Un bono podría destrabar el conflicto con los acreedores

La propuesta de reestructuración incluye tres tipos de bonos. Uno de ellos, atado al crecimiento de la economía, en un primer momento no captó la atención de tenedores, pero ahora se transformó en una carta fuerte para avanzar en las negociaciones.

10 febrero, 2004

La propuesta que el ministro Roberto Lavagna presentó en los
Emiratos Arabes el 22 de septiembre de 2003 incluyó un bono “Discount”, que explicitará la quita del valor nominal; un bono Par, que no tiene reducción del valor o tiene una pequeña quita y comparativamente ofrece menores cupones y plazos de pago más prolongados; y por último bonos con capitalización vinculados al crecimiento de la economía.

Desde ese mismo día, los analistas coincidieron en que los
inversores minoristas optarían por el bono Par, con una pequeña
quita pero extensión de plazos, mientras que el Discount sería el
preferido entre aquellos que estaban dispuestos a deshacerse de
inmediato de las posiciones en Argentina a como diera lugar.

En cambio, el bono atado al crecimiento sólo se presentaba
como apetecible para los inversores más sofisticados (Fondos
Comunes o inversores institucionales) que están en condiciones de
aguantar los vaivenes de la economía y están entrenados para
entrar y salir del mercado con mayor facilidad.

Sin embargo, en los últimos cinco meses la percepción de la
realidad parece haber cambiado significativamente entre los
inversores minoristas y ahora el bono atado al crecimiento se
presenta como una opción interesante.

Ese fue precisamente uno de los ejes centrales en la discusión
que mantuvieron en Miami el ministro Lavagna y el director Gerente del FMI, Horst Köhler, con el objetivo de “preparar el camino para la misión de la segunda revisión que está previsto comience en Buenos Aires la semana próxima”.

El cambio de postura de los tenedores de bonos se sustenta a
partir de que el Producto Bruto Interno (PBI) de la Argentina registró un crecimiento de 8,2% en 2003 y el consenso de los analistas ubica en 6% el piso para este año.

La posibilidad de atar el pago de la deuda al crecimiento de
la economía puede servir de llave para destrabar el proceso de reestructuración de la deuda con acreedores privados.

Economía deberá fijar ahora los parámetros que marquen el
punto de inflexión a partir del cual el crecimiento del PBI se
transforme en una mejora en el valor de los nuevos bonos, algo que
seguramente será motivo de largas discusiones.

La propuesta que el ministro Roberto Lavagna presentó en los
Emiratos Arabes el 22 de septiembre de 2003 incluyó un bono “Discount”, que explicitará la quita del valor nominal; un bono Par, que no tiene reducción del valor o tiene una pequeña quita y comparativamente ofrece menores cupones y plazos de pago más prolongados; y por último bonos con capitalización vinculados al crecimiento de la economía.

Desde ese mismo día, los analistas coincidieron en que los
inversores minoristas optarían por el bono Par, con una pequeña
quita pero extensión de plazos, mientras que el Discount sería el
preferido entre aquellos que estaban dispuestos a deshacerse de
inmediato de las posiciones en Argentina a como diera lugar.

En cambio, el bono atado al crecimiento sólo se presentaba
como apetecible para los inversores más sofisticados (Fondos
Comunes o inversores institucionales) que están en condiciones de
aguantar los vaivenes de la economía y están entrenados para
entrar y salir del mercado con mayor facilidad.

Sin embargo, en los últimos cinco meses la percepción de la
realidad parece haber cambiado significativamente entre los
inversores minoristas y ahora el bono atado al crecimiento se
presenta como una opción interesante.

Ese fue precisamente uno de los ejes centrales en la discusión
que mantuvieron en Miami el ministro Lavagna y el director Gerente del FMI, Horst Köhler, con el objetivo de “preparar el camino para la misión de la segunda revisión que está previsto comience en Buenos Aires la semana próxima”.

El cambio de postura de los tenedores de bonos se sustenta a
partir de que el Producto Bruto Interno (PBI) de la Argentina registró un crecimiento de 8,2% en 2003 y el consenso de los analistas ubica en 6% el piso para este año.

La posibilidad de atar el pago de la deuda al crecimiento de
la economía puede servir de llave para destrabar el proceso de reestructuración de la deuda con acreedores privados.

Economía deberá fijar ahora los parámetros que marquen el
punto de inflexión a partir del cual el crecimiento del PBI se
transforme en una mejora en el valor de los nuevos bonos, algo que
seguramente será motivo de largas discusiones.

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