Se agranda la brecha en ambos lados del Atlántico

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Como siempre, Angela Merkel fue categórica: Europa no cree ya que Estados Unidos sea un socio confiable. Sin mencionarlo expresamente, dijo que “los europeos debemos tomar nuestro destino en nuestras manos”. Una confirmación de lo que se venía gestando.

También precisó que hay que prepararse para un futuro sin Gran Bretaña, cuando se complete la separación que origina el proceso del Brexit.

Esta fue la consecuencia de la incursión de Donald Trump por las dos grandes reuniones internacionales recientes. La Canciller alemana remató: hay que mantener buenas relaciones con Estados Unidos y Gran Bretaña, como también con Rusia.

Un drástico giro en el escenario geopolítico internacional del viejo continente. Primero fue la reunión del G7 en Sicilia, donde Donald Trump evitó cuidadosamente pronunciarse sobre temas vitales y sensibles como el estado del comercio global, y sobre la defensa del clima.

Los otros seis países ratificaron el acuerdo de París sobre la cuestión climática y la necesidad de que no crezcan las temperaturas promedio. Durante la campaña electoral, Trump adelantó que estaba en contra de la participación estadounidense en este acuerdo.

Durante la cumbre de la OTAN en Bruselas, Trump reclamó mayor participación económica de los países europeos en los gastos de defensa, y además eludió todo pronunciamiento sobre el compromiso militar de EE.UU con la organización (a la que hace pocos meses calificó como “obsoleta”), sin dar respaldo explícito a la obligación de mutua defensa en caso de un ataque externo. Voceros de Washington ratificaron que el compromiso sigue intacto pero el silencio del locuaz Trump sobre el tema, debilitó la confianza de los socios europeos.

El escenario indiscutido durante los últimos 65 años, ahora tambalea dominado por dudas y algunas certezas.

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