quedan dudas que reducir la tasa de crecimiento no debería ser problemático.

Veamos los conceptos con mayor incremento en 2007:

* Luego de las reformas aplicadas al sistema previsional, en 2008 no debería observarse un alza por encima del 20% (Este guarismo incluye el reciente aumento de 15% y una suba adicional de 10% en septiembre del año próximo).

* Respecto a las remuneraciones, un incremento de 20% es razonable, suponiendo que no se produce una expansión en la planta de empleados.

* El punto más problemático es el referente a las transferencias al sector privado. Desacelerar la tasa de crecimiento demandaría una modificación en la política de subsidios. Una posible solución políticamente aceptable sería reducir por debajo del 20% la suba de estos subsidios, y el resto otorgarlo en incrementos de tarifas.

Menor presión

Según Cado y Bridger, lograr este nivel de superávit tendría varios impactos positivos. Por un lado, reduciría la demanda lo cual traería aparejado una menor presión inflacionaria liberando, al mismo tiempo, fondos para la compra de dólares.

Esto implicaría mantener el tipo de cambio real elevado, lo cual dejaría conforme al sector productivo local y mantendría estables las finanzas públicas. La capacidad de repago de la Argentina mejoraría, generando mayor confianza.

Caso contrario, continuar en el actual sendero de suba del gasto público debilitaría al superávit primario aun más, el cuál se convertiría en déficit durante el 2009.

Si las señales postelectorales estuviesen sesgadas hacia un escenario de este tipo, los agentes económicos lo descontarán produciéndose caídas fuertes en la inversión. Todo esto llevaría al país a una recesión durante 2009.

Considerando las enseñanzas de la historia económica argentina, el carácter pragmático del oficialismo y su obsesión por la caja, este último escenario es improbable. Aunque la forma de evitarlo incluya caminos virtuosos (baja de gasto) y no virtuosos (suba de presión tributaria), buscarán mantener las cuentas públicas en orden.

Para empezar, la primera señal vendría por el lado de los ingresos macroeconómicos: tocar el tipo de cambio para reunir más moneda a través de las retenciones.

Otro toque a la paridad cambiaria antes de que rijan los aumentos de salario mínimo y jubilaciones anunciados por Néstor Kirchner está en la carpeta oficial de medidas preelectorales.

La propuesta del equipo económico está siendo evaluada por el primer mandatario, quien mediante ese retoque dispondrá de los fondos fiscales equivalentes a la diferencia de retención a percibir.

En números gruesos, el aumento de 5 centavos en la cotización del dólar significaría un ingreso neto en Tesorería de 30 millones de pesos, teniendo en cuenta las previsiones comerciales de granos y combustibles para octubre.

El refuerzo se repetiría en los dos últimos meses del año, aunque con otros 5 centavos adicionales de retoque cambiario.

El propio presidente se asumió como “gastador” en una de sus recientes apariciones públicas, confesión que se demuestra en el aumento del 42 % en el gasto fiscal durante este año.

En el mismo período, los ingresos crecieron 30 %. Fueron dos rubros emparentados con la campaña electoral los que recibieron mayores transfusiones. Las prestaciones a la seguridad social subieron 76,5% y los subsidios por las tarifas, un 62,2%.

El superávit primario es de 3,4 % del PIB, pero se llega a este número con la transferencia de las jubilaciones que antes estaban en las AFJP al régimen estatal.

De no haberse realizado ese pase, el país regresaría a los umbrales del déficit fiscal.

Los economistas Nicolás Bridge y Osvaldo Cado, de la consultora Prefinex, afirman en su informe correspondiente al mes en curso que, desde la salida de la Convertibilidad, el cuidado de la caja ha sido una de las prioridades del gobierno.

En 2004 el superávit primario nacional alcanzó 3,9% del PIB y, si bien observó un descenso en los dos años subsiguientes, se ubicó en niveles casi inéditos en la historia argentina.

