Un escenario sin treguas

Con el dólar disparado y un sistema financiero más que debilitado el Gobierno se mueve entre la inflación, un ajuste mayor y el logro de un acuerdo con el FMI, que a esta altura de los hechos se asemeja a una carga.

20 abril, 2002

Luego de pocos días de calma, el dólar volvió a dispararse el viernes 19 y su valor se vuelve amenazante si se tienen en cuenta las advertencias de los exportadores de no liquidar las divisas en los próximos días. Vuelve a surgir una pregunta, cuya respuesta pública parece fácil de imaginar: ¿están dispuestos los argentinos a tomar el peso como moneda propia y reserva de valor?

Si se tiene en cuenta los $ 3,15 por dólar que se pagaron el viernes, no hay mucho en que inquirir en ese sentido. Durante los primeros días del mes, la salida neta de depósitos alcanzó casi $ 200 millones diarios. Y el Gobierno cerró el grifo todavía abierto de los depósitos a plazo fijo reprogramados: dio por finalizadas las operaciones de compra y venta de bienes registrables y llegó a un acuerdo de hecho con la Corte Suprema para devolver los ahorros congelados con bonos a largo plazo (en pesos a cinco años y en dólares a 10), lo que abre la puerta para un nuevo Plan Bonus, similar a la que aplicara la administración Menem en sus primeros y caóticos meses, en 1989.

El programa hará caer las filtraciones pero no las eliminará. Es que de acuerdo a las estimaciones más precisas, dos tercios de dichas filtraciones no se deben a las transacciones de bienes registrables o por los amparos judiciales, sino por la flexibilización que en su momento tuvo el corralito: cajas de ahorro y cuentas corrientes.

Esto significa que el goteo continuará con no menos de $ 1.500 millones mensuales, con todo lo que implica para la salud del sistema financiero y la creación endógena de dinero. Este es el problema más grave que tiene el Banco Central. Sólo con el feriado bancario y cambiario decretado el viernes ante “el alto grado de iliquidez de la plaza surgido por los amparos contra el corralito”, y que se prolongaría hasta la aprobación de la ley que brinde un marco a la devolución de depósitos por medio de un título público, quedó demostrado ese desvelo.

Este tipo de feriados por un tiempo casi “indeterminado”, fue aplicado en febrero, cuando los bancos lograron cierto respiro. Pero la escasez de circulante llevó la cadena de pagos casi hasta su nivel de extinción. Esto, sin agregar el último trago amargo con cerró la semana: la suspensión por 30 días por parte del Central del Scotiabank Quilmes. Varios analistas se preguntaron “¿cuál será el próximo?”.

La persistente inflación

Por otro lado, la teoría y la realidad lo confirman. La moneda se desploma, los precios aumentan y los salarios caen. La Argentina da pruebas constantes de que no hace falta más devaluación que la que ya ha hubo para que el horizonte inflacionario se torne oscuro.
Es que los formadores de precio creen que el dólar no retrocederá de manera significativa. Y se acercan a la marca. Consideran que un tipo de cambio normal es, justamente, el alcanzado el viernes: alrededor de 3 a 1.

Este cuadro alcanza para percibir que muchos precios -además de las tarifas de los combustibles y los servicios públicos- están atrasados y ajustándose en estos días. Según fuentes cercanas al INDEC, la inflación de abril podría superar 6%.

Si esta hipótesis se confirma -y todo indica que así será- el programa económico estará en problemas. Los analistas ajustan sus cálculos y se pregunta: ¿no será la indexación cero una utopía voluntarista similar al déficit cero que buscó Domingo Cavallo en julio del 2001, cuando era titular del Ministerio de Economía?

Cuando el voluntarismo se quiebra, los riesgos de descontrol son altos. Remes y su equipo debieran preparar ya una defensa si es que quieren frenar a las dos CGT, ya que hasta la oficial podría sumarse a los reclamos siguiendo un viejo precepto. “Si los dirigentes no salen a la cabeza de la gente, la gente…”, dijo Juan Perón en los años ´40. Palabras que, de alguna manera, la realidad confirmó el del 20 de diciembre del año pasado. Y de hecho, Hugo Moyano estaría preparando una movilización para el 30 de abril.

