Suecia le dijo “no” al euro

La clara victoria en el referéndum del domingo supuso una derrota personal para el proyecto europeísta del primer ministro, Goeran Persson, y abrió interrogantes en torno al compromiso de los ciudadanos con la Unión Europea.

15 septiembre, 2003

Los analistas interpretaron la dura derrota de los partidarios de la moneda única en Suecia como una conjunción de varios factores en el que el euro-escepticismo juega un papel importante, pero no exclusivo.

Todos están de acuerdo en que la consulta llegó en un momento económico que es al mismo tiempo favorable para Suecia y negativo para motores de Europa como Alemania, lo que alimentó el miedo de los suecos a que la pérdida de independencia de su política económica pudiera traer consecuencias negativas a su bolsillo.
“La campaña electoral sobre la incorporación al euro se convirtió en una discusión sobre la situación económica de la UE que dejó aislados otros muchos aspectos de la política comunitaria”, apuntó hoy el experto en política europea de la Universidad de Soederstoern Karl Magnus Johansson.

El “no” de los suecos no puede entenderse sólo como un rechazo a incorporarse a la moneda única europea y dejar su independencia económica en manos del Banco Central Europeo, sino también como un rechazo del pueblo sueco a la estructura económica de la UE.
Sin embargo, para la mayoría de los votantes eso no implica necesariamente el rechazo al proceso de integración europea.

Una de las vencedoras del referéndum, la líder del Partido del Centro, Maud Olofsson, hizo tras su victoria un llamamiento a que Suecia siga trabajando dentro de la UE por la paz y la seguridad, pero no ahorró críticas a la Unión Económica y Monetaria.
“La mayor parte de la concepción del proyecto es totalmente errónea y debe cambiarse desde la base, entre otras cosas el Pacto de Estabilidad”, señaló Olofsson en la noche electoral.

A juicio de Johansson, la derrota de los partidarios del euro -y, sobre todo, la holgura con la que se produjo- tendrá un efecto negativo en la influencia de Suecia dentro de la UE, aunque es pronto para aventurar las consecuencias exactas.
Pero la derrota del “sí” al euro no se puede plantear sólo como un rechazo al proyecto europeísta, sino que tiene también mucho de bofetada de los votantes a una arrogancia que muchos atribuyen a Persson en su estilo de gobernar.

“La victoria del pueblo sobre el poder”, titula hoy el tabloide “Aftonbladet” una evaluación de los resultados, que se repite en términos similares en el resto de diarios.
Los suecos reaccionaron en las urnas contra la alianza de los partidos mayoritarios y las grandes empresas y desoyeron las directrices de unas formaciones políticas que poseen el ochenta por ciento de los escaños en el Parlamento de Estocolmo.
La votación también puso de manifiesto el enfrentamiento entre las élites políticas y económicas -que aparecían como grandes beneficiarias del euro- y el pueblo, temeroso de poner en peligro su estado del bienestar.

Dos de los grandes centros económicos del país, Estocolmo y Escania (sur del país), fueron las únicas regiones que votaron a favor de la moneda única, con una ventaja que en la capital alcanzó incluso los once puntos.
Fueron las zonas rurales y las ciudades pequeñas las que dieron un “no” rotundo a la moneda única. Tanto es así que en las regiones del norte el rechazo superó incluso el 70 por ciento de los sufragios.
El “no” encontró sus grandes yacimientos de votos en grupos muy concretos de la sociedad: las mujeres, los jóvenes y los habitantes de las zonas rurales.

La derrota de los partidarios del euro es un varapalo especialmente duro y una derrota personal de Persson, que puso gran parte de su prestigio en juego con el referéndum.
Sin embargo, Persson ya anunció que no tiene ninguna intención de dimitir, echó balones fuera y recurrió a cualquier excusa para quitarse de encima la responsabilidad de la derrota.
Ayer la achacó a la influencia del mal momento de la economía europea, y hoy acusó a sus aliados del centro-derecha de ser unos “malos perdedores” por no querer asumir su parte de responsabilidad en el resultado y dejar que todo su peso recaiga sobre los socialdemócratas.

