¿Tiene futuro la Organización del Tratado Noratlántico?
Para Richard Gowan y Michael Mandelbaum, tiene poco o ninguno. El primero actúa en el consejo europeo de relaciones exteriores. El segundo maneja el tema OTAN en el partido demócrata estadounidense. Ambos piensan en actores como China, Brasil e India.
7 septiembre, 2010
<p>A criterio de Gowan, “la retirada de Irak no deja imágenes dignas del recuerdo, como la salida del último helicóptero en Saigón o el último tanque soviético de Kabul. Además, quedarán en la Mesopotamia 50.000 instructores, inclusive privados”. A su vez, Mandelbaum revela que “los estrategas geopolítico occidentales empiezan a cuestionarse. Dudan de que la asediada superpotencia restante en el planeta pueda seguir malgastado sumas astronómica en aventuras bélicas de mal fin”.<br />
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Nadie menos que Robert Gates, secretario de defensa heredado de George W.Bush, anunció ya recortes iniciales del presupuesto y señaló que harán falta muchos más. Este proceso fue anticipado por un libro de Mandelbaum (No more Iraqs, agosto), donde se afirma que “Washingron precisará dedicar crecientes sumas para mantener una población civil en envejecimiento. Eludir intervenciones militares remotas y sostener estados inviables, como lo es Irak desde los años 20, será una forma efectiva de reducir costos inútiles”.<br />
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También la Unión Europea se verá obligada a no malgastar en fracasos como Afganistán, “una campaña que ha terminado con todo apoyo popular a este tipo de aventuras –subraya Gowan-, pues Gran Bretaña, por ejemplo, viene perdiendo batallas desde el siglo XVIII. Al respecto, Londres ya planea abandonar su larga tradición de potencia militar, por cierto perimida en 1947/49, al marcharse de India e Indochina”.<br />
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En realidad, la OTAN nació después, en 1949, como contrapeso al Pacto de Varsovia pero, desde entonces, perdió más combates que los ganados. Hoy “es difícil –apunta Mandelbaum- imaginar a esa burocracia embarcándose en nuevas operaciones tipo Kósovo, Irak o Afganistán-Pakistán”. Por ejemplo, indica Gowan “los indescriptibles desastres naturales en el valle del Indo y aledaños obligan Islamabad a desentenderse de los afganos y sofrenar el feudalismo y la vasta corrupción sistémica del país, donde los terratenientes del norte abren represas, inundan algodonales y echan de sus casas a veinte millones”.<br />
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Pero, advierte Mandelbaum, “¿acabará ese enorme fracaso multinacional con el intervencionismo de la OTAN? Por el contrario, ¿no se buscarán potencias emergentes como China, Brasil, Turquía e India para cumplir el mismo papel? La respuesta a los terremotos de Haití –al menos en principio- demuestra que subsisten mecanismos globales de emergencia”. No obstante, ahí los actores son Naciones Unidas, un grupo de países latinoamericanos, la Cruz Roja y organismos no gubernamentales ajenos, cuando no hostiles a la OTAN.<br />
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Según observa Gowan, “intervenciones como las de los Balcanes, Somalía, Líbano o varios países africanos no han dejado bien parada a la alianza atlántica”. En ese contexto, señala Gowan, “hace falta una elección estratégica. ¿Mantener una OTAN costosa y sostener el poder norteamericanos en el Pacífico? ¿lo tolerarán China, Japón y Rusia?”.<br />
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