Acuerdos y condiciones

Está claro el cierre del acuerdo con el FMI es el gran objetivo del Gobierno. Y su plan corre contra reloj. En el organismo internacional pareciera haber intenciones de acuerdo, pero con la clara intención de alargar la negociación. Detrás de la estrategia hay importantes condiciones. Y esto significa que, como lo hizo en marzo, Anoop Singh volverá a Washington, desde donde seguirá de cerca al Gobierno.

Mientras tanto, la administración Duhalde debe, no solamente alcanzar metas como la relación fiscal con las provincias y las leyes de quiebras y subversión económica acordadas con el FMI. El infortunio en cualquiera de esos temas podría generar la reapertura de las discusiones con la entidad y dilatar una vez más el acuerdo.

No obstante, lo más probable es que a mediados de mayo haya fumata blanca y, con ella, cierta recuperación de las reservas internacionales que daría oxígeno a la dupla Remes-Blejer, que sigue adelante con tropiezos, más allá de los desaciertos producidos cuando el Banco Central autorizó a devolver los depósitos atrapados en el corralito en enero del 2003 para absoluta sorpresa del Ministro de Economía, que conoció la decisión a través de un programa de televisión.

Las flaquezas del fisco

Vale aclarar que las cosas no marcharán bien sólo porque se firme el acuerdo. Un ejemplo es el del fisco nacional. A solicitud del FMI, la Secretaría de Hacienda publicó el resultado fiscal consolidado para el primer bimestre del año. De acuerdo a los números difundidos (que aún no han sido auditados por el organismo), el desequilibrio acumulado en los dos meses totalizaría $ 1.094 millones. Esta cifra, sin embargo, no incluye entre 800 y $ 900 millones que se giraron a las provincias en Lecop como pago de la garantía de coparticipación, que estuvo vigente hasta marzo pasado.

Con estos gastos, y un déficit que en marzo se estima en $ 830 millones, el rojo acumulado sería de $ 2.721 millones de pesos, casi $ 400 millones por encima de la última estimación de HOJA DE RUTA.

Para compensar este desfasaje al comenzar el año, el Gobierno deberá obtener algo así como $ 800 millones de superávit durante el segundo trimestre del 2002 y otros $ 700 millones en el tercero. Los resultados de abril constituirán un indicio de si se marcha por buen camino. O si se deberán hacer nuevos ajustes en el corto plazo.

Luego de pocos días de calma, el dólar volvió a dispararse el viernes 19 y su valor se vuelve amenazante si se tienen en cuenta las advertencias de los exportadores de no liquidar las divisas en los próximos días. Vuelve a surgir una pregunta, cuya respuesta pública parece fácil de imaginar: ¿están dispuestos los argentinos a tomar el peso como moneda propia y reserva de valor?

Si se tiene en cuenta los $ 3,15 por dólar que se pagaron el viernes, no hay mucho en que inquirir en ese sentido. Durante los primeros días del mes, la salida neta de depósitos alcanzó casi $ 200 millones diarios. Y el Gobierno cerró el grifo todavía abierto de los depósitos a plazo fijo reprogramados: dio por finalizadas las operaciones de compra y venta de bienes registrables y llegó a un acuerdo de hecho con la Corte Suprema para devolver los ahorros congelados con bonos a largo plazo (en pesos a cinco años y en dólares a 10), lo que abre la puerta para un nuevo Plan Bonus, similar a la que aplicara la administración Menem en sus primeros y caóticos meses, en 1989.

El programa hará caer las filtraciones pero no las eliminará. Es que de acuerdo a las estimaciones más precisas, dos tercios de dichas filtraciones no se deben a las transacciones de bienes registrables o por los amparos judiciales, sino por la flexibilización que en su momento tuvo el corralito: cajas de ahorro y cuentas corrientes.

Esto significa que el goteo continuará con no menos de $ 1.500 millones mensuales, con todo lo que implica para la salud del sistema financiero y la creación endógena de dinero. Este es el problema más grave que tiene el Banco Central. Sólo con el feriado bancario y cambiario decretado el viernes ante “el alto grado de iliquidez de la plaza surgido por los amparos contra el corralito”, y que se prolongaría hasta la aprobación de la ley que brinde un marco a la devolución de depósitos por medio de un título público, quedó demostrado ese desvelo.

