<p>Los improperios de Leone Panetta, director de la CIA, al conocer la noticia fueron dignos de su ascendencia italiana y salpicaron a varios asesores en la Casa Blanca. Los expedientes relacionados con Abú Ghreib, Guantánamo y los vuelos secretos –tras ocho meses de parsimonia- pasaron a la órbita de Eric Holder, titular de justicia, o sea procurador de la república.</p>
<p>Se le suma John Durham, su equivalente en Connecticut, como fiscal especial adjunto para estos casos federales. Panetta continuará como jefe del espionaje externo, si no le vuelan los pajaritos y da el portazo. Sin llegar a ese extremo, un mensaje a sus subordinados trasunta amargura pero reivindica los métodos usados en una “guerra al terrorismo” cuestionada por la opinión pública.<br />
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En ese plano, Panetta comparte los argumentos del ex vicepresidente, Richard Cheney, y su equipo ultraconservador. Sin embargo, Obama y Holder no tenían otra opción legal que relevar a la CIA de las indagaciones, como recordó la secretaria de estado, Hillary Rodham Clinton.<br />
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Históricamente, las relaciones entre la Casa Blanca y la CIA han sido accidentadas y Colombia u Honduras pueden ser las próximas crisis. Poco antes de ser asesinado en 1963, John F.Kennedy acusó a la agencia por falta de diafanidad. Ocho años después, la “compañía” –apoyada desde el KGB- obstruía la apertura a China de Richard M.Nixon y Henry Kissinger.<br />
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Pero en 1972 ese mismo presidente empleó ex ´”plomeros” de la CIA para espiar Watergate, sede de la campaña electoral demócrata. Eso acabó con Nixon. Por su parte, Kissinger apeló a la agencia para derrocar a Salvador Allende en Chile (1973) y, a principios de los 80, dos bochornosos operadores en Irán y Nicaragua, John Pointdexter y Oliver North, fueron procesados.<br />
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Ahora queda otra recidiva de Irak y Afganistán: la colaboración entre el Pentágono y Hollywood. Ha tomado forma en guiones para series “patrióticas” estilo “24 horas” o películas tipo “El maratonista”. De hecho, el creador de la serie televisiva, Joel Surnow, es un fanático de ultraderecha y su “bểte noire” es “Ley y orden” donde los excesos en Levante suelen ser expuestos crudamente vía sus efectos en la sociedad civil.</p>
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Torturas: por fin, Obama pone en marcha la justicia
Costó semanas de vacilaciones. Ahora el departamento del ramo trasfiere de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) al Buró Federal de Investigaciones (FBI) los casos de sevicias y otros excesos en la guerra al terrorismo.