Rusia, sus apuestas en Latinoamérica, Venezuela y un planteo a Obama

Mientras sus naves de guerra atracan en La Guaira, Dmitri Miedvyédiev planea una recorrida al sur del río Bravo, un desafío mayor a la influencia norteamericana. Pero la escala venezolana crea dudas y, en EE.UU., hay signos de inquietud.

26 noviembre, 2008

Pese a que los crudos hayan caído varias veces bajo los US$ 50 el barril y gracias a Gazprom –el monopolio gasífero más grande del mundo-, Rusia dispone de efectivo para aventuras en las que, hoy, Estados Unidos ni sueña. Entre ellas, financiar un reactor nuclear venezolano y mejorar la asistencia a Cuba, desde la guerra fría el aliado –o títere- más firme de Moscú en Latinoamérica.

Sin embargo, cuando arribe a las Antillas la semana próxima, Miedvyédiev quizá encuentre un clima menos receptivo que hace dos o tres meses. El descenso de precios petroleros, los efectos de la crisis financiera occidental en el este europeo y el surgimiento avasallador de Barack Obama ofrecen esperanzas al subcontinente e inspiran dudas sobre Rusia como socia económica.

Desde un ángulo inesperado, surgen ahora atisbos de una respuesta norteamericana. La conservadora institución Brookings sostiene que el próximo presidente debiera flexibilizar las relaciones con Cuba –casi nulas hoy-, no confrontar con Caracas y, señal de que la CIA pesa en la entidad, aprobar el convenio bilateral con Colombia. Curiosamente, quienes desde Washington y Miami apoyan a Bogotá pasan por alto que ese acuerdo se objeta en México, Brasil y otros.

En un contexto fluido, entonces, algunos países latinoamericanos sopesan opciones. No tanto como imaginan medios de Nueva York, Londres, Santiago de Chile, Montevideo o Buenos Aires. Estos sectores aspiran a frustrar los esfuerzos rusos, como años atrás lo intentaron, sin éxito, con los chinos. En buena medida, porque Washington continúa mucho más cerca de Beijing que de Moscú.

Precisamente, el factor chino inquieta a Rusia, por su penetración diplomática y económica en la vasta región, aparte de África, centro, sur y sudoeste de Asia. Por otra parte, Moscú quiere enviar mensajes al ”patio trasero” caribeño, objeto que Obama puede trabar si sigue ablandándose con Cuba. Por ejemplo, acaba de anunciar el cierre de la vergonzosa prisión militar en Guantánamo.

Algunos analistas universitarios estadounidenses llegan imaginan sospechas cubanas sobre las verdaderas intenciones moscovitas. No olvidan que su economía se derrumbó, al principio de los años 90, cuando el presidente Borís Yeltsin les redujo la asistencia. Tiempo después, su sucesor Vladyímir Putin subsanó en buena parte ese error estratégico.

Brasil y México, las dos economías claves del subcontinente, equilibran prioridades respecto de Obama y los rusos. A diferencia de Venezuela y Bolivia, les interesan alianzas comerciales, no militares. El cambio de gobierno en Washington, además, disminuye el atractivo político de Moscú para la mayoría de países latinoamericanos.

Por el contrario, Venezuela –también afectada por la baja de hidrocarburos-viene cortejando asiduamente al dúo Putin-Miedvyédiev. Hasta ahora, ha comprado unos US$ 4.000 millones en armamentos, justificados hasta ahora por las desmedidas ventas militares norteamericanas a Colombia. Álvaro Uribe y Hugo Chávez, por cierto, son dos caras de la misma moneda.

Como si fuera poco, las elecciones del domingo dieron un golpe a las veleidades “bolivarianas” de Chávez. Desde hoy, 45% de ciudadanos serán gobernados por opositores (una suerte que los Kirchner pueden correr en 2009). Si bien el oficialismo obtuvo diecisiete de veintidós estados, el partido Socialista unido venezolano (PSUV) se quedó con los cinco más ricos y poblados: Zulia, Nueva Esparta (los tenía ya), Miranda, Carabobo y Táchira. En ese plano, tal vez comiencen a desvanecerse las ambiciones del chavismo de eternizarse en el poder.

El batacazo corrió a cargo del opositor Hugo Rosales (intendente electo en Maracaibo), ex gobernador de Zulia. En síntesis, avanza la Venezuela criolla (“blanca”) sobre bastiones mestizos –grupo al cual pertenece Chávez- y mulatos.

