<p>El síndrome respiratorio agudo era obra de un coronavirus y sólo podía contagiarse de un sujeto ya infectado. Al igual que la vieja gripe asiática –fines del siglo XIX-, bastaban controles simples y aislamiento de enfermos. Lo mismo sucede con el H1N1.<br />
<br />
La Organización Mundial de la Salud se apresuró a calificar de pandemia –alerta cinco- el SRA. Pero no llegó a ese punto. Tanto que se abandonaron planes para fabricar rápidamente una vacuna (siete años después, todavía no existe). Otra epidemia originada en Asia sudoriental, la “gripe del pollo” o influenza aviaria, empezó también con rasgos pandémicos.</p>
<p>Pero, en esa ocasión, la OMS no subió de tres el alerta. A diferencia del H1N1, el retrovirus A/H5N1 tendía a afectar aves de corral y personas en estrecho contacto con ellas. La psicosis respectiva duró poco. Pero no ha desaparecido y mantiene aquel alerta.<br />
<br />
Por el contrario, la gripe porcina en realidad parece de origen humano. La OMS está en alerta 6 y genera ya presunciones alarmantes. <br />
<br />
Existe otro nexo entre los brotes de SRA, gripe aviaria y H1N1: el silencio de la farmoquímica privada. No en cuanto a crear vacunas –hay tecnología de sobra-, sino en hacerlas llegar al público. Esto determinó a varios países periféricos a exigir distribución estatal y gratuita, pues suponen, como la propia OMS, que los grandes laboratorios preferirán vender la vacuna primero a quienes puedan pagarla.<br />
</p>
Temen varios millones de casos de la gripe porcina
Ciertos miembros de la Unión Europea temen hasta 34 millones de contagios de gripe porcina (H1N1) tras el verano boreal. Cifras parecidas se barajan para América latina. Pero ¿y aquellas pandemias olvidadas aunque no remotas, por ejemplo el SRA o la gripe aviaria?