Fuente: EFE

Los analistas interpretaron la dura derrota de los partidarios de la moneda única en Suecia como una conjunción de varios factores en el que el euro-escepticismo juega un papel importante, pero no exclusivo.

Todos están de acuerdo en que la consulta llegó en un momento económico que es al mismo tiempo favorable para Suecia y negativo para motores de Europa como Alemania, lo que alimentó el miedo de los suecos a que la pérdida de independencia de su política económica pudiera traer consecuencias negativas a su bolsillo.
“La campaña electoral sobre la incorporación al euro se convirtió en una discusión sobre la situación económica de la UE que dejó aislados otros muchos aspectos de la política comunitaria”, apuntó hoy el experto en política europea de la Universidad de Soederstoern Karl Magnus Johansson.

El “no” de los suecos no puede entenderse sólo como un rechazo a incorporarse a la moneda única europea y dejar su independencia económica en manos del Banco Central Europeo, sino también como un rechazo del pueblo sueco a la estructura económica de la UE.
Sin embargo, para la mayoría de los votantes eso no implica necesariamente el rechazo al proceso de integración europea.

Una de las vencedoras del referéndum, la líder del Partido del Centro, Maud Olofsson, hizo tras su victoria un llamamiento a que Suecia siga trabajando dentro de la UE por la paz y la seguridad, pero no ahorró críticas a la Unión Económica y Monetaria.
“La mayor parte de la concepción del proyecto es totalmente errónea y debe cambiarse desde la base, entre otras cosas el Pacto de Estabilidad”, señaló Olofsson en la noche electoral.

A juicio de Johansson, la derrota de los partidarios del euro -y, sobre todo, la holgura con la que se produjo- tendrá un efecto negativo en la influencia de Suecia dentro de la UE, aunque es pronto para aventurar las consecuencias exactas.
Pero la derrota del “sí” al euro no se puede plantear sólo como un rechazo al proyecto europeísta, sino que tiene también mucho de bofetada de los votantes a una arrogancia que muchos atribuyen a Persson en su estilo de gobernar.

“La victoria del pueblo sobre el poder”, titula hoy el tabloide “Aftonbladet” una evaluación de los resultados, que se repite en términos similares en el resto de diarios.
Los suecos reaccionaron en las urnas contra la alianza de los partidos mayoritarios y las grandes empresas y desoyeron las directrices de unas formaciones políticas que poseen el ochenta por ciento de los escaños en el Parlamento de Estocolmo.
La votación también puso de manifiesto el enfrentamiento entre las élites políticas y económicas -que aparecían como grandes beneficiarias del euro- y el pueblo, temeroso de poner en peligro su estado del bienestar.

Dos de los grandes centros económicos del país, Estocolmo y Escania (sur del país), fueron las únicas regiones que votaron a favor de la moneda única, con una ventaja que en la capital alcanzó incluso los once puntos.
Fueron las zonas rurales y las ciudades pequeñas las que dieron un “no” rotundo a la moneda única. Tanto es así que en las regiones del norte el rechazo superó incluso el 70 por ciento de los sufragios.
El “no” encontró sus grandes yacimientos de votos en grupos muy concretos de la sociedad: las mujeres, los jóvenes y los habitantes de las zonas rurales.

La derrota de los partidarios del euro es un varapalo especialmente duro y una derrota personal de Persson, que puso gran parte de su prestigio en juego con el referéndum.
Sin embargo, Persson ya anunció que no tiene ninguna intención de dimitir, echó balones fuera y recurrió a cualquier excusa para quitarse de encima la responsabilidad de la derrota.
Ayer la achacó a la influencia del mal momento de la economía europea, y hoy acusó a sus aliados del centro-derecha de ser unos “malos perdedores” por no querer asumir su parte de responsabilidad en el resultado y dejar que todo su peso recaiga sobre los socialdemócratas.

Fuente: EFE

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