Un nuevo paro con incidentes y disidencias

Mientras los sindicatos se mostraron satisfechos con la huelga, el Gobierno calificó la medida de fuerza de “absurda”. Hubo múltiples manifestaciones y disturbios en distintos puntos del país.

8 junio, 2001

(EFE).- Los sindicatos que organizaron hoy (viernes 9) la quinta huelga general contra el presidente Fernando de la Rúa se mostraron satisfechos por la “contundencia” de la protesta, mientras que el Gobierno optó por no hacer una evaluación en público y se limitó a descalificar el paro por considerarlo “absurdo”.

El líder de la CGT disidente, Hugo Moyano, aseguró que la protesta fue secundada por 90% de los obreros, lo cual constituye, dijo, “una nueva expresión del pueblo argentino de categórico rechazo a la situación que atraviesa el país”.

“El mensaje que le tiene que quedar al Gobierno es que el pueblo está cansado de esta política de hambre y miseria”, subrayó Moyano durante una conferencia de prensa.

La reacción del Gobierno se conoció a través de la ministra de Trabajo, Patricia Bullrich, quien advirtió que muchos trabajadores se quedaron en sus casas por una combinación de factores, entre los cuales mencionó la falta de medios de transporte y el “miedo” generado por los incidentes aislados protagonizados por activistas.

“El balance no puede plantearse en términos de éxito o de fracaso porque esto es un absurdo”, sostuvo Bullrich.

Añadió que muchos conductores de colectivos no salieron a las calles por miedo a los piquetes de huelguistas y que por la misma razón los padres no enviaron a sus hijos a las escuelas.

Como en anteriores protestas obreras desde la llegada de De la Rúa al poder, en diciembre de 1999, la huelga se sintió con fuerza en los transportes, la educación y la administración pública.

La protesta fue organizada por la CGT disidente y la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), que lidera Víctor De Gennaro, pero no contó con la CGT oficial, que domina a los sindicatos de las industrias, los servicios y la banca.

Durante la jornada hubo múltiples manifestaciones de protesta en distintos puntos del país e incidentes que derivaron en la detención de activistas que arrojaron clavos en las rutas, atacaron colectivos y hasta hicieron estallar una bomba incendiaria en un edificio de Telefónica de Argentina.

En ningún caso hubo personas heridas.

Grupos de obreros y desempleados también instalaron bloqueos en calles y rutas en señal de protesta contra la política social y económica del Gobierno.

Muchas de las manifestaciones se hicieron frente a sedes de empresas de capitales españoles, donde activistas sindicales y militantes izquierdistas expresaron su solidaridad con los trabajadores de Aerolíneas Argentinas, controlada por la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (Sepi), de España.

Por su parte, el presidente De la Rúa señaló que la adhesión al paro fue “absolutamente relativa” y llamó a los sindicatos a “terminar con el vicio de las huelgas”.

“Estos paros se apoyan siempre en la restricción al transporte, pero la gran mayoría está con voluntad y decisión de trabajar”, señaló.

Después de esta breve declaración, De la Rúa se vio obligado a trasladarse hacia una clínica de Buenos Aires, donde los médicos le sometieron a una angioplastia para curar una obstrucción en la arteria coronaria derecha.

Según el ministro de Salud, Héctor Lombardo, el jefe del Estado salió “perfectamente bien” de la operación y el próximo lunes volverá a su puesto de trabajo.

(EFE).- Los sindicatos que organizaron hoy (viernes 9) la quinta huelga general contra el presidente Fernando de la Rúa se mostraron satisfechos por la “contundencia” de la protesta, mientras que el Gobierno optó por no hacer una evaluación en público y se limitó a descalificar el paro por considerarlo “absurdo”.

El líder de la CGT disidente, Hugo Moyano, aseguró que la protesta fue secundada por 90% de los obreros, lo cual constituye, dijo, “una nueva expresión del pueblo argentino de categórico rechazo a la situación que atraviesa el país”.

“El mensaje que le tiene que quedar al Gobierno es que el pueblo está cansado de esta política de hambre y miseria”, subrayó Moyano durante una conferencia de prensa.

La reacción del Gobierno se conoció a través de la ministra de Trabajo, Patricia Bullrich, quien advirtió que muchos trabajadores se quedaron en sus casas por una combinación de factores, entre los cuales mencionó la falta de medios de transporte y el “miedo” generado por los incidentes aislados protagonizados por activistas.

“El balance no puede plantearse en términos de éxito o de fracaso porque esto es un absurdo”, sostuvo Bullrich.

Añadió que muchos conductores de colectivos no salieron a las calles por miedo a los piquetes de huelguistas y que por la misma razón los padres no enviaron a sus hijos a las escuelas.

Como en anteriores protestas obreras desde la llegada de De la Rúa al poder, en diciembre de 1999, la huelga se sintió con fuerza en los transportes, la educación y la administración pública.

La protesta fue organizada por la CGT disidente y la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), que lidera Víctor De Gennaro, pero no contó con la CGT oficial, que domina a los sindicatos de las industrias, los servicios y la banca.

Durante la jornada hubo múltiples manifestaciones de protesta en distintos puntos del país e incidentes que derivaron en la detención de activistas que arrojaron clavos en las rutas, atacaron colectivos y hasta hicieron estallar una bomba incendiaria en un edificio de Telefónica de Argentina.

En ningún caso hubo personas heridas.

Grupos de obreros y desempleados también instalaron bloqueos en calles y rutas en señal de protesta contra la política social y económica del Gobierno.

Muchas de las manifestaciones se hicieron frente a sedes de empresas de capitales españoles, donde activistas sindicales y militantes izquierdistas expresaron su solidaridad con los trabajadores de Aerolíneas Argentinas, controlada por la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (Sepi), de España.

Por su parte, el presidente De la Rúa señaló que la adhesión al paro fue “absolutamente relativa” y llamó a los sindicatos a “terminar con el vicio de las huelgas”.

“Estos paros se apoyan siempre en la restricción al transporte, pero la gran mayoría está con voluntad y decisión de trabajar”, señaló.

Después de esta breve declaración, De la Rúa se vio obligado a trasladarse hacia una clínica de Buenos Aires, donde los médicos le sometieron a una angioplastia para curar una obstrucción en la arteria coronaria derecha.

Según el ministro de Salud, Héctor Lombardo, el jefe del Estado salió “perfectamente bien” de la operación y el próximo lunes volverá a su puesto de trabajo.

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