Un estudio que replantea la globalización y sus futuras características

“La crisis seguirá latente y los repuntes serán lentos, parciales. En esta fase, la globalización no genera un nuevo mundo, sino un archipiélago de bloques disímiles cuya hegemonía les cabrá a Estados Unidos, la Unión Europea y Asia oriental”.

16 mayo, 2003

Así resume el cuadro de situación y las perspectiva internacionales
un estudio conjunto de Lazard Frères y el Centro Einaudi (un sucesor del
Club de Roma, pero en Milán).Técnicamente, el trabajo replantea
las estadísticas económicas estadounidenses -los “grandes números”-
para el trienio 1999-2001y saca una conclusión clave: “gobierno y
operadores advirtieron con notable retraso los tres trimestres de recesión
vividos en 2001”.

En otras palabras, la economía real norteamericana no comenzó
a salir de la recesión de 1999 a fines de 2000, sino en octubre de 2001.
Por lo mismo, los ataques terroristas del 11-9-01 no ocurrieron en plena reactivación,
sino a final de un repliegue. De hecho, algunos sectores mostraban exactamente
ese perfil; por ejemplo, empleo, aerotransporte comercial, telecomunicaciones
inalámbricas, hardware informático y entretenimiento.

Por eso, Irak afectó diversas variables (en EE.UU.) más de que
podía esperarse y tuvo un impacto en la conducta de los consumidores
poco proporcional al alza de los combustibles. Esa “recesión después
de la recesión” fue disimulada por tasas exiguas, que estimulaban
el endeudamiento familiar vía créditos hipotecarios y abuso del
dinero plástico. A juicio del análisis, también la Unión
Europea atraviesa una etapa de estancamiento y crisis sectoriales, aunque sin
el peso que -para EE.UU.- representan la ausencia de ahorro interno y los enormes
déficit fiscal, comercial y de pagos.

A pesar de la larga recesión japonesa o los riesgos deflatorios que
afrontan EE.UU. y la UE (en vísperas de “una ampliación quizá
prematura”), esos dos bloques y Asia oriental (Japón, China, Taiwán,
Surcorea) plantean dos tendencias convergentes. Por una parte, dominarán
la economía mundial -ya controlan la mitad del comercio- y, por la otra,
segmentarán la globalización en “archipiélagos”.
Como algunos son y serán, forzosamente, más influyentes que otros,
el proceso no será equitativo. En este plano, volverá a su origen:
la desigual globalización financiera iniciada en 1973, que llevó
a dos cese de pagos mejicanos (1982, 1994) y una crisis sistémica (1997/8)
generalizada, pero fuera de los tres bloques hegemónicos.

Nada de lo anterior ni una variedad de fuentes técnicas convalidan el
curioso optimismo del departamento de Estado, según lo trasunta un opúsculo
-intitulado “La cuenta del reto del milenio” en la versión
castellana- distribuido hace poco. Amén de que mil años parece
un lapso algo desmesurado (el capitalismo apenas pasa los tres siglos), el término
remite a los “neomilenaristas” que rodean a George W.Bush y lanzaron,
en 1997, un “proyecto para el nuevo siglo (norte)americano”.

Así resume el cuadro de situación y las perspectiva internacionales
un estudio conjunto de Lazard Frères y el Centro Einaudi (un sucesor del
Club de Roma, pero en Milán).Técnicamente, el trabajo replantea
las estadísticas económicas estadounidenses -los “grandes números”-
para el trienio 1999-2001y saca una conclusión clave: “gobierno y
operadores advirtieron con notable retraso los tres trimestres de recesión
vividos en 2001”.

En otras palabras, la economía real norteamericana no comenzó
a salir de la recesión de 1999 a fines de 2000, sino en octubre de 2001.
Por lo mismo, los ataques terroristas del 11-9-01 no ocurrieron en plena reactivación,
sino a final de un repliegue. De hecho, algunos sectores mostraban exactamente
ese perfil; por ejemplo, empleo, aerotransporte comercial, telecomunicaciones
inalámbricas, hardware informático y entretenimiento.

Por eso, Irak afectó diversas variables (en EE.UU.) más de que
podía esperarse y tuvo un impacto en la conducta de los consumidores
poco proporcional al alza de los combustibles. Esa “recesión después
de la recesión” fue disimulada por tasas exiguas, que estimulaban
el endeudamiento familiar vía créditos hipotecarios y abuso del
dinero plástico. A juicio del análisis, también la Unión
Europea atraviesa una etapa de estancamiento y crisis sectoriales, aunque sin
el peso que -para EE.UU.- representan la ausencia de ahorro interno y los enormes
déficit fiscal, comercial y de pagos.

A pesar de la larga recesión japonesa o los riesgos deflatorios que
afrontan EE.UU. y la UE (en vísperas de “una ampliación quizá
prematura”), esos dos bloques y Asia oriental (Japón, China, Taiwán,
Surcorea) plantean dos tendencias convergentes. Por una parte, dominarán
la economía mundial -ya controlan la mitad del comercio- y, por la otra,
segmentarán la globalización en “archipiélagos”.
Como algunos son y serán, forzosamente, más influyentes que otros,
el proceso no será equitativo. En este plano, volverá a su origen:
la desigual globalización financiera iniciada en 1973, que llevó
a dos cese de pagos mejicanos (1982, 1994) y una crisis sistémica (1997/8)
generalizada, pero fuera de los tres bloques hegemónicos.

Nada de lo anterior ni una variedad de fuentes técnicas convalidan el
curioso optimismo del departamento de Estado, según lo trasunta un opúsculo
-intitulado “La cuenta del reto del milenio” en la versión
castellana- distribuido hace poco. Amén de que mil años parece
un lapso algo desmesurado (el capitalismo apenas pasa los tres siglos), el término
remite a los “neomilenaristas” que rodean a George W.Bush y lanzaron,
en 1997, un “proyecto para el nuevo siglo (norte)americano”.

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