Mientras la psicosis provocada por la encefalopatía espongiforme bovina (BSE), conocida popularmente como “mal de la vaca loca”, se apodera de toda Europa, la Argentina inicia su ofensiva para mejorar los niveles de exportación a ese continente e intentar ganar una porción del mercado superior al promedio de los últimos años.
El sábado 27 está previsto servir sandwiches de lomo a 2.500 invitados en la sala Café del Tango y el lunes 29, en un almuerzo de los presidentes de compañías aéreas mundiales, habrá lomo y bifes de chorizo.
La iniciativa del embajador argentino en Berna, Miguel Angel Espeche Gil, cuenta con el apoyo de los directores del Foro, el aporte financiero de la Secretaría de Turismo de la Argentina y la cooperación del empresario Enrique Pescarmona (IMPSA), que se tradujo en 400 litros de vino de su bodega
mendocina.
Todo parece indicar que se vive una de las mejores coyunturas para que productores e industriales argentinos recuperen mercados perdidos por diversos factores, entre los que influyen notoriamente los subsidios europeos a sus ganaderos y frigoríficos.
Brasil, país que exhibe ante el mundo su condición de productor de carne de vacunos alimentados con pastos y alimentos de origen vegetal, se enfrenta a la preocupante posibilidad de que hayan ingreso a su territorio ejemplares ovinos y bovinos enfermos, procedentes de Estados Unidos y de Europa
El miércoles “Folha de San Pablo” reveló que esa nación importó, entre 1989 y 1991, de 2.000 a 3.000 ovejas desde los Estados Unidos, eventuales responsables del foco del mal denominado “scrapie” o “tembladera” surgido en el estado de Paraná.
En los medios científicos se sospecha que el “mal de la vaca loca” surgió como consecuencia de la alimentación de vacunos con comida preparada con restos de ovejas enfermas.
El diario neoyorquino “The Wall Street Journal” sostuvo que habían ingresado al Brasil reproductores vacunos y harinas animales procedentes del Reino Unido, comercio prohibido desde 1990.
Voceros de la Confederación Nacional de Agricultura de Brasil admitieron que, si eventualmente se comprobara esa introducción de elementos perniciosos desde Gran Bretaña, el riesgo de tener “vacas locas” está latente.
Sin embargo, el experto José Vicente Ferraz declaró a la prensa que no se debe descartar la existencia de una campaña para desacreditar al Brasil por parte de algunos sectores del mercado internacional.
Mientras la psicosis provocada por la encefalopatía espongiforme bovina (BSE), conocida popularmente como “mal de la vaca loca”, se apodera de toda Europa, la Argentina inicia su ofensiva para mejorar los niveles de exportación a ese continente e intentar ganar una porción del mercado superior al promedio de los últimos años.
El sábado 27 está previsto servir sandwiches de lomo a 2.500 invitados en la sala Café del Tango y el lunes 29, en un almuerzo de los presidentes de compañías aéreas mundiales, habrá lomo y bifes de chorizo.
La iniciativa del embajador argentino en Berna, Miguel Angel Espeche Gil, cuenta con el apoyo de los directores del Foro, el aporte financiero de la Secretaría de Turismo de la Argentina y la cooperación del empresario Enrique Pescarmona (IMPSA), que se tradujo en 400 litros de vino de su bodega
mendocina.
Todo parece indicar que se vive una de las mejores coyunturas para que productores e industriales argentinos recuperen mercados perdidos por diversos factores, entre los que influyen notoriamente los subsidios europeos a sus ganaderos y frigoríficos.
Brasil, país que exhibe ante el mundo su condición de productor de carne de vacunos alimentados con pastos y alimentos de origen vegetal, se enfrenta a la preocupante posibilidad de que hayan ingreso a su territorio ejemplares ovinos y bovinos enfermos, procedentes de Estados Unidos y de Europa
El miércoles “Folha de San Pablo” reveló que esa nación importó, entre 1989 y 1991, de 2.000 a 3.000 ovejas desde los Estados Unidos, eventuales responsables del foco del mal denominado “scrapie” o “tembladera” surgido en el estado de Paraná.
En los medios científicos se sospecha que el “mal de la vaca loca” surgió como consecuencia de la alimentación de vacunos con comida preparada con restos de ovejas enfermas.
El diario neoyorquino “The Wall Street Journal” sostuvo que habían ingresado al Brasil reproductores vacunos y harinas animales procedentes del Reino Unido, comercio prohibido desde 1990.
Voceros de la Confederación Nacional de Agricultura de Brasil admitieron que, si eventualmente se comprobara esa introducción de elementos perniciosos desde Gran Bretaña, el riesgo de tener “vacas locas” está latente.
Sin embargo, el experto José Vicente Ferraz declaró a la prensa que no se debe descartar la existencia de una campaña para desacreditar al Brasil por parte de algunos sectores del mercado internacional.