Un influyente lobby banquero teme por la economía global

El mundo “afronta crecimiento desequilibrios que afectan tanto a las economías centrales como a las secundarias”. Así sostiene el Instituto de finanzas internacionales, grupo por demás ortodoxo, en carta al ministro británico de Hacienda.

15 septiembre, 2006

Por supuesto, es difícil que Gordon Brown haya leído el mensaje, trabado como está en una lucha a muerte con el tambaleante primer ministro, Anthony Blair, que probablemente acabe con ambos. A criterio del IFI, “las medidas necesarias para encarar esos problemas han sido tratadas con amplitud y desde hace tiempo”. Brown también integra el directorio del Fondo Monetario Internacional,

Los banqueros sostienen, claro, que “no se ve sentido de urgencia ni un compromiso claro para adoptar recaudos difíciles o impopulares”. Es una vieja postura del ente, que agrupa a más de 300 asociaciones de banqueros privados alrededor del planeta. Pero, en este momento, choca con una ola de optimismo nada desinteresado que parte de Washington y es difundida por gurúes mayormente latinoamericanos.

El documento del instituto forma parte de las campañas de opinión que habitualmente preceden las asambleas semestrales del FMI. La próxima se hace el lunes 18 y el martes 19 en Singapur, una rica ciudad estado que jira en torno de la especulación financiera y bursátil.

Charles Dallara –operador de fondos buitres, antiguo enemigo de Argentina, Malasia, Brasil, etc.-, gerente general del IFI, apunta a una clave del problema: “la perceptible desaceleración de la economía norteamericana” y la sindica como “una de las grandes amenazas actuales”. Esto le ha hecho poca gracia a Henry Paulsen, secretario de Hacienda y hombre de Goldman Sachs, una banca de inversión ligada al instituto.

“Las incertidumbres que plantea el enfriamiento en Estados Unidos –sostiene Dallara-, más sus enormes déficit fiscal y de pagos externos, son preocupantes”. Según la entidad, este año el rojo en cuenta corriente representará 6,5% del producto bruto interno. A eso se añade su contraparte; los superávit externos de China y Japón.

Ahora bien, Dallara va más lejos que muchos, al menos en esta oportunidad. A su juicio, “la situación terminará corrigiéndose de una de dos maneras: un proceso caótico forzado por los mercados o una transición ordenada, en manos del FMI y otros entes multilaterales”. En el segundo, el papel de Washington es clave, pues debiera “acentuar la reducción del déficit presupuestario y modificar su actual política impositiva”.

Vale decir, dejar de conceder rebajar tributarias a sectores de altos ingresos y a dividendos bursátiles. Al igual que otras instituciones de su tipo, el IFI no dice nada sobre los crecientes gastos bélicos de EE.UU. ni sus efectos fiscales. En otro plano, el gerente del IFI estima que, en el cuadro actual, el Grupo de los 7 ya no es una organización lo bastante amplia ni influyente.

Por supuesto, es difícil que Gordon Brown haya leído el mensaje, trabado como está en una lucha a muerte con el tambaleante primer ministro, Anthony Blair, que probablemente acabe con ambos. A criterio del IFI, “las medidas necesarias para encarar esos problemas han sido tratadas con amplitud y desde hace tiempo”. Brown también integra el directorio del Fondo Monetario Internacional,

Los banqueros sostienen, claro, que “no se ve sentido de urgencia ni un compromiso claro para adoptar recaudos difíciles o impopulares”. Es una vieja postura del ente, que agrupa a más de 300 asociaciones de banqueros privados alrededor del planeta. Pero, en este momento, choca con una ola de optimismo nada desinteresado que parte de Washington y es difundida por gurúes mayormente latinoamericanos.

El documento del instituto forma parte de las campañas de opinión que habitualmente preceden las asambleas semestrales del FMI. La próxima se hace el lunes 18 y el martes 19 en Singapur, una rica ciudad estado que jira en torno de la especulación financiera y bursátil.

Charles Dallara –operador de fondos buitres, antiguo enemigo de Argentina, Malasia, Brasil, etc.-, gerente general del IFI, apunta a una clave del problema: “la perceptible desaceleración de la economía norteamericana” y la sindica como “una de las grandes amenazas actuales”. Esto le ha hecho poca gracia a Henry Paulsen, secretario de Hacienda y hombre de Goldman Sachs, una banca de inversión ligada al instituto.

“Las incertidumbres que plantea el enfriamiento en Estados Unidos –sostiene Dallara-, más sus enormes déficit fiscal y de pagos externos, son preocupantes”. Según la entidad, este año el rojo en cuenta corriente representará 6,5% del producto bruto interno. A eso se añade su contraparte; los superávit externos de China y Japón.

Ahora bien, Dallara va más lejos que muchos, al menos en esta oportunidad. A su juicio, “la situación terminará corrigiéndose de una de dos maneras: un proceso caótico forzado por los mercados o una transición ordenada, en manos del FMI y otros entes multilaterales”. En el segundo, el papel de Washington es clave, pues debiera “acentuar la reducción del déficit presupuestario y modificar su actual política impositiva”.

Vale decir, dejar de conceder rebajar tributarias a sectores de altos ingresos y a dividendos bursátiles. Al igual que otras instituciones de su tipo, el IFI no dice nada sobre los crecientes gastos bélicos de EE.UU. ni sus efectos fiscales. En otro plano, el gerente del IFI estima que, en el cuadro actual, el Grupo de los 7 ya no es una organización lo bastante amplia ni influyente.

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