Ultimátum de Fini a Berlusconi. Vuelve a hablarse de renuncia

Harto de las maniobras del primer ministro, el canciller Gianfranco Fini amenaza sacar su partido neofascista de la coalición de derechas. Silvio Berlusconi va hoy al senado, mientras la crisis política se torna inmanejable.

20 abril, 2005

En lo que llamó él mismo “semiultimátum”, Fini anunció que la Alianza nacional (AN, neofascista) puede acompañar a la Unión democristiana (derecha clerical) de Marco Follini y abandonar la coalición quizás hoy miércoles. “Berlusconi hace cada más difícil relanzar el gobierno y darvuelta priodidades en favro del sur”, señalaba el todavía canciller, la noche del martes.

En este momento, pueden surgir demoras o tal vez todo se congele mientras duran las ceremonias por asunción del nuevo pontífice. Pero, si AN siue a la UDC, sólo le quedarán al ministro la Liga Norte (hasta ahora controlada por Umberto Bossi, incondicional al amo de Mediaset) y Forza Italia, un rejunte creado por el propio Berlusconi, donde empiezan a surgir señales de descontento, pues fue la que más perdió en los recientes comicios regionales.

Entre domingo y lunes, el primer ministro se había comprometió a dimitir, con objeto de formar otro gabinete y consolidar la coalición de derecha. Pero el riesgo de que el presidente Carlo Azeglio Ciampi le encomendase a otro –probablemente a Fini- la misión, lo hizo desconocer un acuerdo con los propios partidos que lo llevaron al poder.

Sea como fuere, el dueño de la Milan quiere cumplir cinco años en el poder (hoy lleva cuatro). Eso nunca había ocurrido en la Italia posterior a 1943. Pero sus presentes apuros no son fáciles de superar, pues derivan de una inédita derrota oficialista en las elecciones regionales. Esos resultados translucen dos años de deterioro político y hasta personal. Entretanto, fiscales y jueces esperan que pierda inmunidades para someterlo a dos o tres procesos por corrupción, relacionados con sus negocios privados u causas que datan de los años 90.

La semana pasada –mientras los medios rioplantenses ignoraban la crisis italiana-, la UDC, socio menor de “Casa delle Libertà”, rompió con el gobierno. Su jefe y viceprimer ministro, Follini, dimitó llevándose consigo cuatro ministros. Entre ellos, el pintoresco Rocco Buttiglione, católico ultramontano que perdió un cargo en la Comisión Europea por decir barbaridades antifeministas ante el parlamento de la UE.

El lunes por la tarde, hubo una reunión de urgencia entre Berlusconi y líderes de partidos remanentes en la coalición. A su término, Fini anticipó la inminente renuncia del primer ministro (y, claro, del resto del gabinete).

Por la noche, Berlusconi pidió hablar con Ciampi. Según la constitución, éste tiene tres opciones: (a) confirmar a Berlusconi como jefe de un nuevo ministerio, (b) encargar a otro la formación de gobierno y (c) llamar a elecciones generales anticipadas.

Pero, de pronto, el “premier” le dijo al presidente que había reslto hacer lo contrario de lo indicado por Fini. Repitiendo una audaz jugada hecha en 1994, Berlusconi trata de ser ratificado por el parlamento, remplazar a los dimitentes y seguir hasta 2006. A su favor, en teoría, tiene una “mayoría de papel”, que desde 2003 ya no refleja el mapa electoral. Esto se parece un poco a las bancadas radicales en el congreso argentino, que ya no representan los votos obtenidos años atrás, pero se aferran a los sillones.

A primera vista, el millonario ex cantante melódico –procesado por la justicia- opta por llevar al extremo la crisis desatada a principios de abril. Los días 3 y 4, el oficialismo perdió en once de trece regiones. La oposición, pues, controla dieciséis de las veinte totales. Esto agravó el desgobierno, precisamente mientras se agudizaban severas dificultades económicas y fiscales, con Italia bajo presión de la Comisión Europea por sus imparables déficit.

Fini reprochó a Berlusconi “mandarme a dar la cara y después desdecirte”. Desde la otra punta del espectro, Piero Fassino (democráta de izquierda) afirmó “esto se convierte en una farsa obscena”. Según ejecutivos de Confindustria, su presidente Luca Montezemolo –también encabeza Fiat SpA- usó en privado casi los mismos términos, El empresariio había estado entre los primeros en sugerir la dimisión del primer ministro.