Pese a que los crudos hayan caído varias veces bajo los US$ 50 el barril y gracias a Gazprom –el monopolio gasífero más grande del mundo-, Rusia dispone de efectivo para aventuras en las que, hoy, Estados Unidos ni sueña. Entre ellas, financiar un reactor nuclear venezolano y mejorar la asistencia a Cuba, desde la guerra fría el aliado –o títere- más firme de Moscú en Latinoamérica.
<p> Sin embargo, cuando arribe a las Antillas la semana pr&oacute;xima, Miedvy&eacute;diev quiz&aacute; encuentre un clima menos receptivo que hace dos o tres meses. El descenso de precios petroleros, los efectos de la crisis financiera occidental en el este europeo y el surgimiento avasallador de Barack Obama ofrecen esperanzas al subcontinente e inspiran dudas sobre Rusia como socia econ&oacute;mica.</p>
<p> Desde un &aacute;ngulo inesperado, surgen ahora atisbos de una respuesta norteamericana. La conservadora instituci&oacute;n Brookings sostiene que el pr&oacute;ximo presidente debiera flexibilizar las relaciones con Cuba &ndash;casi nulas hoy-, no confrontar con Caracas y, se&ntilde;al de que la CIA pesa en la entidad, aprobar el convenio bilateral con Colombia. Curiosamente, quienes desde Washington y Miami apoyan a Bogot&aacute; pasan por alto que ese acuerdo se objeta en M&eacute;xico, Brasil y otros.</p>
<p> En un contexto fluido, entonces, algunos pa&iacute;ses latinoamericanos sopesan opciones. No tanto como imaginan medios de Nueva York, Londres, Santiago de Chile, Montevideo o Buenos Aires. Estos sectores aspiran a frustrar los esfuerzos rusos, como a&ntilde;os atr&aacute;s lo intentaron, sin &eacute;xito, con los chinos. En buena medida, porque Washington contin&uacute;a mucho m&aacute;s cerca de Beijing que de Mosc&uacute;.</p>
<p> Precisamente, el factor chino inquieta a Rusia, por su penetraci&oacute;n diplom&aacute;tica y econ&oacute;mica en la vasta regi&oacute;n, aparte de &Aacute;frica, centro, sur y sudoeste de Asia. Por otra parte, Mosc&uacute; quiere enviar mensajes al &rdquo;patio trasero&rdquo; caribe&ntilde;o, objeto que Obama puede trabar si sigue abland&aacute;ndose con Cuba. Por ejemplo, acaba de anunciar el cierre de la vergonzosa prisi&oacute;n militar en Guant&aacute;namo.</p>
<p> Algunos analistas universitarios estadounidenses llegan imaginan sospechas cubanas sobre las verdaderas intenciones moscovitas. No olvidan que su econom&iacute;a se derrumb&oacute;, al principio de los a&ntilde;os 90, cuando el presidente Bor&iacute;s Yeltsin les redujo la asistencia. Tiempo despu&eacute;s, su sucesor Vlady&iacute;mir Putin subsan&oacute; en buena parte ese error estrat&eacute;gico.</p>
<p> Brasil y M&eacute;xico, las dos econom&iacute;as claves del subcontinente, equilibran prioridades respecto de Obama y los rusos. A diferencia de Venezuela y Bolivia, les interesan alianzas comerciales, no militares. El cambio de gobierno en Washington, adem&aacute;s, disminuye el atractivo pol&iacute;tico de Mosc&uacute; para la mayor&iacute;a de pa&iacute;ses latinoamericanos.</p>
<p> Por el contrario, Venezuela &ndash;tambi&eacute;n afectada por la baja de hidrocarburos-viene cortejando asiduamente al d&uacute;o Putin-Miedvy&eacute;diev. Hasta ahora, ha comprado unos US$ 4.000 millones en armamentos, justificados hasta ahora por las desmedidas ventas militares norteamericanas a Colombia. &Aacute;lvaro Uribe y Hugo Ch&aacute;vez, por cierto, son dos caras de la misma moneda.</p>
<p> Como si fuera poco, las elecciones del domingo dieron un golpe a las veleidades &ldquo;bolivarianas&rdquo; de Ch&aacute;vez. Desde hoy, 45% de ciudadanos ser&aacute;n gobernados por opositores (una suerte que los Kirchner pueden correr en 2009). Si bien el oficialismo obtuvo diecisiete de veintid&oacute;s estados, el partido Socialista unido venezolano (PSUV) se qued&oacute; con los cinco m&aacute;s ricos y poblados: Zulia, Nueva Esparta (los ten&iacute;a ya), Miranda, Carabobo y T&aacute;chira. En ese plano, tal vez comiencen a desvanecerse las ambiciones del chavismo de eternizarse en el poder.</p>
<p> El batacazo corri&oacute; a cargo del opositor Hugo Rosales (intendente electo en Maracaibo), ex gobernador de Zulia. En s&iacute;ntesis, avanza la Venezuela criolla (&ldquo;blanca&rdquo;) sobre bastiones mestizos &ndash;grupo al cual pertenece Ch&aacute;vez- y mulatos.</p>
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