Santa Cruz de la Sierra, a la cabeza de un amague secesionista

Como viene pasando desde 1968 –entonces, con apoyo de un régimen militar brasileño-, la provincia más extensa y rica del país habla de separarse. Sin llegar a tanto, Tarija y dos territorios casi vacíos (Pando, Beni) piden mayor autonomía.

10 diciembre, 2006

En otro ataque al presidente Evo Morales, que también tiene problemas con sus propios aliados, las dos áreas más prósperas (Beni y Pando van de relleno) llamaron a cabildo abierto para el viernes, con el fin de debatir la cuestión de la autonomía. Cabe recordar que el tema fue lanzado al ruedo por el propio Morales, a poco de ganar las elecciones.

Los sectores más exaltados de Santa Cruz inclusive hablan de separación lisa y llana. Pero pocos dirigentes serios acompañan ese planteo, por dos razones. Una, que la geografía del eventual “país” sería más aislada que la del Paraguay (al menos, éste forma parte del Mercosur). Otra, que Brasil no fomenta el secesionismo y, por el contrario, Luiz Inácio da Silva hace cuanto puede en favor de Morales. La posición de Néstor Kirchner es similar.

Hasta el momento, el adalid de la autonomía es Rubén Costas, gobernador de Santa Cruz, representante de empresarios y latifundistas. Sin duda, su objetivo es presidir una “federación” con Tarija, Beni y Pando. Vale decir, dos tercios de Bolivia, aunque sólo un cuarto de su población. Esto tampoco cuenta con apoyo en Washington.

Nada afecto a medias tintas, Costas califica de “indio desgraciado e ignorante” a Morales, denotando el viejo racismo “bandeirante” de la región oriental. Yendo demasiado lejos para el gusto de algunos aliados, el gobernador propuso “pasar inclusive sobre la asamblea constituyente”. Lo dijo precisamente mientras, en Cochabamba, se llevaba a cabo la segunda cumbre sudamericana, con Lula, Hugo Chávez, Michele Bachelet y representantes de otros estados.

“República de los llanos” llama Costas a su proyecto. No obstante, la convocatoria es más bien corporativa, pues no abarca partidos sino organizaciones intermedias de corte empresario, comercial y rural. Sin embargo, varios analistas latinoamericanos subrayan un obstáculo histórico: desde que Chile le arrebató –en 1883- la costa pacífica, Bolivia tiene serios problemas de viabilidad.

Pero, hoy, hasta los chilenos creen posible una salida a ese viejo asunto. Por otra parte, Argentina y Brasil temen que una Bolivia dividida tenga más dificultades aún para sobrevivir y sea un polvorín en el centro de Sudamérica. “Sería una especie de gigantesca ciudad del Este”, creen algunos legisladores norteamericanos familiarizados con el área.

Hasta ahora, lo de Costas parece más bien una presión, apoyada por dirigentes y medios de derecha en países vecinos. En lo tocante a la constituyente, la divergencia clave entre oficialistas y opositores es que éstos rechazan la aprobación de decisiones por mayoría simple (la mitad más uno). En su lugar exigen mayoría absoluta o sea dos tercios. Este requisito podría congelar la asamblea, meta real de los secesionistas.

El sector más estruendoso de la oposición ha iniciados hace una semana manifestaciones y hasta una huelga de hambre, donde participan en forma giratoria –dice Costas- ochocientas personas. El gobierno sostiene que no son ni la mitad. De hecho, el nuevo lema lanzado el sábado (“los dos tercios ya no son suficientes”) revela que los separatistas no quieren ya ni constituyente ni debate. El punto es que una postura tan extrema puede enajenar el apoyo en Tarija, sin el cual Santa Cruz se quedaría sólo con sus satélites Pando y Beni.

En otro ataque al presidente Evo Morales, que también tiene problemas con sus propios aliados, las dos áreas más prósperas (Beni y Pando van de relleno) llamaron a cabildo abierto para el viernes, con el fin de debatir la cuestión de la autonomía. Cabe recordar que el tema fue lanzado al ruedo por el propio Morales, a poco de ganar las elecciones.

Los sectores más exaltados de Santa Cruz inclusive hablan de separación lisa y llana. Pero pocos dirigentes serios acompañan ese planteo, por dos razones. Una, que la geografía del eventual “país” sería más aislada que la del Paraguay (al menos, éste forma parte del Mercosur). Otra, que Brasil no fomenta el secesionismo y, por el contrario, Luiz Inácio da Silva hace cuanto puede en favor de Morales. La posición de Néstor Kirchner es similar.

Hasta el momento, el adalid de la autonomía es Rubén Costas, gobernador de Santa Cruz, representante de empresarios y latifundistas. Sin duda, su objetivo es presidir una “federación” con Tarija, Beni y Pando. Vale decir, dos tercios de Bolivia, aunque sólo un cuarto de su población. Esto tampoco cuenta con apoyo en Washington.

Nada afecto a medias tintas, Costas califica de “indio desgraciado e ignorante” a Morales, denotando el viejo racismo “bandeirante” de la región oriental. Yendo demasiado lejos para el gusto de algunos aliados, el gobernador propuso “pasar inclusive sobre la asamblea constituyente”. Lo dijo precisamente mientras, en Cochabamba, se llevaba a cabo la segunda cumbre sudamericana, con Lula, Hugo Chávez, Michele Bachelet y representantes de otros estados.

“República de los llanos” llama Costas a su proyecto. No obstante, la convocatoria es más bien corporativa, pues no abarca partidos sino organizaciones intermedias de corte empresario, comercial y rural. Sin embargo, varios analistas latinoamericanos subrayan un obstáculo histórico: desde que Chile le arrebató –en 1883- la costa pacífica, Bolivia tiene serios problemas de viabilidad.

Pero, hoy, hasta los chilenos creen posible una salida a ese viejo asunto. Por otra parte, Argentina y Brasil temen que una Bolivia dividida tenga más dificultades aún para sobrevivir y sea un polvorín en el centro de Sudamérica. “Sería una especie de gigantesca ciudad del Este”, creen algunos legisladores norteamericanos familiarizados con el área.

Hasta ahora, lo de Costas parece más bien una presión, apoyada por dirigentes y medios de derecha en países vecinos. En lo tocante a la constituyente, la divergencia clave entre oficialistas y opositores es que éstos rechazan la aprobación de decisiones por mayoría simple (la mitad más uno). En su lugar exigen mayoría absoluta o sea dos tercios. Este requisito podría congelar la asamblea, meta real de los secesionistas.

El sector más estruendoso de la oposición ha iniciados hace una semana manifestaciones y hasta una huelga de hambre, donde participan en forma giratoria –dice Costas- ochocientas personas. El gobierno sostiene que no son ni la mitad. De hecho, el nuevo lema lanzado el sábado (“los dos tercios ya no son suficientes”) revela que los separatistas no quieren ya ni constituyente ni debate. El punto es que una postura tan extrema puede enajenar el apoyo en Tarija, sin el cual Santa Cruz se quedaría sólo con sus satélites Pando y Beni.

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