Un escándalo petrolero, esta vez en México

El presidente ejecutivo de Petróleos Mexicanos (Pemex), Raúl Muñoz Leos, perdió el puesto en medio de un escándalo local. Según algunas agencias, originado en cuantiosos fondos concedidos a un poderoso sindicato controlado por la oposición.

2 noviembre, 2004

La secretaría de Energía se vio obligada a admitir el virtual despido de Leos, porque la novedad estaba ya en varios medios aztecas y algunos de Tejas, California y Nuevo Méjico. El gobierno, dueño de la empresa, puso como CEO a Luis Ramírez Corzo, hasta ahora miembro del directorio y hombre cercano al dimitente.

El detonante del lío fue un acuerdo subscripto por Leos que implica abonar cerca de US$ 670 millones para asistencia médica y créditos hipotecarios al gremio que representa la mayoría del personal en la petrolera. Lo curioso es que este tipo de convenios está en la mira desde 2002, cuando una transacción similar forzó el despido de otro presidente ejecutivo.

Como en esa oportunidad, ahora quien firmó el nuevo acuerdo es sospechado de venal y una serie de gastos personales posteriores lo puso en evidencia. O sea, lo típico entre altos funcionarios al sur del río Bravo. Parte del problema remite a las dificultades del presidente conservador Vicente Fox, que quebró el monopolio del Partido Revolucionario Institucional (PRI) sobre el poder, iniciado en los años 20.

Con el tiempo, Fox demostró que tenía más talento para ganar elecciones que para encarar reformas en serio. Así ocurrió en materia de hidrocarburos. En buena medida, porque el presidente carece de muñeca para negociar con un congreso todavía dominado por el PRI y su vieja maquinaria clientelista. Las cosas estaban bien claras desde 2002, cuando se descubrió que Pemex había entregado a la campaña del PRI US$ 130 millones en forma ilegal durante 2000.

La secretaría de Energía se vio obligada a admitir el virtual despido de Leos, porque la novedad estaba ya en varios medios aztecas y algunos de Tejas, California y Nuevo Méjico. El gobierno, dueño de la empresa, puso como CEO a Luis Ramírez Corzo, hasta ahora miembro del directorio y hombre cercano al dimitente.

El detonante del lío fue un acuerdo subscripto por Leos que implica abonar cerca de US$ 670 millones para asistencia médica y créditos hipotecarios al gremio que representa la mayoría del personal en la petrolera. Lo curioso es que este tipo de convenios está en la mira desde 2002, cuando una transacción similar forzó el despido de otro presidente ejecutivo.

Como en esa oportunidad, ahora quien firmó el nuevo acuerdo es sospechado de venal y una serie de gastos personales posteriores lo puso en evidencia. O sea, lo típico entre altos funcionarios al sur del río Bravo. Parte del problema remite a las dificultades del presidente conservador Vicente Fox, que quebró el monopolio del Partido Revolucionario Institucional (PRI) sobre el poder, iniciado en los años 20.

Con el tiempo, Fox demostró que tenía más talento para ganar elecciones que para encarar reformas en serio. Así ocurrió en materia de hidrocarburos. En buena medida, porque el presidente carece de muñeca para negociar con un congreso todavía dominado por el PRI y su vieja maquinaria clientelista. Las cosas estaban bien claras desde 2002, cuando se descubrió que Pemex había entregado a la campaña del PRI US$ 130 millones en forma ilegal durante 2000.

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