<p>El saldo de los tres debates resultó demoledor para un laborismo que tenía en la prensa un puntal, aun en los peores momentos. Pese al deterioro que una serie de comicios locales venía subrayando. Entonces, nuevas encuestas adjudican el mejor puntaje promedio (36%) a los conservadores (tories), seguidos por los demoliberales (29%) y los laboristas (27%).<br />
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Pero el verdadero problema, ahora, es que activistas de Clegg resuelvan apoyar al conservador David Cameron. Esto justificaría, según allegados a Brown, el viejo mote de “whigs” endilgado en el siglo XIX a los antiguos liberales. Es una palabra gaélica que significa cuatrero de a caballo, entre otras cosas. <br />
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La prensa inglesa, galesa y escocesa –no la unionista del Ulster- se había acostumbrado al laborismo durante tanto tiempo que cuesta creer este divorcio. Máxime cuando, no hace mucho, Antony Blair parecía incombustible tras justificar su apoyo a la invasión de Irak en 2003, recurriendo a la misma mendacidad de George W.Bush, Richard Cheney y Donald Rumsfeld.<br />
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Hoy, a Brown lo llaman “George W.” no por mentir, sino por meter la pata seguido en público. Bien visto, este escocés le birló el cargo de primer ministro a Blair y cargó con una herencia de fracasos, coronada por el creciente compromiso en otra guerra imposible, Afganistán.<br />
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Pero también existen ejemplos claros de desilusión conservadora, como la dupla Daily Mirror/Sunday Mirror o el Daily Express. Los tres sostienen que los tories son hoy “meras copias de laborismo o demoliberalismo”. <br />
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Se acaba el largo romance de los medios y el laborismo
Primero rompió filas el Guardian. Lo siguió el Observer, también rumbo a Nicholas Clegg (demoliberal). En el primer caso, el periódico calificó de traidor a Gordon Brown y recomendó votar a Clegg en estas elecciones. Pero el Sun sigue conservador.