Turquía amenaza al Irak kurdo e irrita a Washington y Bruselas

En medio de complejas vísperas electorales, donde se juega el laicismo, Angora envía tropas a la frontera con la autonomía kurda que funciona al noreste de Irak. Excusa: Mosul ayuda a rebeldes de su etnia en Turquía.

1 junio, 2007

La movilización otomana, más ligada al clima político interno que al separatismo kurdo, es impresionante. Por supuesto, preocupa en tres frentes: Estados Unidos (aliado histórico de Angora), la Unión Europea –donde el eventual ingreso turco pierde apoyos- e Irán. Tehrán también tiene una minoria kurda y sunní. En realidad, el Kurdistán se reparte entre cuatro países, por orden de número: Turquía, Irak, Irán y Siria. Una etnia que gobernó Irak, Siria, Egipto y parte de Arabia bajo Saladino (era kurdo), jamás logró tener estado propio.

Para peor, Angora es viejo miembro de la OTAN y Washington apoya desde 1991 al “estado” kurdo iraquí autónomo. Los otomanos sostienen que hay en el país vecino tres mil guerrilleros kurdos turcos, de los cuales dos mil operan al otro lado de la frontera. El viernes, Estados Unidos exigió formalmente alejar las tropas y dejar de sobrevolar la zona con cazas F16 (irónico: eso mismo le pide medio mundo a Washington que haga en Irak).

Todo esto afecta la posición de algunos gobiernos europeos respecto de Turquía. Por ejemplo, durante la campaña electoral el nuevo presidente francés, Nicolas Sarkozy (húngaro étnico), no se cansaba de decir “Turquía es Asia menor, no Europa”. A su vez, el Vaticano apela a una horda de voceros informales para recordar que “98% de la población turca es musulmana”, mientras Polonia, Hungrìa, Rumania y Bulgaria son abiertamente antiturca, por motivos seculares.

La historia del siglo XX, empero, permite otra lectura. Tras la derrota de los imperios centrales en la gran guerra (1914/8), Mustafá Kemal Atatürk eliminó el estado otomano, suprimió el califato fantasma (Estambul) y fundó en Angora una república completamente laica. (1923). Esto sacó de escena a los “jóvenes turcos”, que sostenían al depuesto sultán Mahoma e inspiraron masacres de armenios, kurdos y griegos. Kemal era militar. Por ende, hoy las fuerzas armadas son laicas y resisten al partido islámico del primer ministro Recep Erdögan.

Turquía adhirió a la OTAN ya en 1952, tiene buenas relaciones con Israel y, desde 1963, viene firmando acuerdos preferenciales con lo que hoy es la UE. Alemania y Holanda albergan importantes etnias turcas que van por la tercera generación de ciudadanos locales. El 22 de julio habrpa elecciones generales, pero las presiones militares sobre el Irak kurdo generan un escenario que favorecen a gente como Sarkozy o los mellizos Kaczynski.

La movilización otomana, más ligada al clima político interno que al separatismo kurdo, es impresionante. Por supuesto, preocupa en tres frentes: Estados Unidos (aliado histórico de Angora), la Unión Europea –donde el eventual ingreso turco pierde apoyos- e Irán. Tehrán también tiene una minoria kurda y sunní. En realidad, el Kurdistán se reparte entre cuatro países, por orden de número: Turquía, Irak, Irán y Siria. Una etnia que gobernó Irak, Siria, Egipto y parte de Arabia bajo Saladino (era kurdo), jamás logró tener estado propio.

Para peor, Angora es viejo miembro de la OTAN y Washington apoya desde 1991 al “estado” kurdo iraquí autónomo. Los otomanos sostienen que hay en el país vecino tres mil guerrilleros kurdos turcos, de los cuales dos mil operan al otro lado de la frontera. El viernes, Estados Unidos exigió formalmente alejar las tropas y dejar de sobrevolar la zona con cazas F16 (irónico: eso mismo le pide medio mundo a Washington que haga en Irak).

Todo esto afecta la posición de algunos gobiernos europeos respecto de Turquía. Por ejemplo, durante la campaña electoral el nuevo presidente francés, Nicolas Sarkozy (húngaro étnico), no se cansaba de decir “Turquía es Asia menor, no Europa”. A su vez, el Vaticano apela a una horda de voceros informales para recordar que “98% de la población turca es musulmana”, mientras Polonia, Hungrìa, Rumania y Bulgaria son abiertamente antiturca, por motivos seculares.

La historia del siglo XX, empero, permite otra lectura. Tras la derrota de los imperios centrales en la gran guerra (1914/8), Mustafá Kemal Atatürk eliminó el estado otomano, suprimió el califato fantasma (Estambul) y fundó en Angora una república completamente laica. (1923). Esto sacó de escena a los “jóvenes turcos”, que sostenían al depuesto sultán Mahoma e inspiraron masacres de armenios, kurdos y griegos. Kemal era militar. Por ende, hoy las fuerzas armadas son laicas y resisten al partido islámico del primer ministro Recep Erdögan.

Turquía adhirió a la OTAN ya en 1952, tiene buenas relaciones con Israel y, desde 1963, viene firmando acuerdos preferenciales con lo que hoy es la UE. Alemania y Holanda albergan importantes etnias turcas que van por la tercera generación de ciudadanos locales. El 22 de julio habrpa elecciones generales, pero las presiones militares sobre el Irak kurdo generan un escenario que favorecen a gente como Sarkozy o los mellizos Kaczynski.

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