Sin embargo el 2007 marcó un quiebre. El crecimiento del gasto primario se estima será de 42%, muy por encima del sólido 30% que registraría la recaudación.

Así, el año estaría cerrando con un superávit primario de 2,5% del PIB, 1 punto menos que en 2006. Este último guarismo no incluye el “maquillaje contable” utilizado por el gobierno en relación a los aportes de las jubilaciones.

De acuerdo al esquema ahorro-inversión publicado por el Ministerio de Economía las partidas que registraron mayores subas fueron:

* Prestaciones de seguridad social (+77%). Explica más de la mitad del aumento del gasto primario. Responde a las consecuencias de las reformas al sistema provisional impuesto por las leyes 24.476 (moratoria provisional), 25.944 (jubilación anticipada) y 26.222 (reforma previsional) que implicaron una suba tanto en los receptores (1 millón adicional de jubilados y pensionados) como en el haber promedio (25% de aumento) respecto a 2006.

* Transferencias al sector privado (+62%). Explica 25% de la suba del total del gasto primario. En este caso la expansión responde a los subsidios crecientes fruto del mantenimiento de las tarifas de los servicios públicos (energía residencial y transporte). Un ejemplo fue la importación de gas para paliar la crisis energética a un precio de US$ 5 por BTU, cuando el precio local es de US$ 1 por BTU.

* Remuneraciones (+33%). Consecuencia de una suba en la remuneración promedio (+19%) y un aumento de la cantidad de empleados (+11%).

Escenarios poselectorales

Suponiendo una leve desaceleración en la recaudación impositiva hacia niveles del 25% interanual, recuperar una mayor solidez fiscal en 2008 (superávit primario por encima de 3% del PIB) exigiría que la tasa de crecimiento del gasto primario se reduzca a un ritmo de 21% interanual.

¿Cuál es la factibilidad de este ajuste? En términos generales, no quedan dudas que reducir la tasa de crecimiento no debería ser problemático.

Veamos los conceptos con mayor incremento en 2007:

* Luego de las reformas aplicadas al sistema previsional, en 2008 no debería observarse un alza por encima del 20% (Este guarismo incluye el reciente aumento de 15% y una suba adicional de 10% en septiembre del año próximo).

* Respecto a las remuneraciones, un incremento de 20% es razonable, suponiendo que no se produce una expansión en la planta de empleados.

* El punto más problemático es el referente a las transferencias al sector privado. Desacelerar la tasa de crecimiento demandaría una modificación en la política de subsidios. Una posible solución políticamente aceptable sería reducir por debajo del 20% la suba de estos subsidios, y el resto otorgarlo en incrementos de tarifas.

Menor presión

Según Cado y Bridger, lograr este nivel de superávit tendría varios impactos positivos. Por un lado, reduciría la demanda lo cual traería aparejado una menor presión inflacionaria liberando, al mismo tiempo, fondos para la compra de dólares.

Esto implicaría mantener el tipo de cambio real elevado, lo cual dejaría conforme al sector productivo local y mantendría estables las finanzas públicas. La capacidad de repago de la Argentina mejoraría, generando mayor confianza.

Caso contrario, continuar en el actual sendero de suba del gasto público debilitaría al superávit primario aun más, el cuál se convertiría en déficit durante el 2009.

Si las señales postelectorales estuviesen sesgadas hacia un escenario de este tipo, los agentes económicos lo descontarán produciéndose caídas fuertes en la inversión. Todo esto llevaría al país a una recesión durante 2009.

Considerando las enseñanzas de la historia económica argentina, el carácter pragmático del oficialismo y su obsesión por la caja, este último escenario es improbable. Aunque la forma de evitarlo incluya caminos virtuosos (baja de gasto) y no virtuosos (suba de presión tributaria), buscarán mantener las cuentas públicas en orden.

Para empezar, la primera señal vendría por el lado de los ingresos macroeconómicos: tocar el tipo de cambio para reunir más moneda a través de las retenciones.

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