En lo que llamó él mismo “semiultimátum”, Fini anunció que la Alianza nacional (AN, neofascista) puede acompañar a la Unión democristiana (derecha clerical) de Marco Follini y abandonar la coalición quizás hoy miércoles. “Berlusconi hace cada más difícil relanzar el gobierno y darvuelta priodidades en favro del sur”, señalaba el todavía canciller, la noche del martes.

En este momento, pueden surgir demoras o tal vez todo se congele mientras duran las ceremonias por asunción del nuevo pontífice. Pero, si AN siue a la UDC, sólo le quedarán al ministro la Liga Norte (hasta ahora controlada por Umberto Bossi, incondicional al amo de Mediaset) y Forza Italia, un rejunte creado por el propio Berlusconi, donde empiezan a surgir señales de descontento, pues fue la que más perdió en los recientes comicios regionales.

Entre domingo y lunes, el primer ministro se había comprometió a dimitir, con objeto de formar otro gabinete y consolidar la coalición de derecha. Pero el riesgo de que el presidente Carlo Azeglio Ciampi le encomendase a otro –probablemente a Fini- la misión, lo hizo desconocer un acuerdo con los propios partidos que lo llevaron al poder.

Sea como fuere, el dueño de la Milan quiere cumplir cinco años en el poder (hoy lleva cuatro). Eso nunca había ocurrido en la Italia posterior a 1943. Pero sus presentes apuros no son fáciles de superar, pues derivan de una inédita derrota oficialista en las elecciones regionales. Esos resultados translucen dos años de deterioro político y hasta personal. Entretanto, fiscales y jueces esperan que pierda inmunidades para someterlo a dos o tres procesos por corrupción, relacionados con sus negocios privados u causas que datan de los años 90.

La semana pasada –mientras los medios rioplantenses ignoraban la crisis italiana-, la UDC, socio menor de “Casa delle Libertà”, rompió con el gobierno. Su jefe y viceprimer ministro, Follini, dimitó llevándose consigo cuatro ministros. Entre ellos, el pintoresco Rocco Buttiglione, católico ultramontano que perdió un cargo en la Comisión Europea por decir barbaridades antifeministas ante el parlamento de la UE.

El lunes por la tarde, hubo una reunión de urgencia entre Berlusconi y líderes de partidos remanentes en la coalición. A su término, Fini anticipó la inminente renuncia del primer ministro (y, claro, del resto del gabinete).

Por la noche, Berlusconi pidió hablar con Ciampi. Según la constitución, éste tiene tres opciones: (a) confirmar a Berlusconi como jefe de un nuevo ministerio, (b) encargar a otro la formación de gobierno y (c) llamar a elecciones generales anticipadas.

Pero, de pronto, el “premier” le dijo al presidente que había reslto hacer lo contrario de lo indicado por Fini. Repitiendo una audaz jugada hecha en 1994, Berlusconi trata de ser ratificado por el parlamento, remplazar a los dimitentes y seguir hasta 2006. A su favor, en teoría, tiene una “mayoría de papel”, que desde 2003 ya no refleja el mapa electoral. Esto se parece un poco a las bancadas radicales en el congreso argentino, que ya no representan los votos obtenidos años atrás, pero se aferran a los sillones.

A primera vista, el millonario ex cantante melódico –procesado por la justicia- opta por llevar al extremo la crisis desatada a principios de abril. Los días 3 y 4, el oficialismo perdió en once de trece regiones. La oposición, pues, controla dieciséis de las veinte totales. Esto agravó el desgobierno, precisamente mientras se agudizaban severas dificultades económicas y fiscales, con Italia bajo presión de la Comisión Europea por sus imparables déficit.

Fini reprochó a Berlusconi “mandarme a dar la cara y después desdecirte”. Desde la otra punta del espectro, Piero Fassino (democráta de izquierda) afirmó “esto se convierte en una farsa obscena”. Según ejecutivos de Confindustria, su presidente Luca Montezemolo –también encabeza Fiat SpA- usó en privado casi los mismos términos, El empresariio había estado entre los primeros en sugerir la dimisión del primer ministro.

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