Este tipo de feriados por un tiempo casi “indeterminado”, fue aplicado en febrero, cuando los bancos lograron cierto respiro. Pero la escasez de circulante llevó la cadena de pagos casi hasta su nivel de extinción. Esto, sin agregar el último trago amargo con cerró la semana: la suspensión por 30 días por parte del Central del Scotiabank Quilmes. Varios analistas se preguntaron “¿cuál será el próximo?”.

La persistente inflación

Por otro lado, la teoría y la realidad lo confirman. La moneda se desploma, los precios aumentan y los salarios caen. La Argentina da pruebas constantes de que no hace falta más devaluación que la que ya ha hubo para que el horizonte inflacionario se torne oscuro.
Es que los formadores de precio creen que el dólar no retrocederá de manera significativa. Y se acercan a la marca. Consideran que un tipo de cambio normal es, justamente, el alcanzado el viernes: alrededor de 3 a 1.

Este cuadro alcanza para percibir que muchos precios -además de las tarifas de los combustibles y los servicios públicos- están atrasados y ajustándose en estos días. Según fuentes cercanas al INDEC, la inflación de abril podría superar 6%.

Si esta hipótesis se confirma -y todo indica que así será- el programa económico estará en problemas. Los analistas ajustan sus cálculos y se pregunta: ¿no será la indexación cero una utopía voluntarista similar al déficit cero que buscó Domingo Cavallo en julio del 2001, cuando era titular del Ministerio de Economía?

Cuando el voluntarismo se quiebra, los riesgos de descontrol son altos. Remes y su equipo debieran preparar ya una defensa si es que quieren frenar a las dos CGT, ya que hasta la oficial podría sumarse a los reclamos siguiendo un viejo precepto. “Si los dirigentes no salen a la cabeza de la gente, la gente…”, dijo Juan Perón en los años ´40. Palabras que, de alguna manera, la realidad confirmó el del 20 de diciembre del año pasado. Y de hecho, Hugo Moyano estaría preparando una movilización para el 30 de abril.

Acuerdos y condiciones

Está claro el cierre del acuerdo con el FMI es el gran objetivo del Gobierno. Y su plan corre contra reloj. En el organismo internacional pareciera haber intenciones de acuerdo, pero con la clara intención de alargar la negociación. Detrás de la estrategia hay importantes condiciones. Y esto significa que, como lo hizo en marzo, Anoop Singh volverá a Washington, desde donde seguirá de cerca al Gobierno.

Mientras tanto, la administración Duhalde debe, no solamente alcanzar metas como la relación fiscal con las provincias y las leyes de quiebras y subversión económica acordadas con el FMI. El infortunio en cualquiera de esos temas podría generar la reapertura de las discusiones con la entidad y dilatar una vez más el acuerdo.

No obstante, lo más probable es que a mediados de mayo haya fumata blanca y, con ella, cierta recuperación de las reservas internacionales que daría oxígeno a la dupla Remes-Blejer, que sigue adelante con tropiezos, más allá de los desaciertos producidos cuando el Banco Central autorizó a devolver los depósitos atrapados en el corralito en enero del 2003 para absoluta sorpresa del Ministro de Economía, que conoció la decisión a través de un programa de televisión.

Las flaquezas del fisco

Vale aclarar que las cosas no marcharán bien sólo porque se firme el acuerdo. Un ejemplo es el del fisco nacional. A solicitud del FMI, la Secretaría de Hacienda publicó el resultado fiscal consolidado para el primer bimestre del año. De acuerdo a los números difundidos (que aún no han sido auditados por el organismo), el desequilibrio acumulado en los dos meses totalizaría $ 1.094 millones. Esta cifra, sin embargo, no incluye entre 800 y $ 900 millones que se giraron a las provincias en Lecop como pago de la garantía de coparticipación, que estuvo vigente hasta marzo pasado.

Con estos gastos, y un déficit que en marzo se estima en $ 830 millones, el rojo acumulado sería de $ 2.721 millones de pesos, casi $ 400 millones por encima de la última estimación de HOJA DE RUTA.

Para compensar este desfasaje al comenzar el año, el Gobierno deberá obtener algo así como $ 800 millones de superávit durante el segundo trimestre del 2002 y otros $ 700 millones en el tercero. Los resultados de abril constituirán un indicio de si se marcha por buen camino. O si se deberán hacer nuevos ajustes en el corto plazo.

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